“La disciplina sin libertad es tiranía;

la libertad sin disciplina es caos”.

Cullen Hightower

Introducción

Dos son los lugares donde debería hablarse de sexualidad con libertad y sin prejuicios: el hogar y la iglesia. Paradójicamente, son los dos lugares donde “de eso no se habla”.
En materia sexual es indiscutible la gran confusión que existe. Por un lado, la religión parece decir: “no lo hagas”; por otro lado las escuelas, guardan silencio y, finalmente, los medios de comunicación masiva, la exaltan desmedidamente. Revistas, películas, programas de TV, canciones y amigos parecen gritar: “hazlo”, como si la libertad fuera suficiente y el deseo lo justificara todo.

En este apartado hablaremos de la libertad en materia sexual, que consiste en tomar decisiones responsables; no bajo presión ni por obligación, ya que la verdadera libertad consiste en tomar cada decisión por convicción personal.

Anexo: “El juego de la seducción”.

Esta actividad se recomienda como una introducción a “la ley de la libertad”. Antes de comenzar con “La historia de José”, realice esta dinámica que permite una identificación personal con la tentación sexual y disminuye, por ende, las defensas respecto del tema.

Para llevarlo a cabo, pida a los participantes que se sienten en círculo. Explique que el objetivo del juego es seducir a otra persona para que sonría. La persona que intenta seducir se llamará “seductor”, y la que está siendo presionada a sonreír se llamará “víctima”.

Reglas del juego:

El seductor:

  1. Debe sentarse junto a la víctima e intentar que sonría.
  2. Puede rogar, suplicar, contar chistes, hacer monerías, etc., pero no puede tocar a la víctima.
  3. Debe repetir tres veces la siguiente frase: “si me quisieras, lo harías”. Cada vez que el seductor diga: “si me quisieras, lo harías”, la víctima debe responder: “te quiero, pero no voy a sonreír”.
  4. Si la víctima ríe, pasa al rol de seductor y el proceso se repite nuevamente con otra víctima seleccionada.
  5. Si la víctima consigue resistir, el seductor se dirigirá a una nueva persona. Luego de dos intentos sin éxito, se elegirá un nuevo seductor y una nueva víctima.

El juego dura cinco minutos. Al finalizar, el moderador debe preguntar a los participantes:

‐ ¿Qué experimentaron en el rol de seductor? ¿Cómo se sintieron? Posibles respuestas: fue divertido, desafiante, vergonzoso, etc.

‐ A las víctimas: ¿fue difícil o fácil resistir a la tentación de sonreír? Invite a que puedan explicar qué sintieron. Posibles respuestas: fácil, no tenía ganas de sonreír; difícil, el seductor era muy gracioso, etc.

Conclusión que comparte el moderador. Como a casi todos se nos hizo difícil no sonreír durante este juego, a muchas personas se les hace difícil decir que “no” a la presión de tener relaciones sexuales.

La historia de José

  1. José actuó conforme a sus convicciones y no a su conveniencia, Génesis 39:12.

Las convicciones determinan nuestro comportamiento. La forma en la que nos comportamos es un reflejo de los valores que creemos. En otras palabras, lo que usted es determina lo que usted hace. Jaime Barylko dijo: “los valores son como el agua de los peces en el mar o en el río. Están sobreentendidos. No se reflexionan, no se piensan. Cuando están, funcionan. Valor es algo que funciona, que te moviliza… Hacemos algo porque en ese hacer hay involucrado un valor. Y si ése es un valor superior, sacrificamos por él valores inferiores… Y no pensamos. Actuamos. El valor empuja, impulsa”. El fuego de la tentación probó que para José el valor de la santidad y el amor a Dios eran más fuertes que la pasión o el deseo de desahogo sexual. Si usted quiere saber qué cree una persona, observe cómo se comporta. A. Carnegie dijo: “a medida que me pongo más viejo, presto menos atención a lo que los hombres dicen. Sólo miro lo que hacen”.

  1. José actuó por amor a Dios y no por amor a sí mismo, Génesis 39:10.

La descarada esposa de Potifar acosaba a José, vez tras vez, con propuestas e insinuaciones sexuales. Él soportó el martirio a fuego lento de sus seducciones. Finalmente, llegó un día en que ella lo planeó todo. Despidió la servidumbre del palacio y esperó sola por él. José, como de costumbre, vino a trabajar sin saber lo que le esperaba. Siendo joven, solo y extranjero, bien pudo “aprovechar” la situación; pero renunció a causa del temor a Dios: “… ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”, Génesis 39:9. Conocía qué agradaba a Dios y evitó pecar. Necesitó valentía y una profunda convicción de temor a Dios para resistir a tal embate y a tal presión.

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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