dale-a-dios-lo-mejor-de-tiDevocional Diario – Dale a Dios lo Mejor de Ti, para que Puedas Esperar lo Mejor de Él

 

Pasaje clave: 2º Samuel 24:24

 

David había pecado y, debido a esto, una plaga sobrecogió al pueblo. Para expiar su pecado, el Señor le dijo a David que construyera un altar en la era de Arauna, y que ofreciera un holocausto para que la plaga se detuviera. Arauna trató de regalarle el terreno, los bueyes y las otras cosas para el sacrificio, pero David insistió en pagarle, diciendo que no podía presentar una ofrenda a Dios que no le hubiese costado nada.

En el mismo centro de la fe está que tu ofrenda implique un sacrificio. Tu ofrenda no será una ofrenda viva a menos que te cueste algo, algo que represente una porción de tu vida misma. De no ser así, no producirá una buena cosecha.

Nuestras ofrendas a Dios deben poseer las siguientes cualidades:

 

1. Debe ser lo mejor que podamos ofrecer.

Cuando le damos a Dios lo mejor estamos en posición de esperar lo mejor de parte de Dios.

Ej. Caín y Abel (Gen.4) (La decisión estaba en el corazón) 4.1–10 La sangre, algo esencial para estar bien ante Dios, El asunto de los sacrificios de sangre, como parte esencial de nuestra posición ante Dios, se presenta por medio de las ofrendas de Caín y Abel. De acuerdo con la lección fundamental que ofreció Dios en relación con el pecado de Adán y Eva (3.21), la ofrenda vegetal de Caín, fruto de sus propios esfuerzos, era una ofrenda para justificarse a sí mismo y una negativa a vivir bajo el pacto revelado de Dios. La ofrenda de Caín fue rechazada, de la misma forma que lo fue el intento de Adán de usar hojas de higuera para cubrirse. Pero la ofrenda de Abel, un sacrificio de sangre, agradó a Dios.

El sacrificio de animales en el huerto por parte de Dios había sentado el principio de la sangre como la vía para acercársele. Quedó en evidencia que adoptar una actitud adecuada ante un Dios hacedor de pactos era asunto de vida o muerte, y no algo que dependía meramente de los esfuerzos humanos.

Lo mejor que tienes, es tu propia vida.

 

2. Dios debe tener prioridad en nuestras ofrendas.

El primer pensamiento en nuestras mentes, luego de haber recibido algo, debería ser, cómo puedo ofrecer una porción de mi cosecha a la obra del Señor.

Todo lo que se recibe, por fe, hay que mantenerlo en fe.

Todo lo que se recibe por gracia, tiene que darlo por gracia.

 

3. Nuestras dádivas deben ser generosas.

Sembrar mucho, para recoger mucho. (2º Co.9:6)

Se debe sembrar por fe, y obediencia. (Dt.14:22-26)

 

Conclusión.

No creo que tengamos que poner nuestra esperanza en un “evangelio mágico” sino, en obedecer los mandatos del Señor. Tenemos que obrar con seriedad. Es necesario pagar un alto precio para obtener la victoria. Jesús pagó un alto precio. El vio lo costosa que era tu vida, y por eso murió por vos.

Por Pastor Juan Herrera

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