Estudios Cristianos – El Carácter del Líder 1

 

1. Examínate a Ti Mismo (1º Corintios 11:31).

Cualquier líder tiene o puede tener defectos de carácter. Conviene que te mires en los siguientes «espejos» y descubras si tienes algún parecido:

A. El burlador. Le gusta hacer comentarios burlones o bromas que humillan a los demás, ridiculizando las virtudes o los defectos ajenos con expresiones «humorísticas» que hacen, mucho daño.

B. El chismoso. Usa al grupo para compartir toda clase de rumores, maledicencias, con­jeturas sobre la vida ajena, etc., con aparentes propósitos «piadosos» tales como ayudar a los que están en pecado, orar por ellos, etcétera.

C. El acusador. Cuando él se enoja, siempre dice que su disgusto se debe a otros. Es un especialista en echar la culpa a terceros y muy rara vez reconoce las propias, aunque en este último caso siempre intenta justificarlas.

D. El artista. Hace un «show» de su iras da portazos, patea el suelo, grita, golpea la mesa, tira cosas, llora y luego se queda «haciendo pucheros». Durante varios días, o semanas, pone «mala cara» para que «el público» vea su disgusto.

E. El charlatán. Cuenta su enojo a todos los que quieran escucharlo, sea en la calle, en la iglesia, al terminar un culto, antes de empezarlo, en el grupo, en la casa, en el bar, etcétera. Siempre dice cosas negativas.

F. El sermoneador. Cada vez que exhorta o reprende a alguien, le dice (en privado o en público) un sermón en el que recuerda minuciosamente fechas de pecados, detalles de viejas caídas, etc., con una agudísima memoria para las cosas malas.

G. El «amigo de la verdad». Declara que él siempre dice «la verdad, y nada más que la verdad». Si una chica es fea, le dice que es fea. Si un muchacho es rengo, le dice que es rengo. Frecuentemente dice la verdad con mucha agresividad.

H. El coleccionista. Es un coleccionista de resentimientos y desilusiones propias. Se las guarda, hasta que un día estalla diciendo «¡ya aguanté bastante!» y entonces sa­ca a relucir de golpe toda su negra colección de rencores y afines.

I. El negativo. Censura o rechaza casi toda iniciativa ajena, viéndole toda clase de defectos reales o imaginarios. Recuerda minuciosamente los antecedentes desagradables y es un pesimista incorregible, que magnifica cualquier falla.

J. El religioso. Sabe «dar palos» a través de oraciones públicas, palabras aparentemen­te amables, «elogios» cargados de veneno y sonrisas a granel. Usa la Biblia y la teo­logía, pero en su corazón hay hostilidad contra otros hermanos.

K. El envenenador. Su lengua está llena de veneno mortal (Santiago 3:8). Sus palabras son como latigazos. Es como una serpiente, que en pocos segundos puede atacar y en­venenar a otras personas, matándoles su gozo.

L. El rebelde. Le encanta alzarse contra «la escala de mandos», sobre todo contra las normas de la iglesia o la autoridad de los pastores. Sabe que hace mal y que causa problemas o disgustos, pero persevera en la desobediencia.

M. El saboteador.  Tiene hostilidad hacia otros, pero lo demuestra con actitudes o gestos simbólicos. Por ejemplo: bosteza o mira al vacío cuando hablan otros, interrumpe a los que están exponiendo un pensamiento, pierde cosas, las rompe «sin querer», derrama el café de otros (o cualquier bebida) «por accidente», etc., y se siente atacado e incomprendido sin decirlo públicamente. Cree ser una «víctima», pero de alguna manera (consciente o no) es un estorbo crónico que dificulta el trabajo de los demás.

(CONTINÚA…)

Por Samuel O. Libert

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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