Familias Cristianas – Oremos Para Derribar las Fortalezas Impías

 

¿Alguna vez has observado en tu hijo algo que te molesta pero no puedes identificar qué es? Cuando eso sucede, no ignores los instintos que Dios te ha dado. Pídele al Señor que te revele la causa de lo que estás sintiendo. Nosotros estamos alineados con el Creador del universo, el cual entiende per­fectamente lo que acontece, y necesitamos pedirle sabiduría y revelación.

¿Alguna vez detectaste una expresión en la cara de tu hijo, de culpabilidad pero desconocías la razón? En otras palabras, sospechabas de una ofensa pero no tenías la evidencia concreta? Siempre que eso sucedía con alguno de mis hijos, yo oraba: «Dios, revélame lo que estoy percibiendo en este niño», me revelaba una fortaleza impía que se estaba levantando en la carne.

Por ejemplo, en cierta ocasión uno de los niños, sin autorización, llevaba comida a escondidas al cuarto para comer en secreto. En otro momento, una mentira se puso en funcionamiento para poder lograr un resultado deseado. En cada situación los pecados fueron revelados después que oré.

Siempre dije a mis hijos que no valía la pena desobedecer a sus padres, porque Dios siempre nos traía revelación. No tardaron en creerme.

Una ocasión en particular resalta en mi memoria. Sucedió cuando Amanda tenía siete años. Cada mañana yo le daba a tragar tres vitaminas muy pequeñas. Habían sido recetadas por nuestro médico. Al principio protestaba cada vez que las tenía que tomar. Des­pués de un tiempo se puso alegre de tener que hacerlo, y con el tiempo cesó la queja por completo.

Por esos días, sentí algo en Amanda que me preocupó, pero no pude dar con lo que era exactamente. Oré: «Enséñame, Señor. ¿Hay algo en Amanda que debo observar?»

Durante los próximos días no sucedió nada. Pero un día, debajo del cojín del asiento de Amanda, encontré 26 vitaminas pequeñas desparramadas por el asiento. No lo pude creer. Llamé a mi esposo para que viera lo que había encon­trado, y los dos reímos, aunque sabíamos que tendríamos que enfrentarla cuando regresara del colegio.

Proseguimos a desatar los otros cojines y debajo de todos, excepto uno, descubrimos de 20 a 30 vitaminas. Cuando Amanda regresó del colegio, disfrazamos las sonrisas y le presentamos más de cien vitaminas y un vaso de agua. Le dijimos que más le valdría explicar, a menos que quisiera tomarse todas las pastillas.

Este incidente parece gracioso e insignificante, pero si el engaño de Amanda no hubiera sido detectado ni jamás resuel­to, podría conducir a engaños más grandes hasta que la mentira se afianzara en su vida. Le agradezco a Dios por revelarnos tales cosas antes de tornarse complicadas.

Lo que estés sintiendo no tiene que estar forzosamente vinculado con los pecados de tu hijo. Puede ser el dolor o temor por algo que él haya pensado, visto o experimen­tado. Pudiera ser confusión, envidia, egoísmo u orgullo, por lo tanto, es mejor pedirle a Dios que te lo revele. Aunque no recibas una dirección clara al momento, todavía puedes continuar clamando al respecto: «Líbranos del mal» (Mateo 6:13).

A veces no hay que ser más específico y basta con orar para que Dios penetre las vidas de nuestros hijos con el poder del Espíritu Santo y los libre del mal. La cuestión es, no ignorar esos avisos. No es que tengas que vivir en una continua sospecha de tus hijos, pero sí del enemigo que acecha, esperando levantar una fortaleza en sus vidas (1 Pedro 5:8).

 

Oración por tu Hijo.

“Señor, gracias porque en tu Palabra prometes librarnos cuando clamamos a ti. Vengo a ti en nombre de…………………………….. (nombre del niño) y te pido que le libres de cualquier cosa impía que amenaza con ser una fortaleza en su vida. Aunque yo no sé de qué debe ser librado, tú sí. Oro para que obres la liberación en su vida donde sea necesario (2 Corintios 10:3-5).

Dame sabiduría y revelación en cuanto a él. Sé que hay áreas de operación del enemigo que no puedo ver, por lo tanto dependo de ti, Señor, para que las reveles a mí según sea necesario. Habla a mi corazón. Enséñame cómo orar cuando algo referente a él me inquieta, perturba o atribula en la pro­fundidad de mi espíritu. Muéstrame cualquier cosa que no estoy viendo, y permite que todo lo oculto salga a la luz. Si hay algo que debo hacer, dependo de ti para que me lo muestres. Gracias porque tú me ayudas a ser padre para este niño.

Señor, en este día deposito a………………………………………………… (nombre del niño) en tus manos. Guíale, protégele, y dale convicción cuan­do el pecado intente arraigarse en él. Concédele fuerza en la batalla cuando Satanás intente afianzarse de su corazón. Hazle sensible a la invasión del enemi­go y que corra a ti para que tú seas su fortaleza y refugio en tiempo de angustia. Yo digo de acuerdo a tu Palabra que «el Señor le librará de toda obra mala, y le preservará para su reino celestial» (2 Timoteo 4:18).

Extracto del libro “El Poder de los Padres Que Oran”

Por Stormie Omartian

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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