Es triste decirlo, pero la inmoralidad sexual ha sido y es el pecado que más líderes se ha cobrado. Ministerios diezmados, familias destruidas, iglesias sin impacto, han sido el resultado de la crisis moral en estos últimos tiempos.

El diablo tiene interés especial en deteriorar nuestra moral. Ha direccionado su ataque. Líderes, pastores, encargados de obras, ancianos, diáconos, obreros, profesores o estudiantes de institutos bíblicos son el blanco preferido por él. Si él pudiera lograr una caída en el liderazgo se anotaría una victoria estratégica en su intento por desacreditar a la iglesia y poner en ridículo el nombre de Jesús. Permítanos sugerirle algunos pasos prácticos para evitar y resistir la tentación sexual:

  1. Nunca minimice la tentación sexual.

Se ha dicho que, por lo menos una vez en la vida, seremos tentados en el plano sexual. No crea esta tonta mentira que dice: “cuanto más espiritual sea una persona, menos tentación tendrá”. Nadie pondría en duda la integridad moral y espiritual de Jesús; aun así, él fue tentado sexualmente. La Biblia dice: “el diablo le puso a Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para hacernos pecar, sólo que Jesús nunca pecó”, Hebreos 4:15, BLS. Entre todas las trampas, bien pudo existir una que incluyera lo sexual.

No hay disciplina espiritual que nos haga inmunes a las tentaciones sexuales. Simplemente reconozcamos que somos vulnerables a la inmoralidad. Como lo dijo William Cutrer: “no existe el matrimonio a prueba de aventuras extramatrimoniales”.10 La advertencia de Pablo merece un lugar prominente en nuestros ministerios: “considérate a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”, Gálatas 6:1. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga”, 1ª Corintios 10:12.

  1. Nunca acuse a otros por sus elecciones morales.

En otras palabras, hágase cargo de sus decisiones. La impotencia espiritual y la debilidad moral son resultados de nuestras desafortunadas elecciones morales. Randy Alcorn dice: “a menudo se dice que la gente “cae” en la inmoralidad. La expresión es tan reveladora como defectuosa y peligrosa. El término caer denuncia una mentalidad de víctima. Suena como que el colapso moral viene de ningún lugar, que hay poco o nada que pudiéramos haber hecho para evitar lo que ocurrió. No caemos en la inmoralidad, sino que caminamos hacia ella. Ciertamente, a veces corremos de cabeza hacia ella. La inmoralidad es una elección. No es algo que le ocurre a la gente. Es algo que la gente hace que ocurra. Si dependemos de nuestro Salvador y tomamos pasos deliberados y progresivos para cultivar la pureza y evitar la inmoralidad, podemos evitarla. Ella no nos elige. Nosotros la elegimos, o elegimos evitarla”.

  1. Evite la conexión emocional con personas del sexo opuesto.

Nadie cae de un día para otro. Ninguna persona se levanta una mañana diciendo: “¡qué hermoso día, es una ocasión propicia para pecar!”. Existe un proceso lento de flojera espiritual que termina conduciéndonos al desastre moral. La mayoría de las infidelidades ocurren en la proximidad. La aventura comienza con una relación de amistad en el trabajo o en la oficina. Sienten una admiración, como una especie de amor platónico del uno hacia el otro y se encuentran compartiendo el mismo ministerio, las mismas obligaciones y, a veces, el mismo ideal. Y a medida que los dos desarrollan esta amistad, que a veces lleva muchos años, gradualmente comienza a convertirse en más romántica de lo que debiera. Ellos dan un paso más allá de la línea y empiezan a compartir cosas no apropiadas. La aventura comienza cuando surgen sentimientos mutuamente compartidos, aunque no haya habido ninguna actividad sexual. Si ellos comparten esos sentimientos, traspasan esa línea y, como consecuencia, recibirán resultados desastrosos. Se va gestando entre ellos un proceso sutil, pero poderoso, de fusión de almas. Y, aunque no exista todavía una aventura física o sexual, ya han comprometido su integridad moral. Randy Alcorn dice: “recuerde esta gran verdad: una relación puede ser sexual mucho antes de ser erótica.

Sólo porque no estoy tocando a una mujer, o sólo porque no estoy fantaseando encuentros eróticos con ella, no significa que no estoy comprometiéndome sexualmente con ella. A menudo lo erótico viene al final de la atracción sexual”.

