Aunque Pablo se estaba dirigiendo a creyentes, gente que había depositado su fe y confianza en Jesucristo como Señor y Salvador, muchos de sus lectores todavía necesitaban experimentar un cambio de mentalidad. Aunque eran hijos de Dios por la fe, todavía estaban atrapados en la «mentalidad de chiquero» y en pensar como esclavos.

Esta es una verdad que necesitamos considerar detenidamente hoy. Es posible que una persona sea «salva», pero no «convertida». La salvación ocu­rre instantáneamente; es una transacción espiritual en la cual nuestros peca­dos son limpiados por la sangre de Jesús, porque confiamos en Él por la fe. La conversión, por otra parte, puede llevar toda la vida, mientras apren­demos cómo pensar, vivir y actuar como hijos de Dios. Es como mudarse de repente de una choza destartalada a una mansión: llevamos todos nuestros viejos hábitos y mentalidad de «choza» con nosotros, y ellos van cambiando gradualmente con el correr del tiempo.

Cuando Pablo dice que deberíamos «ofrecer nuestros cuerpos como sa­crificio vivo», está diciendo que traigamos nuestros cuerpos bajo control; dejar de beber, robar, fumar, mentir o drogarse; dejar de involucrarse en actividades sexuales ilícitas o inmorales; dejar de juguetear con la porno­grafía, romper toda relación no saludable; poner nuestros cuerpos bajo su­jeción, mantener nuestros cuerpos y nuestras mentes en pureza.

Es importante que aprendamos a controlar nuestro cuerpo y ponerlo en orden porque él es nuestra casa legítima. Si lo perdemos, no podemos hacer nada más. No podemos servir a Dios eficazmente si somos adictos al tabaco o al alcohol. No podemos alcanzar nuestro potencial si ya a los treinta años tenemos cáncer en los pulmones. El Señor no puede bendecirnos si estamos conviviendo con alguien o estamos abusando de nuestras mentes o cuerpos en alguna forma, o viviendo en alguna manera que sea contraria a su voluntad revelada. Él quiere que pongamos nuestros cuerpos bajo sujeción y que los presentemos ante Él como sacrificio vivo de los cuales pueda recibir gran gloria y honor.

UN CAMBIO DE MENTALIDAD

Pablo dice luego que necesitamos ser «transformados por medio de la reno­vación de nuestra mente». ¿Qué significa eso? Su punto central es que aun­que los creyentes hayamos nacido de nuevo, todavía tenemos un problema mental. Tenemos el Espíritu Santo, pero no el espíritu del Espíritu Santo. Tenemos la unción, pero no el espíritu de la unción. Necesitamos cambiar nuestra forma de pensar. La palabra griega metamorphoo (de la cual pro­viene el término en castellano metamorfosis) significa literalmente «hacer un cambio completo y total». La trasformación de la cual Pablo habla aquí incluye una completa revolución de nuestro estado mental.

Yo tuve que pelear esa batalla también. Durante un largo tiempo, luego de hacerme creyente, amaba a Dios pero me quejaba porque la vida en ge­neral me parecía terrible. Sabía que Dios era bueno, pero me preguntaba por qué todo lo malo parecía estar sucediéndome a mí. Parecía como si to­dos los impíos que me rodeaban estuvieran teniendo éxito y disfrutando la vida, mientras que yo me sentía detenido. Oré y ayuné y creí que Dios iba a darme lo mejor, pero las cosas parecían no cambiar. Finalmente, pregunté con total decepción: -Dios, ¿qué es lo que anda mal aquí?

-No hay nada de malo con esas personas impías – respondió -. Ellos son simplemente hijos e hijas que todavía no conocen a su Padre. En cuanto a ti, tu problema es que aunque eres salvo, estás mentalmente deteriorado.

Tuve que aprender a cambiar mi pensamiento, no pensar como un per­dedor y un don nadie sino como un ganador y un hijo del Padre. Eso es lo que Pablo está diciéndonos a todos nosotros. Debemos aprender a pensar como reyes nuevamente, incorporar la actitud y el espíritu de reyes. Por esa razón, la ciudadanía del Reino se trata de liderazgo. Se trata de realeza y de gobernar un dominio. No sobre estar decaídos, humillados, pobres, en el sentido falso y degradante en que muchos de nosotros pensamos. La ciu­dadanía del Reino se trata de reconocer nuestro lugar y nuestros derechos en Cristo como ciudadanos del Reino de Dios, y de reclamar esos derechos para poder cumplir el propósito del Reino en nuestro mundo. Se trata de tomar nuevamente lo que una vez se perdió por causa de nuestro pecado y desobediencia. Nuestra fe en el Reino está basada en reclamar y vivir en nuestro mandato de dominio.

Principios

  1. El plan original de Dios en la creación fue extender su Reino celestial sobre la Tierra.
  2. El propósito de Dios fue establecer una familia de hijos, no de sirvientes.
  3. El propósito de Dios fue establecer un Reino de hijos, no de súbditos.
  4. El propósito de Dios fue establecer una comunidad de ciudadanos, no de cristianos.
  5. El propósito de Dios fue establecer relaciones, no religiones.
  6. El propósito y la intención de Dios fue gobernar sobre lo visible desde lo invisible, viviendo a través de lo visible que había en escena.
  7. Los seres humanos fueron creados para ejercer dominio sobre la Tierra y todas sus criaturas.
  8. Dios nos dio el gobierno sobre la Tierra, no su propiedad.
  9. Dios no hará nada en la Tierra sin el permiso o acceso de aquellos que están en ella y a quienes Él les dio el dominio.
  10. Dios puede hacer todo, pero debido a que Él nos ha dado la licencia, puede soltar sobre la Tierra solo lo que nosotros permitamos.
  11. El evangelio del Reino son buenas nuevas: un mensaje enviado de Papá para todos sus hijos, diciéndoles que pueden volver a casa en el Reino y una vez más ser hijos e hijas en pleno derecho.

Extracto del libro Redescubriendo el Reino

Por Myles Munroe

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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