Familias Cristianas – Nuestros Hijos y el Enojo 3

 

Continuemos.

Algunos padres tienen dificultad para aceptar los límites e imperfecciones de un niño en su manera de manejar el enojo. Quieren que el niño sea maduro en sus expresiones de enojo y no están dispuestos a permitir que se den las diferentes fases de inmadurez. El padre que dice: «¡Cállate! No me vas a hablar de esa manera. Nunca me vuelvas a levantar la voz, ¿entendido?», está esperando perfección de parte del niño y ésta no es una actitud realista. De hecho, ese padre o madre está esperando del niño un nivel de madurez que él mismo no ha alcanzado. Como me dijo una vez un joven: Mis padres me gritan todo el tiempo diciéndome que no les grite a ellos.

Si su hijo le está gritando enojado, ¡preste atención! Haga preguntas con calma y deje que el enojo sea expresado. Si hace las preguntas suficientes y adecuadas prestando el máximo de atención, habrá más probabilidad de que el niño baje el volumen de su voz. Concéntrese en la razón por la cual su hijo está enojado, no en la manera como lo está expresando. Procure entender qué es lo que el niño cree que es injusto o erróneo. Tal vez no esté de acuerdo con su percepción de las cosas, pero el propósito aquí es escuchar todo lo que tiene que decir.

Si el niño cree que ha sido ofendido, el enojo no desaparecerá hasta que él sienta que usted ha escuchado y entendido su queja. Usted es el padre y tiene la última palabra sobre lo que se hará, pero su hijo necesita sentir que usted piensa que sus sentimientos e ideas son importantes. No deje que el método que tiene el niño para transmitir su mensaje le impida a usted recibir el mensaje.

Después que ha tenido la «sesión de audiencia» con el niño enojado, más tarde esa noche o al día siguiente usted podría decir algo como: «Realmente aprecio que me hayas dado a conocer tu enojo con respecto a esa situación. Puede ser que no siempre estemos de acuerdo, pero quiero que sepas que yo siempre quiero entender cómo te estás sintiendo. No soy un padre perfecto y algunas veces no tomo las mejores decisiones. Pero realmente quiero hacer lo que sea mejor para ti. Espero que ambos podamos aprender a expresar nuestros sentimientos de una manera más calmada, pero sin importar cómo sean expresados, yo siempre quiero escuchar cómo te sientes y qué piensas«.

Si el patrón que ha empleado es ponerse a discutir con su hijo, quizás puede romper el patrón si dice: «He estado pensando acerca de nosotros y me he dado cuenta de que no he sido muy bueno para escucharte. Por lo general cuando tienes fuertes sentimientos acerca de algo, yo también termino exasperándome. Realmente quiero ser una persona que escuche atentamente, y en el futuro voy a tratar de hacer más preguntas y procurar entender realmente cuáles son tus sentimientos, porque de verdad valoro tus ideas y tus sentimientos».

A medida que los padres vayan aprendiendo a escuchar mejor, sus hijos irán sintiendo que son más comprendidos. Puede ser que el niño siga sin estar de acuerdo con su decisión final, pero su hijo lo respetará porque usted lo ha tratado como una persona. Si escucha y hace preguntas tranquilamente, con el tiempo su hijo o su hija aprenderá a procesar su enojo en un tono de diálogo y conversación, y las competencias de gritos serán cosa del pasado.

Si su hijo está presentando algunas de las respuestas negativas al enojo en el ámbito de la conducta, tales como empujar, patalear, atropellar y lanzar objetos, enfóquese primero en el enojo y secundariamente en el comportamiento. Tal vez podría decirle: «Es obvio que estás muy enojado. Me gustaría escucharte decir qué es lo que te está molestando, pero no podemos hablar mientras estás alterado. ¿Te gustaría que saliéramos a caminar para que hablemos de eso?»

Lo que usted está haciendo con esa manera de abordar la situación, es, por un lado, reconocer que el enojo que tiene el niño es importante y, por otro, expresar su deseo sincero de discutir las cuestiones que lo afectan, al mismo tiempo que reconoce de una manera afectuosa pero firme que usted no puede hablar hasta que se ponga fin a la conducta destructiva.

Muchas veces el enojo del padre es estimulado por la conducta del niño, y el padre reacciona contra el niño de una manera igualmente destructiva. Finalmente ambos se sentirán mal con respecto a su conducta pero sin hacer nada para resolver el asunto que provocó originalmente el enojo del niño. Obviamente, el padre y el niño tienen mucho que aprender acerca del manejo apropiado del enojo. No pretendo crear la impresión de que es fácil hacer lo que estoy sugiriendo.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “La Otra Cara del Amor”

Por Gary Chapman

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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