Estudios Cristianos – La Meditación 4

 

Continuemos.

La Meditación Propiamente Dicha: Forma de Ejecutarla.

«Calentar el espíritu». Si algo podernos hacer  mientras nos levantamos, es dar gracias a Dios por estar así, por el descanso, al vestirnos, al asearnos, e ir incrementando algunas alabanzas más. No hacer ningún esfuerzo por sentir algo, no buscamos eso, si viene es añadidura. Buscamos relación con El, meditar en su Palabra, preparar el camino al Señor para que Él fije lo que quiera en nosotros.

 

Sugerencias Prácticas.

Tengamos un plan lo suficientemente elástico para ser conducidos a lo que el Espíritu desee, pero tengamos un plan. La meditación no es un estudio erudito de la Palabra de Dios, no quiere decir que este tipo de estudio no sea de valor, pero que no ocupe el tiempo de la meditación. Nos conviene meditar en la Palabra lo que hemos entendido e interpretado correctamente sin posibilidad de fantasear la Escrituras.

Orar la Biblia. Leer y orar, oraremos lo que está escrito. Hacemos comentario con Dios, asombrándonos, regocijándonos, humillándonos, aceptando su Palabra, quebrantándonos, quedándonos callados en espera: hay un sin fin de experiencias, gratificantes todas, con un sinnúmero de emociones que pueden sobrevenir.

El Espíritu nos puede mover a derramar lágrimas, o postrarnos en el piso y adorar, o aclamarle con alegría. Le dejarnos al Santo Espíritu de Dios, el derecho de proceder como quiera, puede que muchas veces no suceda nada extraordinario, igual está bien.

Podemos tomar un tema y charlarlo con Dios. Ver ese tema en las Escrituras, por ejemplo: Su autoridad, santidad, su misericordia, su amor, etc. Hay temas que la Biblia solo nos muestra la puerta para que pasemos a ser enseñados por El, al encarar esos temas nos exponemos ante el Señor y sobrecogedoramente él nos revela y entendemos el tema (Ex.3:1-6, 34:4-8, Jos.5:13-15, Is.6:1-7).

Puede formar parte de la meditación escribir lo que recibimos del Señor, eso que nos ha impresionado, lo que hemos descubierto de su voluntad, de su persona. De esta manera quedará impreso nuestro proceso de meditación, será una especie de diario espiritual.

Meditaremos también sobre posibles problemas que tengamos con otras personas, conversaremos con el Señor sobre esos asuntos, buscando su punto de vista. ¿Por qué llegamos a ese problema? ¿Cuánto aportamos es ese desenlace y la manera de solución que Él tiene en su Palabra?

No meditaremos en personas y sus defectos. A menos que queramos agradecerle al Señor y orar solo viendo las virtudes de otros. No meditemos sin la Palabra de Dios y sin oración, y menos sobre situaciones críticas que nos hayan ocurrido en el pasado o en el presente.         

Es posible ser tomados por la meditación misma. El Señor irrumpe sobre nosotros con algo que quiere que profundicemos. Debemos ser dóciles y entrar en su tema. Algunas veces seremos despertados de madrugada, totalmente despejados con el tema propuesto por Dios. Seremos tornados por ese asunto aun durante el día, no cortemos ese trato de Dios con nosotros (por supuesto que sin dejar nuestros trabajos, si ser menos eficientes en ellos).

Volver vez trae vez a meditar sobre la cruz de Jesús, el cordero como  víctima inocente, Jesucristo Señor, la segunda venida de Jesús.

 

Conclusión.

La meditación es pensar, reflexionar sobre lo que Dios ha hablado y aplicarlo a nosotros. Pablo desecho como pérdida todo pensamiento que no lo llevaba a conocer a Cristo, le llamó «basura». O ganar a Cristo o acumular basura (Fil.1:8).

Por Pastor Victor Rodríguez

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