Estos días han sido particularmente luchados. Ahora mismo estoy levantado por una migraña increíble que me adelantó al reloj.  Hace unos días atrás me estaba duchando y pensando en enviar un sms pidiendo que oren por mí. Cuando salgo, una de las personas que barajaba para pedir oración me llama…  para decirme que no podía contar con él. Así que, antes de ir a esa reunión le dije a mi esposa: Ora por mí.

Los días luchados son días complicados, especialmente cuando casi en todo momento se requiere que estemos dando… ¿qué voy a dar? Si cuando me tapo la cabeza… el diablo me pega en el estómago y cuando me cubro el estómago me pega en la cabeza…  Sin embargo, no se requiere de mí que siempre esté bien, sino que siempre esté listo…

Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros (2 Co.4:7). 

Pablo está en un tiempo interesante en su vida. Según sus propias palabras: Atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. (2 Co.4: 8-9).

Sus días seguramente son más complicados que los míos… pero el efecto es el mismo: opresión. Es en medio de esta situación donde Pablo compone una figura que es la definición, según Watchman Nee, del cristianismo: “El cristianismo no es el tesoro, el cristianismo no es el vaso de barro, el cristianismo es el tesoro en vasos de barro”.

Lo tremendamente maravilloso de Dios es que haya puesto el tesoro (el evangelio) en recipientes tan frágiles como vasos de barro (nosotros). Es guardar un diamante en bolsita plástica… lo más caro y duro en lo más barato y frágil. Si ese dúo saliera a subasta no cabe duda que el precio lo fijaría el diamante, no la bolsa plástica… sin embargo, como vienen juntos se pagaría una fortuna por el lote completo. Paradójicamente, cuanto más frágil y endeble es el contenedor, más maravilloso es el contenido. Nadie pensaría que la bolsa plástica le resta valor al diamante, tampoco se lo suma, solamente lo contiene.

He estado este fin de semana, orando, ministrando, el domingo mismo como 20 personas tuvieron un encuentro con Jesús. El envase endeble no hace otra cosa que demostrar la tremenda gloria de lo que lleva dentro.

El domingo por la mañana cuando terminó la reunión se me acercó un hermano para que orara por él. Tiene parkinson. Oré por su familia y por sanidad… pero mientras lo oía no pude menos que verlo… allí detrás de la fragilidad de una salud quebrada… se veía el tesoro. Este hermano hubiera tenido excusas para no haber venido, podría haberse enojado con Dios, podría haberse auto compadecido… pero eligió alabar, orar, ofrendar, pedir sanidad y escuchar la Palabra. Otra vez… El envase endeble no hace otra cosa que demostrar la tremenda gloria de lo que lleva dentro.

Hoy es un día que, por ahora, sigue complicado… pero igual me puse a orar y a leer la Palabra… a escribir mi devocional… a orar por vos que estás leyendo esto… a ir a la oración… seguiré el día ministrando y confiando en el obrar de Dios a mi favor… ¿Por qué lo hago? ¿Porque soy extraordinario? No, soy una bolsita de plástico… pero dentro mío está el diamante más puro y maravilloso, dentro mío está Jesucristo.

Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno. (2 Co.4:16-18)

Sigo adelante, no reniego, no bajo un cambio, no permito que el desánimo me abata, no dejo de ministrar, no retrocedo… cuanto más se raje este cacharro de barro, más se verá el tesoro que contiene.

Hoy nuevamente me levanto a declarar que este será mi mejor año, que la gloria que viene no es nada comparado con el precio que estamos pagando y que al fin y al cabo todos estos conflictos acabarán trayendo más bendición sobre nosotros.

¿Qué? ¿Brilla? No soy yo… es el diamante que Dios puso en mí, una frágil bolsita de plástico.

Por Daniel Cattaneo

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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