Estudios Cristianos – Jesús, el Supremo Líder Fiel 2

 

Continuemos.

Juan 6:60,66. Jesús no corrió atrás de los seguidores que se alejaron, para pedirles que siguieran con él. Tampoco envió a sus doce discípulos a seguir­los, buscarlos y traerlos de nuevo. ¿Por qué?… Porque si aquellos que lo abandonaban no querían pagar el precio del servicio, Jesús no los necesitaba como discípulos. (Ver Mateo 8:19-22. Lucas 9:61-62. Lucas 14:33).

El diálogo que leemos en Juan 6:67-69 muestra la sinceridad de los discípulos que se quedaron. Sin embargo, la historia bíblica demuestra también que ellos aun no habían madurado ni comprendían los futuros padecimientos de Jesús. La obediencia de los discípulos era incompleta, ingenua, todavía ajena al camino de la cruz (comparar Mateo 16:21-25). La senda de la obediencia era también la senda del crecimiento, del aprendizaje, del saber más sobre Jesús.

Juan 14:15. La obediencia es la prueba de amor a Jesús. «Si me amáis, guardad mis mandamientos». Leer también los vs.23-24. Un líder desobediente es, según estas palabras de Jesús, un líder que no ama al Señor. ¿Quién manda en nues­tro corazón, en nuestro bolsillo, en nuestras decisiones, en nuestro todo?… Jesús guardó los mandamientos de su Padre y permaneció en su amor (Juan 15:10) y nos dio así el supremo ejemplo de fidelidad.

A la luz de estos pasajes bíblicos, aprendemos que el amor de Dios se expresa en la obediencia de Jesús. Y también descubrimos que nuestro amor a Dios debe manifestarse en nuestra obediencia a los mandamientos de Jesús. Si un líder es desobediente, su grupo no será de crecimiento sino de continuo deterioro espiritual para su propia vida y de daño a los que le rodean. La obediencia engendra amor fraternal verdadero, transparente, puro, y crea nuevos lazos de compañerismo, fructificando en la multiplicación de discípulos.

 

4. Jesús, Fiel a su Misión, dio a sus Discípulos el Espíritu Santo.

Jesús vivió una vida de entrega total. Vino a dar lo que el Padre le había dado (Juan 17:8):

  • Vino a dar paz (Juan 14:27, 16:33).
  • Vino a dar gozo (Juan 15:11, 17:13).
  • Vino a dar las llaves del Reino (Mateo 16:19) y a dar el Rei­no mismo (Lucas 12:32).
  • Vino a dar su propia gloria (Juan 17:22).
  • Vino a dar su propia vida (Mateo 20:28).
  • Vino a dar el Espíritu Santo (Juan 20:22).

Todo esto es amor. Así Jesús demostró con su vida el significado profundo de Juan 3:16. (Ver Juan 15:13).

El ejemplo de Jesús debía hallar eco en sus discípulos. «De gracia recibis­teis, dad de gracia» (Mateo 10:8. Ver Juan 13:15). Ese modelo de amor tenía que ser fielmente reproducido en la vida de los suyos (Juan 13:34-35, 15:12). La credencial identificadora del discípulo de Jesús debe ser el mismo amor sacrificial que llevó a Jesús al Calvario. Tal amor no nace del mero esfuerzo humano. Tan Sólo el Espíritu Santo puede engendrarlo.

Juan 6:63. Esta frase «la carne» se refiere a la voluntad humana, aunque ten­ga buenas intenciones. Ver Juan 3:6. Toda actividad evangelística, misionera, doctrinal, etc., que se emprenda en la carne fracasará, aunque vaya acompa­ñada de oración, lectura de la Biblia y trabajo. La historia cristiana hace ver la esterilidad de grandes esfuerzos personales o de grupos, pese a que iban acompañados de oración y sacrificio. ¿Por qué? Porque se hicieron en la carne, con la mejor voluntad humana, pero sin el verdadero gobierno del Espíritu Santo, manifestado por su fruto y por sus dones.

Jesús vino a DAR el Espíritu Santo para:

  • Producir el nuevo nacimiento que cambia la naturaleza corrupta del hombre (Juan 3:3-9)
  • Sostener y alimentar esa nueva vida, de modo que no vuelva a tener sed del mundo y sus halagos (Juan 4:14)
  • Santificar a cada creyente verdadero y ponerlo al servicio de Dios mediante su Palabra que es «espada del Espíritu» (Efesios 6:17, Juan 15:3 y 17:17, Efesios 5:26)
  • Investir al auténtico cristiano con poder de liberación (Lucas 4:18-19, Mateo 12:28, etc.) y de testimonio (Hechos 1:8).
  • Convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8).
  • Revelar a los creyentes las cosas del Señor (Juan 16:14).
  • Manifestar la voz del Espíritu Santo a través de los fieles hijos de Dios (Marcos 12:36, Hechos 15:28).

(CONTINÚA…)

Por Dr. Robert E. Coleman

Adaptado por Samuel O. Libert

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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