los-cinco-elementos-del-mensajePredicaciones – Los 5 Elementos Insustituibles del Mensaje 1

 

Hay predicadores de todas las formas y tamaños. Los sermones que se escuchan también se presentan en una inmensa variedad de formas y tamaño. Algunos sermones son muertos. «Nada puede ser más contradictorio», dice el Dr. Ravi Zacharías, «que un sermón muerto, entregado en una forma angustiosa, a un auditorio muerto, sobre el tema de la vida abundante».

Otros no tienen mucho sentido. Recuerdo la vieja historia del predicador a quien se le quedó el bosquejo en el pulpito. Entre las notas que tenía para el mensaje que habría de exponer, junto a uno de los pensamientos que iba a presentar, había escrito la siguiente nota: «Argumento débil, gritar bien fuerte».

Y hay sermones que no se enrienden. Se cuenta que en cierta ciudad un pastor era famoso por su verborrea. Utilizaba palabras grandilocuentes que en muchos casos ni él mismo sabía lo que querían decir, y mucho menos su congregación. Un día predicó sobre la concupiscencia. Un hermaníto que lo estaba escuchando no entendió nada, pero estaba extasiado ante las grandes palabras que lanzaba su pastor. Sin saber lo que había estado ocurriendo en la mente de este hermano, al terminar la reunión el pastor lo llamó al frente para que despidiera la reunión con la oración final. El hermano se paró frente al micrófono y oró de la siguiente manera: «Señor, gracias por nuestro pastor. Gracias por su sabiduría. ¡Llénalo cada día más de concupiscencia!».

El primero lo predicó un predicador que duerme. El segun­do, un clásico gritón. El tercero, un intelectualoide, indiscu­tiblemente, esos siervos de Dios habían dejado de incluir alguno de los cinco elementos muy importantes que deben estar presentes en el mensaje que presentamos desde el pulpito.

 

A. La Obra Insustituible Del Espíritu Santo.

Ya en las vísperas de la cruz, Jesucristo dio a sus discípulos una promesa: «Rogaré a Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre… Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho» (Juan 14.16, 26). Más adelante les definió el papel que el Espíritu jugaría en cuanto a llamar la atención del pecador y capacitar a la Iglesia en su función de predicar y discipular. «Os conviene que yo me vaya», les dijo, «porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio… Él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han devenir» (Juan 16.7-8,13).

Es el Espíritu Santo el que revela al ser humano su estado pecaminoso, el que aplica con gloria y poder la Palabra en los corazones, el que convierte al pecador, el que rompe las ligaduras de muerte. Dice el Dr. Jaime Crane: «El Espíritu Santo hace efectivo en el hombre, lo que Cristo hizo posible en la cruz».

Es el Espíritu Santo el que capacita al discípulo cristiano para vencer el poder de las tinieblas. En su primer campo misionero, Pablo se encontró con un enemigo formidable: un mago judío de nombre Elimas, quien gozaba de gran influen­cia con el procónsul de la región para ponerlo en contra de la fe. El apóstol, lleno del Espíritu Santo lo increpó así: «¡Oh lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los cami­nos rectos del Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está contra ti» (Hechos 13.10-11), y por un milagro lo cegó temporalmente, y con ello rompió el hechizo del poder de las tinieblas sobre la isla de Chipre.

Pablo señaló que Elimas era un instrumento de Satanás y el Espíritu Santo le dio capaci­dad para vencerlo. Muchas vidas a las que ministramos jamás serán libertadas con consideraciones teológicas o utilizando la razón en contra del error. Tampoco seremos capaces de ocupar ciudades clave o alcanzar a personas clave, si no tenemos autoridad para enfrentar y vencer el poder de las tinieblas.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “El Poder de su Presencia”

Por Alberto Mottesi

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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