Liderazgo Cristiano – Líderes del Nuevo Testamento

 

También en el Nuevo Testamento se observa a los líderes como representantes de Dios. Estando en el desierto, Juan el Bautista recibió “palabra de Dios” (Lucas 3:1), y desde entonces predicaba el mensaje de arrepentimiento como un verdadero embajador del Señor (Marcos 2:18). La predicación suya coincidía con el cumplimiento de la profecía “Voz del que clama en el desierto, preparad el camino del Señor…” (Isaías 40:3).

Era el precursor de Cristo anunciado por los profetas, muy austero en su vestimenta y comida, pero grandemente respetado por el pueblo “porque era grande delante de Dios” (Lucas 1:15).

Posteriormente, vino el Señor Jesús. Él era “la Palabra (Verbo), de Dios” (Juan 1:1) que “llamó a los que quiso, y vinieron a él y estableció doce, para que estuviesen con él y para enviarlos a predicar” (Marcos 3:13).

No todos los llamados se convirtieron en líderes, sino los doce. Y aun ellos aprendían lentamente la sujeción a Cristo, porque sostenían frecuentes luchas en torno a quién habría de ser el mayor (Lucas 22:24).

No tenían bien presente qué era lo que Jesucristo estaba queriendo hacer con ellos, ni cómo deberían testificar de su Maestro. Les llamaba más la atención quién se sentaría a la izquierda y a la derecha del Rey, que conocer la ubicación de ellos como modelos. A pesar de todo, Cristo siguió formándoles para que pudieran presidir a muchos, seguro de que comprenderían el mensaje del evangelio, y se convertirían en sal y luz para los hombres (Mateo 5:13–14).

Sabemos cómo terminaron los tres años y medio, y cómo Pedro, una vez restaurado, recibió la comisión de apacentar las ovejas del Señor (Juan 21:17). Era, tal como lo escribió más adelante, la manera que Dios había establecido para que fuera modelo de la grey. Apacentar, era mucho más que dar de comer, era brindar cuidado intenso al rebaño puesto bajo su dependencia.

En verdad, tenemos que destacar que los doce y los demás que salieron obedeciendo el mandato del Señor enarbolaban algunas características que hicieron muy singular su labor:

1. Mantuvieron su identidad en cualquier ambiente.

2. Nunca pensaron que la popularidad los promocionaba a ellos, sino que creyeron que eran servidores de Cristo.

3. Con frecuencia midieron el peligro entre activismo y la dependencia, para evitar el cambio involuntario de señores.

Dios cuidó de que estos antecedentes fueran cumplidos y de que las reiteradas frustraciones para detener el avance del evangelio fueran confirmaciones de la presencia de Dios en sus vidas. Las condenaciones a Ananías y Safira (Hechos 5:1–4), y a Simón el mago (Hechos 8:18–24) clarifican algunas de las maneras en que Dios cuidó a sus siervos, y sus ministerios.

Con el lema: “Jesucristo es el Señor” recorrían tierras hebreas (Hechos 2:34–39; 9:1–35) y paganas (Hechos 16:31), seguros de que en verdad: “es el Señor de todos” (Romanos 10:12). El mensaje que jerarquizaba al mensajero, también le brindaba protección.

Las predicaciones conmovían a las multitudes, y muchos venían buscando solución a sus problemas. Tanto Pedro como Pablo se empeñaban en hacer discípulos y enseñarles a que reconocieran a sus pastores (Hechos 14:23). El Señor del universo (Efesios 1:20–22) estaba en las operaciones, transformando a los pecadores y cambiando el estilo de vida de muchas comunidades. Indudablemente detrás de los predicadores, había poderosas motivaciones.

En el caso de Pablo, la clave está al comienzo del libro de los Romanos: “Pablo, siervo (esclavo) de Jesucristo (Romanos 1:1). Era la credencial que llevaba a todas partes. Por esa sujeción a la voluntad del Señor, pudo posteriormente agregar: “Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor” (Gálatas 6:17). Era un esclavo feliz y sujeto, se sentía gozoso de su esclavitud voluntaria. Todas sus acciones, en consecuencia, estaban precedidas por convicciones.

El verbo “enviar” que tantas veces había utilizado el Señor Jesús, fue también usado por ellos con respecto a los líderes que formaban y les asignaban distintas tareas dentro de las misiones que comenzaban a extenderse (1 Corintios 1:17; 4:17). Estos a su vez, de acuerdo con instrucciones recibidas (1 Tesalonicenses 4:1–2), vivían como modelos, tratando de encarnar lo aprendido.

El Espíritu Santo, que los sellaba como propiedad de Dios, (Efesios 1:13–14) también les regalaba la gracia de vivir como partes del cuerpo de Cristo.

Extracto del libro “El Líder Conforme al Corazón de Dios”

Por Raúl Caballero Yocou

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

3 Comentarios

  1. La palabra líder o liderazgo pone en supremacía a uno contra otro, con el derecho de mandar o gobernar y ser obedecido. sin embargo no encuentro en ninguna parte del nuevo testamento la clasificación de «lider» asignada a los miembros de la Iglesia. Efesios menciona con claridad los 5 ministerios y aun pablo dentro de la organización eclesiástica los clasifica en obispos, prebisteros o diaconos. El mismo pablo se presenta en sus cartas paulinas como «SIERVO DE JESUCRISTO». Nuestro señor Jesús dijo: Después de haber hecho todo lo que tenias que hacer, siervos inútiles sois.

  2. Creo que bajo el título de «Liderazgo Cristiano en el Nuevo Testamento» aún se necesitan resaltar muchos personajes bíblicos cuyo carácter deja una marca impresa para los líderes de hoy. Considerarlo.

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