Maestros de Niños – La Ayuda Pastoral 1

 

 

Lo que la Ayuda Pastoral NO es.

Es importante aclarar desde el principio los parámetros que limitan lo que estoy lla­mando «ayuda pastoral al niño». Cuando uno se acerca al dolor emocional de los niños, la tendencia es de responder con uno de dos ex­tremos.

Uno de ellos es negar las realidades que allí vemos, porque preferimos creer que los niños siguen siendo inocentes y felices.

El otro es decidir que la resolución de su dolor nos supera totalmente y que la única solución es recurrir a la ayuda de un psiquiatra o con­sejero profesional.

La primera de las dos opciones no es váli­da. La segunda, el recurrir a la ayuda profe­sional, es absolutamente necesario en algunos casos. Sostengo que debemos reconocer que el niño sufre gran dolor emocional por las vi­vencias de su hogar y su entorno. Creo que nosotros, los maestros, sin ser consejeros pro­fesionales, podemos hacer algo para aliviar el dolor y traer sanidad emocional al niño.

El maestro que trabaja dentro del contex­to de la iglesia tiene importantes recursos es­pirituales para ofrecer una contención adecua­da al niño. En general, lo primero que hace falta es que empiece a definir su ministerio por lo que llamo «tarea pastoral». Esto signi­fica un compromiso distinto con la tarea de la formación espiritual del niño.

Entre otras cosas, demanda una capacitación cabal para comprender al niño y sus necesidades. Pero sobre todo requiere una disposición de permitir que Dios haga de su vida un canal de ayuda y bendición para el niño, más allá de la mera presentación de una lección los domingos.

Esta postura es sencilla.

El maestro NO está asumiendo un papel para el cual no está capacitado, por ejemplo, el de psicopedagogo o psicólogo.

NO asume un papel de experto en terapia familiar.

NO cree tener todas las soluciones frente a la confusión y el dolor del niño.

Tampoco NO puede resolver todos los casos que le llegan.

Acepta con humildad sus limitaciones y se da cuenta, desde el inicio de su ministerio, de que las necesidades de sus alumnos superan sus capacidades como ser humano. Igualmente reconoce que el entorno familiar del niño queda fuera de su alcance para lograr transformaciones que uno desearía para el bien del niño.

Su ayuda se limita, en la mayoría de los casos, a fortalecer espiritualmente al niño para enfrentar su triste realidad que no tiene soluciones inmediatas.

Debo a la vez enfatizar que la ayuda pastoral NO propone soluciones mágicas al niño.

El maestro, siendo responsable del correcto cuidado pastoral que ofrece al niño, debe presentarle a Dios como realmente es: involucrado en la vida de sus hijos para ayudarlos a tomar buenas decisiones frente a la vida y para fortalecerlos cuando experimentan dolor y sufrimiento. Es, además, un Dios que se compromete con sus hijos para ayudarlos a resistir la tentación al pecado y a transformar situaciones cuando han permitido que los transforme a ellos primero.

La oración es el diálogo constante que utilizamos para desarrollar y fortalecer nuestra relación personal con Dios y por la cual vamos entendiendo sus propósitos en nuestra vida.

La ayuda pastoral al niño TAMPOCO debe definirse en términos de «guerra espiritual».

No hay duda que el Enemigo de nuestras almas lucha continuamente para destruir a grandes y pequeños. No podemos negar tampoco que Satanás utiliza a adultos para destruir a los niños. La guerra espiritual es una realidad en la vida del creyente, sea adulto o niño. Sin embargo, decir que un niño agresivo, malhumorado o deprimido está endemoniado es acusarlo de algo terrible que le crea más confusión aún.

Cuando a ese niño se le trata de hacer «liberación» utilizando los métodos de la guerra espiritual, aumentamos el daño hecho a la vida espiritual del niño. Hay niños que han sufrido grandes trastornos mentales por ser tratados de esa manera. Por cierto, hay niños que han sido expuestos a la influencia satánica por ser obligados a participar en horri­bles ritos de ocultismo. Otros han sido víctimas de tratos abusivos en su hogar. Y algunos han sufrido increíblemente por el efecto del alcoholismo o la drogadicción en sus padres. Todos estos casos representan vidas en riesgo frente a la opresión demoníaca.

Cuando un maestro siente que los problemas de un alumno demuestran trastornos de índole satánico, debe buscar la ayuda de personas experimentadas en la intercesión y personas que han demostrado tener discernimiento espiritual para enfrentar esta realidad de una manera efi­caz.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Más Que Maestros”

Por Betty S. de Constance

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2 Comentarios

  1. Hola Silvia. ¡¡Bienvenida!! Haremos todo lo posible por publicar material para niños de 9 a 11 y ayudarte en tu ministerio. Te bendecimos.

  2. Me gustaria que me enviaran sobre Escuela Dominical, como ayudar a los niños de 9 a 11 años me gusta mucho.Bendiciones
    muy bueno.sil

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