“… y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río. Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería”. (Éxodo 2:2-4)

Sin lugar a dudas Jocabed según Hebreos actuó con fe y con Temor de Dios. Ella y su esposo, no temieron en decreto de faraón y preservaron la vida de su pequeño hijo varón. Me asombra, que una generación haya dado a sus hijos. Que la Biblia hable de ellos como una excepción… pero a veces, la integridad es una moneda muy difícil de conseguir.

Ella obró con integridad, con fe y temor de Dios. Durante tres meses se burlaron del sistema, pero la situación ya era imposible y entonces recibió una idea. Loca, sin futuro, arriesgada, esta idea parecía obedecer la orden de faraón (arrojar los niños al río) sin embargo, había una llave de sabiduría que parece nadie haber notado. Haría una cesta, la calafatearía y la arrojaría al río. Siempre hay una salida para quien obra en integridad, fe y temor de Dios. Faraón puede acorralar, pero siempre hay una salida.

Ella puso el arca en el agua y colocó a María, su hija, para que viera que acontecería. Hay momentos en que, habiendo obrado con fe y temor de Dios, lo único que nos queda es mirar para ver lo que Dios va a hacer. Obviamente, había un plan… y el plan resultó. La historia es conocida, la hija del infanticida encuentra la canasta, lo prohija y lo devuelve a la madre para que lo cuide.

Cuando obras con fe y temor, muchas veces lo único que te queda es esperar para ver como Dios obrará, pero siempre el favor te devolverá lo que preservaste por respeto a Dios.

Esta mañana me siento como Jocabed, en muchas cosas no se más que hacer, así que lo único que me queda es ponerlo en la cesta de las manos de Dios, pintada por dentro por fuera por la sangre de Cristo y encomendar ese asunto a su sabiduría. Me sentaré como María a ver lo que Dios hará, no será una espera pasiva, sino que ni bien vea como juega Dios yo me uniré a su juego para seguir siendo activo en su propósito en mi vida. 

Lo único que tengo que estar seguro es que el temor y la fe me permitirán recibir el favor que hoy parece esquivo. Dios siempre honra a la gente de fe. 

Señor, te dejo esto que tanto amo en tus manos, nadie mejor que vos para cuidar lo que es tuyo, déjame ver tu favor y seguir participando en tu proyecto redentor para mi generación. Amén.

Por Daniel Cattaneo

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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