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Artículos – 10 TEOLOGÍAS LEGALISTAS 1

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Definición: El legalismo es un sistema de creencias humanas, rígidas y ritualistas, basadas en mentiras, que pretende tomar el lugar de la Palabra de Dios.

Mucha gente dice: “No hay que hablar mal de las iglesias legalistas, hay que unirse, debemos ser una sola iglesia.” Y no estamos hablando de distintas opiniones o de maneras de ver o de interpretar las cosas, sino de mentiras. El legalista es una persona rígida que manipula a los demás usando el miedo y la culpa. Para manipular siempre se utilizan estas dos emociones, porque con culpa y miedo se puede llevar a una persona de las narices a cualquier lugar.

Hoy las iglesias legalistas se están cerrando, porque no va nadie, no entra gente nueva, no hay jóvenes y, dentro de diez años, muchas de ellas ya no existirán. Yo pensaba que la gente no evangelizaba porque no se animaba a hablar del Señor, pero con el tiempo me di cuenta de que la gente siempre quiso hacerlo. Si no predicaba era porque le daba vergüenza invitar a alguien a su iglesia; le decían: “¿Vos venís acá?”

Observé que, si generamos un modelo de iglesia con liderazgo sano, atractivo, no es necesario decirle a la gente que evangelice porque le sale solo. Lo que ha frenado el crecimiento de las iglesias en el país ha sido, en primer lugar, el legalismo.

Miremos teologías equivocadas:

Teología del ascetismo o del miedo al mundo.

“Tengo que aislarme de la gente del mundo”: “No tengo que ir a fiestas”, “no debo tener amigos incrédulos”, “no debo mezclarme”, los “no cristianos” tienen un virus que se contagia, llamado pecado”.

De esa manera, muchos cristianos, no sabían funcionar en el sistema mundo, o sea con gente “no cristiana,” y la iglesia se transformó en un gran monasterio donde iban a respirar un “poquito de paz” y que al salir de esas cuatro paredes se encontrarían con todos los “mundanos,” “diabólicos,” “endemoniados,” y por eso al ir a sus trabajos se sentían oprimidos.

Así nos aislamos, y si la gente nos tiene muchos prejuicios, es porque antes los tuvimos nosotros con ellos. Nos enseñaron que los “no cristianos” estaban endemoniados, que eran esto o aquello, pero, cuando estuvimos mal, el que nos llamó fue un “no cristiano” y nos preguntamos: “¿Cómo puede ser? Me dijeron que eran tan malos pero cuando necesité que alguien me abrace lo recibí de un no cristiano.”

Entonces un gran resentimiento nos nacía hacia los cristianos porque nos enseñaron mal al decir que no tenemos que acercarnos a las personas que no recibieron a Cristo. La verdad es que me relaciono con todos pero no todos ministran mi espíritu. Podemos juntarnos con todos, pero no debemos permitir que los “no cristianos” influencien en nuestra vida, porque quienes ministrarán nuestro espíritu, serán nuestros mentores o aquellos que tienen algo de Dios para nosotros; eso no significa que tenemos que aislarnos.

La iglesia se transformó en un gran monasterio, se encerró entre cuatro paredes por la teoría del ascetismo, dando nacimiento a “la cultura evangélica” la cual sólo los evangélicos entienden.

La gente no nos entiende porque hablamos de la unción, del manto de Elías, la trompeta de Jericó, el ósculo santo, la propagación del evangelio. Dicen: “leeremos una porción de la Palabra”, “que Dios bendiga su porción” (¿una porción de qué? ¿De pizza?), “el Señor me tocó” Se canta: “Déjalo que te toque y recibe su bendición”, todo un lenguaje que no se entiende. Además, en muchos cultos se ponen a hablar en lenguas, y la persona no entiende nada, porque en el reino todo es sobrenatural. ¡Tenemos que hacérselo un poco más fácil!

Aún hoy, entramos en algunas iglesias y parece que entráramos al túnel del tiempo. Encontramos una mesita, con un mantillita blanca y con un florero desagradable que, como no lo quisieron más en la casa lo “donaron para el reino.” Todo lo que no sirve “lo llevamos a la iglesia” y así la iglesia se llena de basura.

El escenario de nuestra iglesia fue pensado por un diseñador de teatros de la ciudad, porque quisimos tener la perspectiva de un “no cristiano”, para que sirva, aún en lo estético y lo visual, cuando llegue una persona que nunca fue a una iglesia, se sienta lo más cómoda posible.

Una cultura evangélica: revistas evangélicas, periódicos evangélicos, radios cristianas, todo para nosotros. Cuando alguien dice: “Vamos a tener un canal cristiano para evangelizar” ¡Es mentira! Porque si en la audiencia encontramos un inconverso, tendríamos que darle como premio un viaje a Miami. “Estamos predicando” ¡No! Porque para evangelizar tenés que usar otros métodos.

Teología del auto-desprecio

El humanismo nos dice: “Cree en vos, Dios no sirve.” El legalismo dice: “Cree en Dios, vos no servís.” La fe bíblica dice: “Cree en Dios pero, también, en vos.”

En las iglesias, se saludan: “¿Qué tal siervo?” Siervo no es un “título” es una “actitud”. Pablo escribió “Siervo de Jesucristo”, pero no como un título sino como una actitud. Tu posición es la de hijo, tu actitud es la de siervo.

Pero, nos enseñaron ideas equivocadas:

  • “Nuestra posición es de siervo”: ”Un siervo inútil lo saluda”, “yo no sirvo para nada”, “el gusano de Jacob”. Mucha gente aún dice: “soy el burrito por donde el Señor va”, “Dios usa burros.” Somos príncipes, ésa es nuestra posición.
  • “Niéguese a sí mismo”: Se desarrolló una teoría del auto desprecio. Cuando Jesús dijo esa expresión, quiso decir: “niéguese a todo lo malo.” Y nos enseñaron: “yo no sirvo”, “no puedo”, “no sé”, y si alguien se amaba y aceptaba significaba orgullo.
  • “Respetarse, amarse, es auto proclamación”: Por ejemplo, los médicos saben que si nos duele es porque estamos enfermos. Sabemos que tenemos estómago o intestinos cuando tenemos dolor; mientras no hay síntomas es como si no tuviéramos nada, por eso, si hay silencio es sinónimo de salud. Cuando una persona llama la atención es porque está enferma, y necesita ser mirada; pero si estamos sanos y nos amamos, no llamamos la atención.

Esta teoría del “negarse a sí mismo”, hizo que no habláramos bien de nosotros y si alguien recibía un aplauso, no lo podía aceptar e inmediatamente decía: “Toda la gloria es para el Señor.”

La verdad es que siempre lo humano y lo divino, van a juntos.

Por Bernardo Stamateas

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