Enseñanza Aprendizaje – La Enseñanza Por Medio De Preguntas 3

 

Continuemos.

3. Preguntas para Relacionar las Verdades de la Biblia con la Vida Diaria.

El propósito fundamental de un estudio de enseñanza bíblica, ya sea en la escuela dominical, en un hogar, o en cualquier otro lugar, es lograr que el alumno primero comprenda las verdades de la Biblia y luego, ponga en práctica lo que ha aprendido. Después de todo, ¿de qué le sirve a un alumno saber datos, fechas, información, si no ve cómo se relacionan con su experiencia diaria? Es responsabilidad suya, como su maestro, ayudarle a «hacer el puente» de la manera más lógica y natural.

Jesús hace un precioso ejemplo cuando contestó a la pregunta: «¿Quién es mi prójimo?» Al concluir con su disertación pregunto: «¿Quién te parece que fue el prójimo de aquel?»

La aplicación a la vida era obvia. El Señor Jesús era un gran maestro, y uno que sí sabía hacer preguntas para relacionar las verdades de la Palabra de Dios con la vida diaria. Estudie en los Evangelios el sistema de Jesús; esfuércese por hacer preguntas que ayuden a los alumnos a descubrir, comprender y poner en práctica las verdades de la Palabra de Dios. Esto reclamará más tiempo para prepararse, claro está, pero dará como resultado buenas preguntas y preguntas que sí enseñan.

Antes de dejar este punto sobre preguntas para relacionar las verdades de la Biblia con la vida diaria, permítanos mostrar un ejemplo más.

El estudio se basaba en Génesis 12. El maestro hizo una pregunta así: «¿Les parece que fue difícil para Abraham salir de Ur e ir a una tierra desconocida?» Este es un buen ejemplo del tipo de preguntas que no se debe hacer. ¿Por qué? Sencillo. Esta pregunta se puede contestar con un «sí» o un «no» y no ha guiado a nada a nadie. Se puede contestar hasta sin pensar.

Una pregunta más estimulante sobre el mismo pensamiento podría ser: ¿Qué dificultades personales, familiares, económicas y físicas experimentó Abraham como resultado de su decisión de salir de Ur? Otra derivada: ¿Qué factores pudieron haberle hecho difícil salir?

Una pregunta de aplicación a la vida se podría formular así: «¿Qué dificultades personales, familiares, económicas y físicas le hacen difícil a usted responder al llamado de Dios hoy?»

 

4. Preguntas para Evaluar el Proceso de Enseñanza-Aprendizaje.

Evaluación es el proceso mediante el cual el maestro y los alumnos verifican los resultados del esfuerzo realizado durante la enseñanza y el aprendizaje. La evaluación ayuda al alumno a reflexionar sobre su propia condición y a asumir la responsabilidad de sí mismo.

Naturalmente, ¿por qué invertir tiempo y energía en actividades de enseñanza si uno no tiene interés por observar los resultados? Cuando pensamos en la evaluación, muchos maestro y alumnos piensan en el sistema de «exámenes» de la escuela tradicional. En ella se sienta separados a los alumnos (para que no se copien), se les entrega un «test», prueba o examen, se les hace guardar silencio y unos días después, reciben una tarjeta con los resultados.

Si para la escuela de todos los días es un sistema muy negativo, para la enseñanza y el estudio de la Biblia lo es todavía más. La evaluación es más que papel y lápiz al final de un estudio.

La evaluación es una actividad de cualquier tipo que el alumno realiza para dar evidencia o demostrar que ha alcanzado la meta. Entonces, las preguntas que se formulan con fines de evaluación, tienen que exigir del alumno un tipo de respuesta por medio de la cual demuestre que ha alcanzado la meta.

Una maestra de jóvenes deseaba que sus alumnos aprendieran de memoria las bienaventuranzas de Mateo 5. Después de varios ejercicios y actividades de memorización indirecta hizo esta pregunta: «Si yo les doy dos listas; en una aparecen las bienaventuranzas y en otra la condición para obtenerlas, ¿podrían ustedes relacionarlas como aparecen en Mateo 5?» Acto seguido le entregó a cada alumno las dos listas y ellos hicieron la relación.

En otra clase estaban tratando con personajes de la Biblia. Al momento de evaluar el maestro dio el nombre de un personaje de la Biblia a cada alumno. Después les indicó que describiría algo de la vida de uno de los personajes. Aquel alumno que tuviera el nombre debía ponerse de pie y decir quién era. Recibía entonces un papel con el nombre de otro personaje escrito en él y debía describirlo. El alumno que identificara al personaje y tenía ese nombre, se ponía de píe y se repetía el procedimiento. Era un ejercicio de evaluación sin decirles: «Hoy haremos un examen de lo que estudiamos durante el trimestre».

Extracto del libro “Ideas Prácticas Para Maestros y Obreros”

Por Autores Varios

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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