Devocional Diario – Pida Correctamente al Orar

 

Parte de unas buenas relaciones radica en la sensibilidad hacia las demás personas y sus necesidades. En nuestra relación con Dios, obviamente Él ya conoce nuestras necesidades.

Jesús dijo en Mateo 6.8: «Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis». Pero, ¿hasta qué punto sabemos lo que Dios quiere para nosotros? Es una ironía que sepamos menos acerca de nosotros mismos que Dios.

Tenemos que aprender a ponernos a disposición de la agenda de Dios. A menudo nos empeñamos en la nuestra, ciegos a lo que Dios tiene para nosotros. Muchas veces Dios, en su misericordia, retiene sus respuestas a nuestras oraciones hasta que acudamos a Él con la petición buena. Ruth Graham, la esposa del evangelista Billy Graham, una vez dijo: «Dios no siempre ha respondido mis oraciones. Si lo hubiera hecho, me habría casado con el hombre inadecuado varias veces».

Dios tiene muchas cosas increíbles y maravillosas para nosotros si tan solo las pedimos. Pero si no las pedimos, ¿cómo puede entonces dárnoslas (Santiago 4.2)?

¿Cómo aprendemos a pedir como es debido? Jesús lo dijo en Mateo 7.7–8.

Estas palabras (pedid, buscad y llamad) me sirven de recordatorio de cómo orar a Dios de la manera que a Él le agrada. Creo que de la misma manera que me ha ayudado a mí también la ayuda será para usted:

PEDID: Cuando nos acercamos a Dios y le pedimos algo, esto implica que tenemos una necesidad que queremos que se satisfaga. De modo que, si queremos pedirle lo que es bueno, primero deberíamos examinar nuestras necesidades. Si son genuinas y están de acuerdo con la voluntad de Dios, podemos pedir con motivos puros y esto es crucial para lograr que sean contestadas (Santiago 4.3).

Mientras se prepara para acercarse a Dios y pedirle algo, responda las siguientes preguntas. Le ayudarán a examinar sus necesidades y dirigir mejor sus peticiones:

1.   ¿Es mi petición buena y útil para todo a quien atañe?

2.   ¿Está mi petición de acuerdo con la voluntad de Dios?

3.   ¿Armonizará con mis dones?

4.   ¿Me acercará más a Dios?

5.   ¿Qué parte me toca hacer para lograr su respuesta?

Si puede examinarse a sí mismo y a sus peticiones sinceramente, esto le da libertad a Dios para obrar en usted cuando sus peticiones no son puras y para responderlas cuando sí lo son.

 

BUSCAD: Cuando la gente busca, como Jesús nos manda a hacer, pide sin hacer un esfuerzo. La búsqueda implica que Él espera que hagamos nuestra parte, aun cuando le pedimos que haga la suya. Así pues, cuando Jesús nos manda a orar diciendo: «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy», no quiere decir que vamos a sentarnos y esperar que Dios nos mande el maná del cielo. Después de todo, las Escrituras dicen que el que no trabaja, tampoco coma (2º Tesalonicenses 3.10).

Lo que Jesús quiere decir es: «Danos la oportunidad de ganar nuestro pan». Dios no provee para los haraganes.

La oración sin acción es presunción. Cuando oramos, debemos hacer nuestra propia inversión, tal como Jesús nos enseñó en la parábola de los talentos. El resultado es nuestra remuneración y Dios accede en darnos aun más, como dice en Mateo 25.29.

Hay un refrán que probablemente haya oído alguna vez: «El que ora y ora, pero no actúa en lo que sabe, es como el que planea y planea, pero nunca siembra». Veo que esto es cierto. Dios no hará lo que solo Él puede hacer hasta que no hagamos todo lo que podemos hacer. Luego, cuando oramos, debemos estar listos para hacer nuestra parte.

 

LLAMAD: Cuando Jesús nos manda a llamar nos pide que seamos persistentes. La Versión Amplificada [en inglés] aclara de esta manera el pasaje de Mateo 7.7–8: «Continúen pidiendo y se les dará; continúen buscando y hallarán; continúen llamando [reverentemente] y la puerta se les abrirá. Porque cualquiera que siga pidiendo, recibirá, y el que sigue buscando, hallará, y a quien siga llamando, la puerta se le abrirá».

Cuando nuestras oraciones no hallan respuesta, Él quiere que continuemos orando hasta que esta venga o Él cambie nuestra petición. Y siempre sucede así. O viene la respuesta o Dios cambia nuestro corazón y nuestra petición. Por ejemplo, vea el caso de Abraham y Sara en el Antiguo Testamento. Oraron por un hijo y Dios respondió su petición, aunque décadas más tarde de lo esperado. Pero Dios contestó.

Y en el caso de Pablo, ¿recuerda cómo oró una y otra vez para que Dios le quitara su «aguijón en la carne»? Después de orar por tercera vez Dios le dijo: «Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12.9). Fue entonces cuando Pablo se dio cuenta de que el aguijón estaba allí por una razón, y entonces cambió su perspectiva en la oración. Alineó su voluntad con la de Dios y aprendió a contentarse.

Dios honra la persistencia y bendice grandemente nuestra obediencia. Cuando ore, no se dé por vencido. Mantenga una actitud positiva y continúe pidiendo, buscando y llamando.

Extracto del libro «Compañeros de Oración»

Por Jhon C. Maxwell

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4 Comentarios

  1. para que Dios me haga justicia contra los que se levantan contra mi contra mis opresores contra mis enemigos contra hombres violentos mentirosos orgullosos habladores que se levantan contra mi pues de Dios es la venganza y el es que dara el pago.

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