Estudios Bíblicos – CONSECUENCIAS DEL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO 1

Estudios Cristianos – Consecuencias del Bautismo del Espíritu Santo 1

1. Introducción.

¿Cómo hacer cuando el enemigo nos causa perturbaciones a nosotros mismos? Aclaremos nuevamente que un cristiano, nacido de nuevo, no puede ser poseído por los demonios pero sí puede ser atacado, perturbado, y a veces bloqueado o atado en algunos aspectos de su persona­lidad. Sin embargo, muchos creyentes se imaginan que son víctimas de una perturbación demoníaca cuando en realidad, inconscientemente, sólo están buscando algo así cómo una excusa, o un pretexto, para explicar ciertas irregularidades o ciertos padecimientos en su propia vida.

Otras veces se aferran a esa fantasía por razones psicológico-espirituales, desajustes emocionales, conflictos íntimos, etcétera. Pero, por supuesto, también hay que admitir que algunos cristianos «dejan la puerta abierta», bajan sus defensas, y caen bajo la influencia satánica (a veces se dan cuenta y otras veces no).

La pertur­bación de origen demoníaco provoca los síntomas que hemos detallado. Por ejemplo, agresividad, odios, rencores, envidias, celos, espíri­tu de venganza (revancha-desquite contra hermanos), agresividad, amargura, «mala cara», etcétera. Esa condición, «nerviosa» e incómoda, sin paz interior, puede ser el resultado de una perturbación diabólica. Para vencerla, el creyente debe someterse a la «cadena de mando» instituida por Dios y reprender al demonio, con toda fe, en el nombre de Jesús. Tiene que hacerlo concretamente, claramente, en voz alta, dentro de su propia casa o en cualquier otro lugar, pero no es conveniente que lo haga en públi­co, Además, debe revestirse de la armadura de Dios (Efesios 6) y conservar la plenitud de la presencia del Espíritu Santo, con sus dones y su fruto en su vida personal.

2. Evidencias del Bautismo del Espíritu Santo.

A. El bautismo del Espíritu Santo no es el punto de llegada para la vida cristiana, sino tan sólo el punto de partida. No es «la meta», sino «la largada». No es «el propó­sito» sino «el comienzo». En Hechos 2 se observa que con el derramamiento del Espíritu Santo la vida de la iglesia empieza a verse pero a partir de allí el proceso tendrá que continuar. El bautismo del Espíritu Santo no es señal de madurez, sino de un principio, de una nueva etapa. Allí recibimos de Dios las herramientas (los dones) y co­menzamos a utilizar esos instrumentos (aprendiendo a usarlos), en el poder del Espíritu.

El bautismo del Espíritu Santo es matricularnos en la escuela de lo sobrenatural, pero de ningún modo es la graduación. No recibimos un diploma, sino un simple certificado de inscripción. El bautismo del Espíritu Santo en este mundo es el estado normal de todo creyente verdaderamente entregado a Dios. No es una experiencia sofisticada, sino la iniciación de una vida de servicio incondicional.

B. Gálatas 5:22-23.Pese a la fundamental importancia de los dones, la principal evi­dencia de la actividad del Espíritu Santo en la vida del creyente es lo que la Biblia llama «el fruto del Espíritu» (el y no los): «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad} bondad, fe, mansedumbre, templanza». Por supuesto, no virtudes simuladas (aunque se hace con «buena intención»), sino fruto auténtico. El fruto del Espíritu demuestra que, de veras, estamos cursando la carrera de «idóneos en lo sobrenatural».

Es cierto que el bautismo del Espíritu nos guía a recibir, descubrir o comprender sus dones. Pero tales dones serán herramientas inútiles si el fruto del Espíritu no se ve en nuestras vidas. Tenemos una ilustración de esto en 1º Corintios 13:1-3. Por ejemplo, Ud. puede hablar en lenguas, tener don de profecía, palabra de ciencia, etc., pero eso no lo servirá si no se advierte en su vida el verdadero amor. (Comparar Romanos 5:5).

(CONTINÚA…)

Por Dr. Ralph W. Neighbour

Adaptado por Samuel O. Libert

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