Tal era la situación hasta que vino Jesús. Aunque ninguno de los profetas del Antiguo Testamento experimentó el Espíritu Santo como una presencia interior, algunos de ellos sí recibieron vislumbres de esta relación futura. El profeta Joel escribió: «Después de esto, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre los siervos y las siervas» (Joel 2:28-29). Después de Malaquías, el último profeta del Antiguo Testamento, hubo un período de cuatrocientos años co­nocido como «los años de silencio», donde no hubo voz profética en Israel.

Este silencio profético llegó a su fin cuando Juan el Bautista apareció en el desierto, predicando un mensaje de arrepentimiento y proclamando que el Mesías venía pronto. Aunque Juan aparece en los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, en realidad él era el último de los profetas del Antiguo Testamento. Su muerte bajo la orden de Herodes Antipas y el comienzo del ministerio público de Jesús marcaron el fin de una era y el inicio de otra. Más específicamente hablando, el bautismo de Jesús por parte de Juan fue el punto de transferencia. Desde ese momento en adelante, un nuevo orden, el Reino de Dios, sería establecido. «La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anuncian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él» (Lucas 16:16).

JUAN Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

Aun siendo tan grandioso como lo fue, Juan todavía representaba el viejo orden. La llegada de Jesús inauguró un período mayor, el período del Reino de los cielos en la Tierra. Jesús mismo dijo: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan» (Mateo 11:11-12).

«Desde los días de Juan el Bautista el Reino ha estado avanzando con «violencia» hasta que llegó Jesús. Antes de Juan, el Reino nunca había esta­do presente en la Tierra en un estado tan poderoso y visible como sucedió desde la venida de Jesús. Nadie desde Abraham hasta Juan entendió realmente el Reino. Ellos hablaban acerca de él y profetizaban sobre él. Tenían pequeñas pistas del futuro, pero nunca vieron su manifestación en sus días. Juan el Bautista predicó sobre el Reino, pero ni siquiera él percibió acertada­mente todas las implicancias de su propio mensaje. Él presenció su venida en la persona de Jesús, pero nunca entró plenamente en él.

Juan era un profeta del Antiguo Testamento con una revelación del Nue­vo Testamento. Él introdujo al Rey que había de reintroducir el Reino, pero nunca lo experimentó por sí mismo. El Reino era una nueva era, y Juan estaba muriendo junto con la antigua. Él nunca recibió al Espíritu Santo. Vio al Espíritu venir sobre Jesús en su bautismo, pero ese Espíritu que ha­bitaría dentro del hombre también era una parte de la nueva era que Juan no experimentaría en su capacidad plena. Por esa razón, Jesús dijo que, aun con lo grande que Juan era, aquellos más pequeños en el Reino de los cielos serían mayores que él.

Juan fue un hombre que estuvo en el medio, suspendido entre dos di­mensiones de tiempo. Su voz fue una voz de preparación, instruía a la gente para entrar en este nuevo orden. Una vez que comenzó el ministerio público de Jesús, el de Juan llegó a su final. Y él lo entendió claramente. Compren­dió que a medida que el ministerio de Jesús aumentaba, él debía menguar hasta que, eventualmente, se desvaneciera. Con el encarcelamiento de Juan, vemos el inicio del ministerio de Jesús. «Después de que encarcelaron a Juan, Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas nuevas de Dios. «Se ha cumplido el tiempo -decía- El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las bue­nas nuevas!»» (Marcos 1:14-15). Jesús comenzó a proclamar su mensaje del Reino luego de que Juan fue encarcelado. El viejo orden se había terminado, y uno nuevo había comenzado.

Extracto del libro Redescubriendo el Reino

Por Myles Munroe

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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