Padres e Hijos – Trastornos Relacionados con el Lenguaje y el Dormir 1
Se destacan en este trabajo las perturbaciones del lenguaje por la importancia especial que el mismo posee en el desarrollo de la inteligencia del niño y en el aprendizaje.
La función verbal más afectada es la elocución, las perturbaciones de la voz y la palabra que con frecuencia son testimonios de inhibición emocional, de celos familiares u otros conflictos.
1. Retardo en la Iniciación, Alteraciones y Tartamudez.
La ausencia de afecto y protección, el clima de abandono e indiferencia que puede rodear al menor, demoran en muchos meses la iniciación del habla o su progreso en los dos o tres primeros años.
Otra causa suele ser la actitud perfeccionista y sobreprotectora de los padres, que cuando es ejercida con excesivo celo y con la intención equivocada de eximir al niño de esfuerzos y responsabilidades, priva al infante de espontaneidad y de las oportunidades necesarias para el desarrollo de su personalidad y de sus funciones psicológicas.
El niño ve transcurrir su segundo o tercer año de vida con un lenguaje rudimentario, con palabras, frase o frases simples, sin desarrollo sintáctico.
Con respecto a las alteraciones, la pérdida de la voz (afonía) o su pérdida de intensidad o tono (disfonía) puede presentarse en forma transitoria de comienzo brusco como consecuencia de un choque emocional. Luego de una duración variable, días o semanas, se recupera la voz espontáneamente o por influencia de una terapia de apoyo.
La tartamudez es el más frecuente, llamativo y temido trastorno funcional de la palabra. Consiste en un bloqueo o interrupción brusca de la emisión de la palabra que quita cadencia, fluidez y claridad de la expresión oral.
El habla se hace entrecortada, vacilante e interrumpida por repeticiones o persistencia de fonemas o sonidos que se agregan a gestos exagerados y movimientos torpes que conforman el cuadro tan característico y penoso de la tartamudez.
En general se presenta como síntoma asociado a otros trastornos del lenguaje, suele darse en niños con retraso madurativo del lenguaje y modalidades neuróticas de la personalidad. La participación emocional es constante y puede desencadenar o agravar el problema, pero esto ha de conjugarse con una inestabilidad y torpeza lingüística hereditaria.
Según una estadística, más del 60% de los niños que han hablado tarde o mal, presentan algún tipo de tartamudeo evolutivo. En otros casos el tartamudeo se acompaña de lapsus y dificultades para la organización gramatical de las frases; el lenguaje de los tartamudos está formado con oraciones breves y simples, con dificultades para el relato fluido o narrativo.
Esto es también una defensa del paciente para reducir las oportunidades de cometer errores. De todos modos los factores emocionales acentúan mucho la frecuencia de los bloqueos; la prueba está en que habitualmente estos niños no tartamudean estando solos y tranquilos o cuando cantan o leen.
La dificultad suele acentuarse en circunstancias que generan tensión o cohíben, como en la escuela o ante personas extrañas.
Estas circunstancias llevan al niño a aislarse y a evitar los contactos sociales, lo que produce consecuencias previsibles en su vida adulta.
El trastorno es más frecuente en los varones en una proporción de 8 a 1 con respecto a las niñas, sin haberse establecido aún las causas de tan notable preferencia. Aparece con mayor frecuencia en la edad preescolar, entre los 3 y 5 años, aunque también puede hacerlo en la segunda infancia o en la adolescencia.
Un hecho a tener en cuenta son los niños preescolares en los que el tartamudeo es temporal o intermitente, y esto lleva a los padres a confiar en que desaparecerá espontáneamente, pero al cabo de uno o dos años el efecto puede reaparecer y tornarse muy rebelde.
En presencia de esta perturbación de tan serias repercusiones psíquicas y sociales, es muy importante actuar precozmente antes de que se hayan establecido firmemente los condicionamientos propios de la infancia. La reeducación foniátrica respiratoria acompañada de apoyo psicoterapéutico puede tener buenos resultados o al menos, evitar que el defecto se consolide o se expanda. Pasada la edad de la infancia la solución de este tipo de alteración resulta improbable.
2. Desvelos y Terrores Nocturnos.
Esta designación surge de la descripción de los padres, que manifiestan que el niño se despierta varias veces por noche, tarda en volverse a dormir y reclama la asistencia de los mismos. También se consideran desvelos a la dificultad para dormirse de noche, dificultad que en algunos casos se prolonga por espacio de una o varias horas y que puede acontecer a partir de los primeros años de vida.
Resulta bastante frecuente en tales circunstancias que los progenitores lleven al niño a su cama, ya sea al acostarlo a la noche o cuando se despierta en el transcurso de la misma. Esta modalidad favorece la costumbre de dormir en la cama de los padres, a la vez que intensifica el desvelo.
(CONTINÚA…)
Extracto del libro “Dejadlos Venir a Mí”
Por Daniel Bravo
Lee Trastornos Relacionados con el Lenguaje y el Dormir 2