Eran las cinco de la madrugada, y no había dormido en toda la no­che. Estaba nervioso y ansioso. Era el gran día, el día del examen al que tanto le temía. Ese fue un día memorable durante mis años de universidad. Había estudiado toda la noche y había leído cuidadosamente mis apuntes, libros y revisiones. Era el examen final de biología. El tema principal de esta materia era la anatomía humana.

Al finalizar el examen, me sentí seguro de que lo había hecho bien. Tres días más tarde comprobé estar en lo cierto cuando mi profesor me llamó para felicitarme por obtener la nota más alta de la clase. Yo estaba muy or­gulloso de mí mismo y sentí que había logrado algo sobresaliente. Mientras estaba allí parado mirando las hojas de papel que el profesor me entregaba, repentinamente me di cuenta de algo que nunca antes había pensado. A lo largo de toda esa materia, había adquirido mucho conocimiento sobre la anatomía humana: nombres, propósitos y funciones de todas sus intricadas partes y órganos. El pensamiento que me impactó fue que conocía qué era el cuerpo humano, pero no por qué lo era. En otras palabras, conocía el pro­ducto, pero no su propósito. Este descubrimiento en mi juventud todavía me motiva hoy. Hay más de seis billones de personas en el planeta Tierra, y solamente unos pocos de ellos saben por qué existen. ¡Qué desgracia!

  • ¿Quién es el hombre?
  • ¿Por qué fue creado?
  • ¿Por qué fue puesto en este planeta?
  • ¿Qué es lo que debe hacer?
  • ¿De dónde vino?
  • ¿Qué puede hacer?
  • ¿Hacia dónde se dirige?

Estas preguntas yacen en el corazón de toda búsqueda humana. Todo lo que el hombre quiere saber es las respuestas a estas preguntas.

¿Son los humanos un simple eslabón en alguna cadena evolutiva, como proclaman los teólogos pro- evolucionistas? ¿Somos meramente primates so­fisticados, actuando en el drama de la supervivencia del mejor? ¿Somos sen­cillamente un accidente insólito de algún contratiempo cósmico, como el big-bang, del cual hemos emergido, o hemos brotado del lodo de alguna cla­se de sopa cósmica como seres conscientes con un magnífico razonamien­to hasta llegar hacia lo que hemos evolucionado hoy? Creo imposible que alguien pudiera creer una teoría así. Esta proposición teórica irrazonable, improbable, sin manera de comprobarse no tiene fundamento y profana la verdad del origen del hombre. Diluye y disminuye su propósito glorioso.

El hombre es el acto de coronación de un Creador intencional. Existe como corregente de Dios en un mundo creado para él. Al examinar a la hu­manidad, descubriremos la belleza y el misterio del propósito de Dios para toda la creación.

Parece ser que el fin de todas las cosas será descubierto en el comienzo de todas las cosas. Por lo tanto, comenzaremos nuestro estudio considerando el plan original de Dios para su creación. Es obvio que si tratamos de enten­der la creación, primero debemos entender al Creador, ya que el propósito original de todo producto está solo en la mente del creador de ese producto. Por eso, para descubrir el propósito y la razón de la creación y existencia de la humanidad, debemos intentar entrar en la mente de su Creador. Después de todo, nadie conoce el producto tan bien como su fabricante.

EL ORIGEN DEL PRIMER REINO

En primer lugar, es esencial que entendamos que antes de la existencia de todo, existe Dios. La palabra Dios denota a alguien «que existe por sí mismo y que es autosuficiente», y describe a un Ser que no precisó de nada ni de nadie para existir. Por lo tanto, «Dios» no es un nombre sino más bien una descripción de un carácter o naturaleza. Por causa de quién o de lo que es, solamente Él califica para el título de Dios. Este Dios totalmente inde­pendiente existía antes de todas las cosas y comenzó su proceso creativo primeramente produciendo todo el mundo invisible, el cual también hemos llegado a conocer como «supra» o «por encima» del mundo natural. Este acto de creación dio inicio a los conceptos de «gobernante» y «gobierno», ya que el Creador se convirtió en el regente de todo lo creado. Otra palabra usada para gobernante es rey. Dios llamó a la dimensión o dominio invisible «cielo» y se constituyó como Rey sobre ese dominio del cielo.

Ese fue el principio y la creación del primer reino llamado «el Reino in­visible de Dios». También se introdujo el concepto de reino. Este concepto de «reino» es vital, esencial, necesario, requerido e imperativo a fines de entender el propósito, la intención, la meta y los objetivos de Dios y de la relación de la humanidad con Él y con la creación.

Extracto del libro Redescubriendo el Reino

Por Myles Munroe

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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