Maestros de Niños – El Niño y el Lenguaje del Dolor 5

 

Continuemos.

Este incidente demuestra otro método eficaz para facilitar el lenguaje del dolor con los niños. Es el uso de láminas seleccionadas tomando en cuenta las circunstancias de la vida de los niños, con las cuales ellos podrán identificarse.

La lámina es algo representativo y concreto que provee otra vía de expresión para el niño. A las láminas, se las puede utilizar de muchas maneras en el diálogo con el niño. A veces no hace falta más que mostrar una lámina seleccionada en relación con la circunstancia actual que está viviendo el niño. Entonces se le pregunta si quiere contar lo que está pasando en la lámina. Luego se puede agregar: «Creo que algunas de las cosas difíciles para ti en este momento tienen que ver con algo similar a lo que se ve en esta lámina. ¿Quieres contarme un poco de lo que pasa? Me gustaría poder ayudarte».

3. El Juego del «Kiosco».

Cuando uno está tratando de establecer confianza con el niño, no conviene ser muy directo en el diálogo. En casos así se pueden hacer juegos con las láminas. El juego del «Kiosco» se presta a esto.

El consejero lleva al encuentro una caja de golosinas, cada una con su precio en fichas. También prepara un sobre con «fichas», o pequeños redondeles de cartulina. Se colocan las láminas seleccionadas en un sobre grande.

El niño selecciona al azar una lámina y el consejero le explica que, si puede contar una historia sobre lo que pasa en la lámina, recibirá cierta cantidad de fichas. Si no quiere hablar sobre lo que ve en la lámina, la puede dejar de lado, pero no recibe fichas. A veces también conviene que el maestro participe en el juego contando historias sobre las láminas.

Al final del encuentro el niño puede «comprar» golosinas, según la cantidad de fichas que haya ganado en el juego. Generalmente, al contar una historia sobre la lámina, el niño está dando detalles sobre sus propias vivencias.

 

4. Láminas y Emociones.

Se puede profundizar mucho más el aprendizaje del niño sobre sus emociones usando las láminas junto con las caritas de emociones. Después de seleccionar algunas láminas que vienen al caso del niño, se pregunta: «¿Puedes señalarme una lámina que muestre una situa­ción que te haría sentir tristeza? ¿Preocupación? ¿Enojo? ¿Miedo?, etc.».

Después se puede charlar sobre las vivencias personales del niño, que las láminas traje­ron a su memoria. Del mismo modo, se puede preguntar frente a algunas de las escenas en las láminas: ¿Qué te parece que está sintiendo ese niño? ¿Puedes mostrarme con las cari­tas?

Es importante que el maestro respalde los aportes del niño con afirmaciones diversas tales como: «Es cierto que cuando pasa tal cosa, uno siente tal otra…» o «No es fácil para la persona que enfrenta eso, ¿verdad?», o» Hace falta mucha valentía para sobrellevar una circunstancia así, ¿no es cierto?» De esta manera, el niño siente que sus emociones son válidas y que sus interpretaciones de sus circunstancias están siendo tomadas en serio.

Con esta base de diálogo sobre las experiencias y las emociones, se puede entrar en una dimensión bastante profunda en donde uno ayuda al niño a encontrar formas de resolver sus problemas. Si el niño no encuentra un lenguaje adecuado para hablar de lo que le está pasando, nadie puede ayudarlo a sentir alivio ni consuelo. El trabajo pastoral con el niño nos obliga a utilizar métodos que facilitan su expresión frente a sus problemas.

Utilizando métodos sencillos como éstos, el Espíritu Santo puede guiar a los consejeros de niños a encontrar caminos que conducen a soluciones. Y los niños sentirán el enorme alivio de haberse sentido escuchados.

La tarea pastoral con la niñez es un desafío enorme, que trae grandes satisfacciones. Los que estamos tomando en serio este ministerio nos damos cuenta de que, en cierto modo, pastorear a los niños implica llegar al verdadero corazón de las cosas. Ellos reflejan toda la disfuncionalidad de sus familias.

Uno nunca está trabajando solamente con un niño, sino con todo un entorno familiar. La iglesia y su liderazgo tienen que enfrentar esta realidad también. Quizá así comenzaremos a ver lo que tanto anhelamos: un evangelio que transfor­ma verdaderamente las vidas de las familias que componen el reino de Dios.

Extracto del libro “Más Que Maestros”

Por Betty S. de Constance

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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