Clásicos Cristianos – Pablo, su Capa y sus Libros 1
Pasaje clave: 2º Timoteo 4:13.
Me atrevo a decir que mi texto contiene mucho para nuestra instrucción espiritual. Confío en que esta capa abrigue nuestros corazones esta mañana, que estos libros os instruyan, y que el mismo apóstol pueda seros ejemplo de heroísmo capaz de estimular vuestras mentes a la imitación.
1. Primero, miremos esa famosa capa que Pablo dejó en casa de Carpo, en Troas.
Troas era un importante puerto de mar del Asia Menor. Es probable que el apóstol Pablo fuera apresado en Troas, cuando por segunda vez fue conducido ante el emperador romano. Los soldados generalmente se apropiaban de cualquier pieza extra de ropa que hallaran en poder de una persona arrestada, siendo consideradas tales cosas como el botín de los que efectuaban la detención. Quizá el apóstol fuera advertido de antemano de su captura, y prudentemente confiara sus libros y su prenda exterior, que componía todo su ajuar, al cuidado de cierto honrado ciudadano llamado Carpo.
Aunque Troas estaba a seiscientas millas de Roma, el apóstol es demasiado pobre para comprarse otra pana, de modo que da instrucciones a Timoteo, que ha de pasar por allí, para que le traiga su capa. La necesita mucho, porque se avecina el crudo invierno, y el calabozo es muy, pero muy frío. Estas son, en breve, las circunstancias.
Qué clase de capa era, ciertos eruditos comentaristas han gastado páginas enteras en tratar de descubrirlo; pero como nosotros no sabemos nada, ni creemos que ellos supieran más que nosotros, dejaremos este asunto para ellos.
¿Pero qué nos enseña la capa? Son cinco o seis las lecciones que contiene.
A. La primera es ésta: nos permite percibir con admiración cuán completamente se sacrificaba el apóstol Pablo por el Señor.
Recordad, mis queridos amigos, lo que en un tiempo era el apóstol. Era grande, famoso, y rico; había sido educado a los pies de Gamaliel. Era tan celoso entre sus hermanos, que no podía menos que merecer su sincero respeto. Fue acompañado por una guardia de soldados cuando iba de Jerusalén a Damasco. No sé si eí caballo que montaba era suyo, pero debe haber sido un hombre importante para que se le asignara un lugar tan importante en cuestiones religiosas. Era hombre bien visto en la sociedad, e indudablemente todos los que veían al joven Saulo de Tarso se dirían: «Llegará a ser un gran hombre; tiene todo lo que puede desear en la vida; tiene una educación liberal, un temperamento ardiente, abundantes dotes, y la estima general de los dirigentes judíos; llegará a ser una eminencia». Pero cuando el Señor le salió al encuentro aquel día, en el camino a Damasco, ¡cómo cambió todo para él! Entonces pudo decir con verdad: Las cosas que para mí eran ganancia las he reputado por pérdida, por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor.
Empieza a predicar, y allá va su carácter. Nada es ahora demasiado malo para Pablo entre sus relaciones judías. «Fuera de la tierra con tal hombre; no conviene que viva», era la exacta expresión del sentimiento de los judíos hacia él. Continúa sus trabajos, y desaparece su fortuna -o bien la ha distribuido entre los pobres, o le ha sido secuestrada por sus antiguos amigos. Viaja de lugar en lugar con no poco sacrificio de sus comodidades.
La esposa con la que probablemente estuvo antes unido, porque ningún soltero podía votar en el sanedrín, como lo hizo Pablo contra Esteban, ha muerto, y el apóstol prefiere ahora la vida solitaria para darse por entero a su labor. Si sólo hubiera esperado en este mundo, hubiera sido el más miserable de los hombres. Los años han blanqueado sus cabellos, y ahora los mismos que le debían su conversión lo han olvidado. La primera vez que vino a Roma estuvieron a su lado, pero ahora todos se han ido como las hojas en invierno, y el pobre anciano, «el anciano Pablo», se encuentra solo sin nada en el mundo que pueda llamar suyo, más que una vieja capa y unos libros, y estas cosas a seiscientas millas de distancia.
¡Ah, qué vacío se encontraba, y a qué extremos de indigencia estaba dispuesto a llegar por el nombre de Cristo! No os quejéis de que mencione su ropa: otro más grande que él lo hizo, y lo hizo en una hora más solemne que aquella en que Pablo escribía su epístola. Recordad quién fue que dijo: «Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes». El Salvador debe morir en absoluta desnudez y el apóstol es hecho algo semejante mientras se estremece sentado en el frío calabozo.
(CONTINÚA…)
Por C. H. Spurgeon
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Hola Alejandra. ¡¡Bienvenida!! Sí, realmente la vida de Pablo es increíble y uin modelo a seguir. ¡¡Gracias por compartir!! Bendiciones.
Hola es muy lindo este devocional!!!! y la vida de pablo es increible Dios les bendiga mucho por este trabajo!!!