principios-biblicosEvangelismo – Principios Bíblicos Para Cambiar el Clima Espiritual de Su Ciudad 7

 

Continuemos.

Cómo Cae Satanás.

La caída de Satanás se vio precipitada por Jesús cuando envió a los Setenta «a toda ciudad y lugar adonde él había de ir» (Lucas 10:1). Al hablar paz sobre cada ciudad, los Setenta anularon la jurisdicción que el diablo tenía en esa gran región. La movida de Jesús fue una estrategia envolvente diseñada para cubrir toda el área con su miríada de ciudades y pueblos y no solamente una o dos casas.

Esta estrategia fue repetida en San Nicolás la tarde del miércoles de nuestra semana de evangelismo, cuando se habló paz a cada hogar de la ciudad, cada vereda fue caminada en oración y cada vecindario y así construimos un manto de oración sobre toda la ciudad. Al haber revertido el proceso a través del cual el diablo obtuvo jurisdicción, nosotros fuimos la causa por la que él cayó y sus demonios tuvieron que huir o rendirse. Cuando el Comandante General se rinde o huye, los soldados deben seguir ejemplo inmediatamente: «Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre» (Lucas 10:17)

Cuando hicimos esto, bendecir a la ciudad entera en una noche, yo sentí que había sucedido algo poderoso; pero no entendía exacta­mente qué era, mucho menos el alcance que tuvo aquello que había pasado. Fue como el primer cambio, muy sutil, de temperatura o cuando hay un pequeño cambio de vientos, pequeño pero percep­tible, que precede a mayores cambios en el clima. Esa semana vimos a la Iglesia de San Nicolás ganar mayor ventaja en su lucha contra las fuerzas de maldad. El cambio de clima fue confirmado por la manera tan natural en la cual el poder Dios fluyó en los puestos de la Feria de Oración y por lo lista que estaba la gente para recibir al Señor.

 

Satanás fue por Aplastado por el Dios de Paz.

Le pregunté al Señor por qué esta victoria sobre las tinieblas se veía y sentía tan fácil, y Él me dirigió a Romanos 16:20. Este versículo abrió mis ojos a un er­ror monumental que hemos estado cometiendo en la guerra espiritual: consideramos a la guerra más importante que la paz. No es el Dios de guerra sino el Dios de paz quien aplasta a Satanás, y lo hace bajo nuestros pies, por lo tanto nosotros debemos caminar en paz.

Jesús ha derrotado al enemigo ya. Él lo hizo en el Calvario. Ahora debemos marchar por la tierra donde Satanás ha sido derrotado por la sangre derramada en la Cruz; y mientras caminemos en paz, pisaremos al enemigo vencido y Dios aplastará su cabeza bajo nuestros pies. Esto es exactamente lo que sucedió la tarde del miércoles mientras caminamos orando paz para la ciudad de San Nicolás. Para poner esto en un contexto bíblico más amplio, veamos otros dos libros en el Nuevo Testamento: Efesios y Santiago.

 

Vístase de Toda la Armadura.

En su carta a la Iglesia de Éfeso, Pablo no presenta los principios de la guerra espiritual en contra del diablo y las fuerzas de maldad hasta que haya enseñado a la Iglesia cómo hacer paz en seis categorías principales que representan divisiones, brechas, grupos que afectan otros grupos de la sociedad. Es importante entender la receta de Pablo para la toma de ciudades: Hablen paz a la ciudad antes de hacer guerra en los lugares celestiales.

Esto se ve reforzado por su prólogo a la guerra espiritual, en el cual nos instruye: «fortaleceos en el Señor y en el poder de Su fuerza» (Ef.6:10). Hay dos conjuntos diferentes de instrucciones indicados por la conjunción, cada frase identifica el componente clave de una poderosa fórmula compuesta por dos partes. La primera es defensiva; la segunda es ofensiva. Lo más importante es que la segunda no debe iniciarse hasta que la primera haya sido cumplida completamente.

Fortalecernos en el Señor, en el contexto de toda la epístola, significa llenar el vacío entre las seis brechas -étnica, denominacional, minis­terial, género, edad y bienestar económico- antes de iniciar cualquier tipo de guerra espiritual en contra del diablo. Luego de haber cumplido con esta maniobra defensiva tan importante, Pablo apunta al enemigo y señala la necesidad de fortalecernos en el poder de la fuerza del Señor para poder cumplir la dimensión ofensiva en Ef. 6:11-13.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Mi Ciudad, Ciudad de Dios”

Por Edgardo Silvoso

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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