Es común ver a ciertas personas que no pueden ser felices porque no expresan directamente lo que quieren, lo que desean o lo que piensan.
Piden, desean, anhelan pero no son específicos. Muchos tienen inmensos deseos en su corazón, en su mente anhelan alcanzar metas, pero no pueden ni saben expresarlos. Son esas personas que cuando les preguntas qué es lo que están esperando de la vida, responden «paz, amor, felicidad, salud, dinero». Y esos deseos no son malos, pero son indefinidos, metas abstractas imposibles de evaluar.
Cuando pedimos, necesitamos ser específicos; sólo así podremos enfocarnos en las estrategias que debemos diseñar para alcanzar nuestras metas. Necesitamos establecer cuánto queremos ganar, qué auto queremos, qué tipo de relación estamos buscando. De esta forma estaremos enfocados, y de esta manera podremos poner en acción lo que antes fue un deseo en voz alta.
Cuando pidas algo, sé específico. Afirma lo que estás esperando recibir, pídelo y llama a las cosas por su nombre. Si no conoces cuáles son tus derechos, nunca vas a poder pedir bien, como conviene correctamente.
Aquí está la respuesta, el por qué unos reciben y otros no. “Pides y no recibes porque pides mal. Pides dudando y la duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y llevada de una parte a otra”. ¡Pide de acuerdo a lo que estás esperando recibir!
Sin embargo, muchas personas suelen hablar y pedir de las siguientes maneras equivocadas:
Victimizándose: Son las personas que en lugar de pedir: «¿Me compras un helado?», o en vez de decir: «Me voy a comprar un helado, porque tengo ganas de comerlo», dicen: «Horas encerrado acá, trabajando, muñéndome de calor, y nadie hace nada por mí.»
Ahora bien, ¿Por qué no mejor pedir las cosas por su nombre y decir: «Quiero un helado»? ¿Cuál es el problema de que lo hagas?
Lo que sucede es que la mayor parte del tiempo pensamos que no tenemos la capacidad para expresar lo que queremos o peor aún, que no nos merecemos aquello que deseamos. Y esto es falso.
Siendo vuelteros: son los que no dicen las cosas directamente. Por ejemplo, en lugar de indicarles a los demás que les gustaría que los visitaran, dan miles de vueltas para hacerles ver que se sienten solos y abandonados.
«Enfermándose» al hablar: Es el típico caso de aquellas personas que se enferman cuando están atravesando un problema o una dificultad. Son las que no pueden poner en palabras sus emociones y entonces son sus cuerpos los que deben hablar por ellas. En estos casos es común que manifiesten síntomas como fiebre, dolores de cabeza o mareos, malestares estomacales, que denotarán que algo malo está sucediendo. De esta forma, quienes los rodean se verán obligados a acercárseles y preguntarles qué es lo que les pasa. Estos personajes, en vez de decir: «Me voy una semana de vacaciones porque necesito descansar» o «esta semana no hago nada porque no doy más», prefieren enfermarse para poder estar en cama y justificar un tal vez merecido descanso.
Hablando a través de indirectas: al no poder expresar lo que quieren, envían indirectas y «misiles» todo el tiempo de alguna u otra manera, pensando que alguien entenderá «a los golpes» lo que ellos no pueden poner en palabras claras y concisas. Tienes que ser consciente de que «el que pide, recibe».
Podemos hablar por emoción, sentimiento, opinión o fe.
Emoción es lo que siento ahora, sentimiento es lo que vengo sintiendo desde hace mucho tiempo. Estos últimos muchas veces terminan siendo resentimientos, es decir, sentimientos que evolucionan con el tiempo y que, si no son expresados en palabras como debieran ser, terminan lastimando nuestro cuerpo.
Necesitamos aprender a hablar y a darle valor a cada palabra que enunciamos. Las palabras tienen poder para construir pero también para destruir; dependerá de nosotros cuáles elegiremos para comunicarnos. Para crecer y estar sanos necesitamos a aprender a transmitir nuestros sueños, metas y proyectos.
Es tiempo de bendecir nuestra vida, de emitir palabras de aliento, de sabiduría, de proyección, de poder, de fe, de vida. Mientras estemos hablando palabras de vida, nuestros sueños se irán cumpliendo.
Extracto del libro «Gente Tóxica»
Por Bernardo Stamateas