Familias Cristianas – Comprender Para Qué Nos Creó Dios 1

 

Conozco un señor que dejó su trabajo para una gran compañía como ingeniero, altamente remunerado, para convertirse en un mecánico de automóvil. Lo hizo porque él amaba reparar automóviles, más que ninguna otra cosa. No solo era el mejor mecánico del pueblo, sino también una persona feliz y complacida.

Conozco a otro hombre que rehusó seguir el llamado de Dios a ser pastor, porque en su lugar, él deseaba ser un hombre de negocios exitoso. Con el tiempo perdió a su familia por causa del divorcio, sufrió la muerte de su pequeño hijo, y vio su vida desmoronarse entre tristezas y pérdidas. ¡Qué diferente pudo haber sido todo, si él hubiera tenido unos padres que oraran o alguien que le ayudara a comprender para qué Dios lo creó!

No saber para qué Dios nos creó, pretender ser quien no somos, o incluso desear ser otra persona, nos conduce tan solo a una vida de miseria, frustración e insatisfacción. Vemos ejemplos de esto en adultos que trabajan en lugares que odian, viven vidas miserables y nunca llegan a lograr sus expectacio­nes.

Puedes estar seguro de que en algún punto, tales perso­nas creyeron esta mentira: «Lo que soy, no es suficiente. Necesito ser alguien más». Quizás nunca han sido animados a reconocer sus fortalezas y talentos dados por Dios. De seguro no han comprendido para qué Dios les creó.

Nos transformamos en la persona que Dios quiere que seamos cuando le pedimos a Él dirección y luego hacemos lo que nos indica. El profeta Jeremías continuaba diciéndole al pueblo de Israel que Dios anhelaba ser escuchado por ellos, pero rehusaban hacerlo. Al fin, el Señor dijo:

“Por tanto así dice el Señor, Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, traigo sobre Judá y sobre todos los habitantes de Jerusalén toda la calamidad que he pro­nunciado contra ellos, porque les hablé, pero no escu­charon, y los llamé, pero no respondieron”. (Jeremías 35:17).

Cosas destructivas nos suceden cuando no respondemos a la voz de Dios. Podemos implorar que nuestros hijos tengan oídos que escuchen esa voz, y por ende, tales miserias nunca les acontezcan.

Uno de los planes del diablo para los jóvenes es hacer que ellos se comparen con otros muchachos, se juzguen a ellos mismos como deficientes, y luego busquen ser alguien dife­rente al modelo para el que fueron creados.

Las jovencitas se comparan con otras y las ven como si tuviesen el cabello más lindo, mejores ropas, una mejor casa, como si fuesen más populares, con mayores logros académicos, o más talento y belleza.

Los jovencitos miran a otros muchachos y los ven más altos, de mejor parecido, mejores atletas, con más amis­tades, más cabello, más posesiones, o más habilidades y destrezas. Este continúo comparar y no lograr alcanzar, ataca la verdadera identidad de un niño.

He conocido demasiados jovencitos que cuando alcanzan la adolescencia, desean ser cualquier otra persona, menos quienes realmente son. En lugar de apreciar cómo Dios los creó y gastar sus energías intentando ser lo mejor que puedan en esa dirección, ellos luchan y se esfuerzan para ser alguien que no podrán llegar a ser, haciendo cosas que nunca les satisfarán. Nuestras oracio­nes pueden bloquear este plan del enemigo y proporcionarles a nuestros hijos una visión clara de ellos mismos y de su futuro.

Desde que mis hijos eran pequeños, yo oraba a Dios para que nos revelara cuáles eran sus dones y talentos. También pedía sabiduría para animarlos, criarlos, desarrollarlos y en­trenarlos mejor, de modo que lograran llegar a ser aquello para lo que Dios los creó.

El ayudarles a apreciar sus fortale­zas y a no meditar en sus debilidades fue parte de ello; y por no ser fácil durante los años de adolescencia, fue un aspecto muy enfatizado en mis oraciones.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “El Poder de los Padres Que Oran”

Por Stormie Omartian

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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