Padres e Hijos – Trastornos Emocionales Simples de los Niños 2

 

Continuemos.

La actividad lúdica se encuentra muy inhibida, en realidad estos niños no saben jugar con juguetes y su juego preferido es el movimiento en sí mismo, sobre todo si con ello logran perturbar a los demás.

En clase son indisciplinados y al dis­traer a sus compañeros se hacen admirar por ellos, atraen la atención del maestro y lo ridiculizan, proporcionando así una vía libre a su necesidad de movimiento.

Como se ha mencionado, este trastorno ocasiona dificultades en la escuela que son el resultado inevitable de la dispersión de la atención y la falta de concentración que ocasiona.

Debido a su constante temor a la soledad y al abandono, el niño hiperkinético busca compañía social, pero su modo particular de vincularse, invasor y agresivo, produce precisamente el efecto contrario al deseado: el rechazo de quienes lo rodean. Suele pasar fácilmente de la payasada, que utiliza en forma reiterada, a la agresión franca.

Frente a la incomprensión de sus padres y a la hostilidad del entorno, el niño se decide por la rebeldía. Desobedece, miente, reacciona frente a la mínima contrariedad encolerizán­dose. Pero si el niño está inmerso en una buena condición educativa y afectiva, la inestabilidad se reduce a un trastorno mínimo que puede disminuir hacia el décimo año de edad.

 

2. Rabietas, Caprichos y Crisis Coléricas.

A. Las rabietas, como su nombre lo indica, al igual que los berrinches, constituyen una manera de dar salida al sentimien­to de rabia y de descargo merced al llanto, el grito y el pata­leo.

La rabieta emerge toda vez que el ambiente familiar es contrario a los deseos del niño. También aparece cuando las ilusiones que el niño depositó en el ámbito social se ven frustradas. En esencia constituye la respuesta a los sentimien­tos de frustración, donde se entremez­clan el amor y el odio.

La rabieta tiene sus manifestaciones culminantes en la etapa de deambulación, tanto por causa de la puesta de límites a cargo de los padres, como por los frenos naturales que impone la realidad misma. Por ende, su superación o persistencia depende, en buena medida, de la actuación del ambiente familiar y de la correcta implementación de los límites.

El niño que presenta berrinches y rabietas constantes está expresando que él sabe que con su omnipotencia logra lo que no puede obtener de otra manera. Otras causas de los berrinches constantes son ciertas circunstancias familiares críti­cas, en especial la separación matrimonial. Las rabietas y berrinches tienen su manifestación más intensa entre el año y los siete años de edad.

 

B. Los caprichos son otra de las conductas que ponen de mal humor a los padres. Es el caso del niño de dos años en ade­lante que se empecina en algo, acude al lloriqueo y manifies­ta una actitud de empacamiento. Comienzan entre los dos y cuatro años, y por lo general, duran toda la infancia; pueden prolongarse en algunos casos hasta la adolescencia. A los ele­mentos ya consignados para las rabietas, se unen la obsti­nación, el negativismo, y el desafío.

 

C. Las crisis coléricas son observables a partir de los seis y siete años de edad. El chico grita desmesuradamente, arroja obje­tos, ataca físicamente. Se desencadenan por causa de la ansiedad emergente y por las fantasías omnipotentes frustradas, conectadas con la envidia y los celos.           

 

3. Tics y Onicofagia.

A. Los tics son movimientos involuntarios que se producen en distintas partes del cuerpo, ojos, cabeza, labios, lengua, pier­nas, tronco, etc., que resultan absurdos al observador. Se repiten con frecuencia totalmente variable (minutos, horas, días). Desaparecen durante el dormir y a veces pueden ser frenados conscientemente, pero a costa de un gran esfuerzo mental que ocasiona sumo displacer.

Se caracterizan además, por la inoportunidad y lo intempestivo. En muchos casos se desplazan de un grupo muscular a otro. La edad de aparición es después de los cuatro años. La experiencia de todos los neurólogos es que deben ser tratados apenas comienzan a observarse.

Los tics obedecen a la emergencia de ansiedades confusionales que el niño siente y que no puede enfrentar ni superar. No obstante, es indudable que se instalan en sistemas nerviosos predispuestos, e inclusive pueden existir antecedentes familiares.

Los niños que tienen tics manifiestan un fuerte sentimiento de culpabilidad debido a la presión de su familia, que común­mente no acepta esta conducta y la interpreta como señal de hostilidad y agresividad.

 

B. La onicofagia es el acto de «comerse las uñas» de las manos, las más veces dañando la piel circundante e inclusive oca­sionándose infecciones serias. En realidad se trata de una doble acción de chupar y morder al mismo tiempo.

La onicofagia alcanza su cumbre entre los 11 y 1 3 años y no guarda relación con el nivel mental de la persona. La mayoría de los especialistas concuerdan en que estos niños exteriorizan mal sus sentimientos, son hiperactivos, autoritarios, y viven un estado de tensión permanente.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Dejadlos Venir a Mí”

Por Daniel Bravo

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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