Familias Cristianas – Entregar a Nuestros Hijos en las Manos de Dios 1

 

No tuve paz con el nacimiento de mi primer hijo, Chris­topher, porque yo me preocupaba por cualquier razón. Tenía miedo de que alguien lo dejara caer, que se ahogara en la bañadera, que se enfermara de algo mortal, que se me olvidara alimentarlo, de que fuera a ser mordido por un perro, lesionado en un accidente de auto, secuestrado, o perdido.

En un acto más de desesperación que de obediencia, clamé a Dios por esto. De inmediato, Él me recordó que Christopher era un don de Él para con nosotros y que Él cuidaba aún más por nuestro hijo que nosotros mismos. Se me recordó la instruc­ción bíblica de «echa tu ansiedad sobre Él» (1º Pedro 5:7), y así lo hice.

«Señor, mi hijo es la mayor ‘ansiedad’ que tengo, y yo lo entrego en tus manos. Solo tú puedes criarlo bien y mantener­lo a salvo. Ya no voy a continuar luchando para hacerlo todo por mí misma sino que entraré en sociedad completa conti­go»

Desde ese momento en adelante, siempre que sentí temor por algo, lo tomaba de inmediato como una señal para orar hasta que sintiese paz. Si no recibía la paz de inmediato, entonces oraba al respecto con uno o más compañeros de oración, hasta experimentarla. A diario entregaba mi hijo a Dios y le pedía a Él que estuviese en control de su vida. Esto eliminó la presión sobre mí y el ser madre se convirtió en algo más agradable.

A través de los años, he orado este tipo de oración muchas veces por cada uno de mis hijos. Oré así el primer domingo en la mañana que los dejé en el jardín infantil de la iglesia, cuando se quedaban de noche al cuidado de una señora, el día que comenzaron la escuela , las veces que tuve que dejarlos en un salón de cirugía para que el doctor pudiera coserles alguna herida, el primer fin de semana en casa de un amiguito o amiguita, la semana que volaron a Washington D.C. en una gira del colegio, siempre que salían al campamento, la maña­na que mi hijo manejó el auto de la familia por sí solo, y cada vez que juega fútbol.

Recientemente tuve que entregar nuevamente a mi hijo en las manos de Dios, en esta ocasión mientras se iba a la universidad. Durante los meses anteriores al momento monu­mental de la separación, lloré en innumerables ocasiones, porque comprendía que nuestras vidas nunca más serían las mismas. Entonces justo la víspera del gran día, Dios trajo a mi vida las palabras: «Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso» (Isaías 55:12).

En añadidura, Él me dio el conocimiento y seguridad de que después del dolor inicial de dejar ir a nuestros hijos, vendría el gozo y la paz, tanto para ellos como para nosotros.

Sabemos que sin importar en qué etapa de la vida estén nuestros hijos, cuando los entregamos a Dios, ellos están en buenas manos. Sabemos que irán adelante en paz y gozo y que Dios les abrirá caminos. Él hará lo mismo por nosotros también. ¿Qué mayor consuelo existe?

A causa de esto, el día que manejamos hasta la universidad para llevar a Christopher a su dormitorio, yo tenía el gozo y la paz que tan solo Dios puede dar, y estaba casi segura que había escuchado a los montes y collados cantar.

Sé que me esperan muchos otros momentos en que tendré que entregar a mis hijos en las manos de Dios. Uno de los mayores será cuando ellos se casen. Siempre que pienso en ello, recuerdo la historia bíblica de Ana que oró a Dios por un hijo.

El Señor le respondió y ella dio a luz a Samuel. Después dijo: «Por este niño oraba, y el Señor me ha concedido la petición que le hice. Por lo cual yo también lo he dedicado al Señor; todos los días de su vida, estará dedicado al Señor. Y adoró allí al Señor» (1 Samuel 1:27-28).

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “El Poder de los Padres Que Oran”

Por Stormie Omartian

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

2 Comentarios

  1. Hola Lorena. ¡¡Bienvenida!! Mirá, ignoro si hay un libro que trate tan específicamente el tema, pero algunos que podría recomendarte sobre temas relacionados podrían ser el de John C. Maxwell «Actitud de Vencedor» y «Las 21 Cualidades Indispensables de un Líder» y de Guillermo Maldonado «La Oración». Bendiciones!!!

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