artistas-o-hartistasMúsicos – ¿Artistas o «Hartistas»? 1

 

Por mucho tiempo, a la mayoría de personas que se dedican a la ejecución de las bellas artes, la música, el canto, la escultura, la literatura, etc., se les ha conocido como hombres y mujeres muy apasionados, impulsivos, egocéntricos y orgullosos.

Su mundo gira alrededor de ellos y sus necesidades, importándoles muy poco los deseos y/o necesidades de los demás.

Cuántas veces hemos sabido de ocasiones en que alguna famosa estrella, guiada por su egocentrismo y orgullo, ha hecho algún berrinche público trayendo vergüenza a sí misma y a todos los que la acompañan. No hace mucho tiempo, cuando visitábamos el hermoso país de Argentina, después de una noche de ministración, regresé al hotel y prendí el televisor, buscando algunas noticias.

Tengo el hábito de estar viendo las noticias locales, a través del periódico o noticieros en la televisión de las ciudades y países a donde viajo.

En esta ocasión, la noticia del momento era que esa tarde el famosísimo astro de fútbol, Diego Maradona, había tenido una confrontación con los periodistas que estaban frente a la puerta de su casa deseando una entrevista.

El pleito había sido tal, que uno de los periodistas resultó herido a causa de un balín que disparó Maradona, en un momento de furor y descontrol. Al ver las escenas que pasaba la televisión de un hombre soberbio y enfurecido, no pude evitar pensar, con todo el respeto, que este era un hombre que siempre había tenido lo que quería, que nunca le habían negado nada y lo más probable es que sus padres no lo disciplinaron mucho de niño.

Su ego está por encima de las estrellas. Como él, podríamos hablar de muchos. La historia misma nos relata de los desenfrenos y los excesos que tenía el genio musical, Amadeus W. Mozart, que murió muy joven, siendo una de las razones principales de su muerte la vida desordenada que llevaba.

Por desgracia, las malas actitudes y los egos fuera de control no son algo reservado para los que ejecutan las artes en el ambiente mundano, sino que también en el ámbito cristiano existe este fenómeno.

Es por eso que llevo mucho tiempo pensando en que sí son artistas, pero con la letra «H» al principio de la palabra, proveniente del verbo «hartar», porque nos tienen «hartos» con sus actitudes y sus formas orgullosas de ser.

Es tiempo de que esto cambia dentro del Cuerpo de Cristo, y es una de las razones por las que me he propuesto escribir este libro, para ver que Dios levante una nueva generación de ministros de música.

Las cosas que pienso hablar en este capítulo seguramente me traerán algunas enemistades, pero mi deseo no es hablar ofensivamente de nada ni nadie, sino de exponer algunas de las formas equivocadas de pensar que hemos tenido, esperando que el Espíritu del Señor nos haga conocer un mejor camino en el cual podamos andar.

¿REQUISITOS PARA «SERVIR»?

Una de las cosas que caracterizan a los artistas, tanto seculares como cristianos, son las largas listas de requisitos que piden a quienes los invitan, como garantías, antes de ir a tal o cual lugar a «presentarse».

Algunas de estas listas son tan largas, que se han convertido en grandes manuales. En las mismas piden cualquier cantidad de cosas, desde requerimientos de sonido y plataforma (que son entendibles, hasta cierto punto, si es que no se lleva a la exageración), hasta la marca de chicles y mentas que requiere el «artista» durante la presentación, sin mencionar la clase de refresco, fruta, galletas y golosinas que también solicitan.

Hay algunas cosas que pueden causar mucha risa, cuando uno las conoce.

Por ejemplo, supe de una persona que pide que se le instale una ducha a «quince pasos de la parte trasera de la tarima» porque en el intermedio, el «artista» quiere darse un baño y cambiarse de ropa. ¿Qué tal las personas que piden que se las recoja en el aeropuerto en cierto estilo de vehículo, empezando con la marca del mismo hasta el año y modelo? ¿O de las personas que piden que se las traslade por avión… en primera clase? ¿O de las que exigen cierto tipo de hotel, baños, etc.?

En fin, podríamos perder muchísimo tiempo hablando de estos asuntos tan ridículos, pero no lo vamos a hacer.

La única razón por la que las menciono es porque son cosas que no deberían existir en el Cuerpo de Cristo, y sin embargo existen. Creo que estaríamos de acuerdo si supiéramos que esto pasa con los artistas del mundo secular, pero ¡gran sorpresa, al saber que también algunos del Cuerpo han aprendido estas tácticas tan seculares!
Aparentemente lo hacen sin pena porque tienen sus demandas y requerimientos impresos en hojas y manuales que mandan a todas las personas que los invitan.

No le estoy platicando un rumor, o algo que alguien me dijo, sino algo que he visto y experimentado personalmente. Estas hojas se llaman «rider», por si acaso alguien nunca ha visto una. El problema no es el «rider» en sí, sino el espíritu que está detrás de este.

No puedo imaginarme a Cristo pidiendo todos estos requisitos, poniendo todas esas condiciones para hacer lo que vino a hacer: SERVIR y DAR (véase Mateo 20.28).

(CONTINÚA…)

Extracto del libro «¿Qué Hacemos Con Nuestros Músicos?»

Por Marcos Witt

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