  1. Gane su batalla moral en sus tiempos secretos con Dios.

Si bien es cierto que la madurez espiritual no garantiza la ausencia de tentación, sí nos capacita para evitarla y resistirla. Alguien dijo que la integridad es hacer lo correcto cuando nadie nos está mirando. Una vez le preguntaron a John Stott cuál había sido el secreto de su éxito ministerial. Él dijo: “mi rutina diaria”. Explicó que aparta una hora diaria, media jornada semanal, un día al mes y una semana al año para cultivar su vida espiritual. Se gana mucho más en una hora con Dios que en toda una vida sin él. La acción no debería sacrificar la reflexión. No priorice más el trabajo para Dios que la comunión con Dios. Él está más interesado en el obrero que en su obra.

Haremos bien en recordar que Jesús llamó a sus discípulos para que “estuviesen con él” y, luego, para “enviarlos a predicar”, Marcos 3:14. Nosotros hemos invertido el contenido de ese versículo y, por ende, servimos a Dios sin antes haber estado con Dios.

Dos cosas son diferentes en la Palabra de Dios: “el oír” y “el hacer”. Una parte importante de todo siervo de Cristo es “oírlo a él”, a fin de saber qué debe “hacer para él”. Hay algo más que la actividad. El que siempre hace, corre el riesgo de hacer demasiado. Será por demás instructivo meditar en las palabras dichas por Isaías: “…despertará mañana tras mañana mi oído para que oiga como los sabios”, Isaías 50:4. C.H.M dijo: “para poder trabajar para Dios exteriormente, es preciso estar con él interiormente. Es necesario que yo me mantenga en el santuario secreto de su presencia, o de lo contrario fracasaré completamente en mi servicio”.

  1. Tenga cuidado con lo que mira.

La mayoría de las tentaciones comienzan por la vista, Génesis 3:6; Josué 7:21.

Alguien dijo una vez: “no está mal mirar a una chica, lo que está mal es desnudarla con la mirada”. Un pastor explicó: “la primera mirada no está mal, sino la segunda”. Entonces un joven levantó la mano y preguntó: “pastor, usted dice que la primera mirada no está mal”. “Sí”, dijo el predicador. El joven volvió a insistir: “y usted dice que la segunda mirada sí está mal”. “Sí”, volvió a responder el pastor. Aquel joven terminó preguntando: “¿y cuán laaaaarga puede ser esa primera mirada?”.

Recuerde que los pecados de varios personajes bíblicos comenzaron con la vista. “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto…”, Génesis 3:6.

Hay cuatro palabras que constituyen los peldaños en la escalera descendente al pecado: ver, codiciar, tomar y esconder.

El caso de David es otro ejemplo. El capítulo once del segundo libro de Samuel nos comenta la triste historia del hombre a quien Dios había llamado varón conforme a mi corazón: “sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer…”, 2º Samuel 11:2. El versículo 4 dice: “y envió David mensajeros y la tomó…”.

Jesús nos advirtió diciendo: “por tanto, si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno”, Mateo 5:29 NVI. Jesús sugiere tomar una acción drástica para librarse de todo aquello que nos tiente a pecar. Por eso en el desierto él dijo con tanta vehemencia: “vete Satanás”, Mateo 4:10.

No debe ignorar que los ojos son órganos sexuales muy poderosos. Helen Fisher dice: “tal vez sean los ojos y no el corazón, ni los genitales ni el cerebro, los órganos donde se inicia el romance, pues es la mirada penetrante la que provoca la sonrisa humana”.14

Además se ha comprobado que la mirada fija de dos o tres segundos puede despertar un deseo sexual intenso. En otras palabras, si un joven tiene cierto interés por una chica o viceversa, sus pupilas se agrandan.

Por tanto, tenga cuidado con sus ojos. Una acción es la publicación de un pensamiento. Una mirada codiciosa conduce a menudo a pensamientos pecaminosos que pueden dar lugar a una acción inmoral. Job tiene un buen consejo que darnos: “hice pacto con mis ojos; ¿Cómo, pues, había yo de mirar a una mujer para codiciarla?”, Job 31:1. Un pacto con los ojos es una buena decisión para evitar todo pecado sexual.

Extracto del libro Sexualidad Sana, Liderazgo Sólido

Por José Luis y Silvia Cinalli

 

Artículo anteriorSexualidad – EL PODER DE LA TENTACIÓN SEXUAL 2
Artículo siguienteSexualidad – LA LEY DE LA LIBERTAD 2
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre