Guerra Espiritual – La Guerra Espiritual a Nivel de Iglesia 2

 

Continuemos.

3. El Principio de la Doble Lectura.

La guerra espiritual siempre presupone una doble lectura: la humana y la espiritual. Es fundamental que nuestras iglesias entiendan este concepto, de los contrario, incurrirán en graves errores teológicos.

Para que un principado se «asiente» sobre una iglesia, es decir, ejerza autoridad durante años sobre ella, esa congregación debe haberle dado autoridad espiritual para que se quede a vivir allí.

Por ejemplo, imaginemos una iglesia en la cual hasta su fundador está involucrado en pecados sexuales: el pastor cae en adulterio, una hermana se acuesta con el vecino, una pareja de no­vios mantiene relaciones prematrimoniales, etc. Todos estos pecados dan autoridad a un espíritu de inmoralidad sexual para que se asiente sobre la Iglesia.

Entonces el primer elemento a tener en cuenta es el pecado grupal de la iglesia: adulterio, fornicación, etc. Si esto persevera, un espíritu inmundo toma este pecado grupal y se «monta» sobre quienes lo practican. Recordemos que el pecado siempre da autoridad espiritual al diablo para que éste oprima a aquellos que hablan su idioma.

Este espíritu inmundo ejercerá presión espiritual para tentar y oprimir a los demás hermanos de la iglesia. Cada hermano que se coloque bajo la auto­ridad espiritual de dicha congregación comenzará a sentir este tipo de ten­tación, y cuántos más caigan en el pecado, más autoridad tendrá el espíritu inmundo. 

A su vez, si existen otros pecados grupales (tradicionalismo, robo, etc.), habrá más de un principado asentado allí. El pecado debe confesarse por dos razones:

A. Para recibir el perdón de Dios.

B. Para cortar la autoridad legal que dicho pecado otorga a los espíritus inmundos.

Esa es la puerta humana que debe cerrarse. Si el pueblo de Dios no confiesa sus pecados actuales, no hay manera de echar al principado que tiene autoridad para gobernar allí. Si cada hermano con­fiesa sus pecados y la iglesia como conjunto pide perdón por sus pecados, recién entonces se podrá tomar autoridad y destronar a los principados.

Destronar principados requiere de mucha guerra espiritual, porque cuando estos espíritus ven que van perdiendo autoridad a través de la confesión y de la santidad del pueblo, echan mano a toda su maldad para dividir y per­turbar a la iglesia.

 

4. Pasos Prácticos.

La iglesia de Cristo debe entender que está en guerra espiritual. Esta guerra no es contra nosotros mismos, sino, contra principados y potestades. Cada iglesia debe tomar conciencia de qué es el pecado y qué consecuen­cias trae. De modo que, luego de ministrar sanidad interior a cada miem­bro, se reunirá toda la iglesia y se informarán los principados que operan en ese momento sobre esa congregación. También se mencionarán los pecados grupales cometidos por las generaciones pasadas en la iglesia.

La identificación con los pecados con nuestros antepasados. Jesús mismo dijo «generación de víboras» para referirse a la herencia espi­ritual de sus antepasados. Es necesario renunciar y romper toda herencia espiritual recibida de generaciones anteriores.

Hemos señalado que vivir en pecado da autoridad legal a los demonios para operar sobre esos pecados. Los  pecados de nuestros antepasados en nuestra iglesia pueden haber dado lugar a que ciertos espíritus inmundos trabajaran en esas áreas del pecado de generación en generación. Cuanto más se practique el pecado, mayor será el gobierno demoníaco.

No nos cabe la menor duda, de que hay espíritus inmundos que anhelan quedarse en las iglesias por generaciones. Nuestro objetivo debe ser iden­tificar los pecados generacionales en la iglesia y así descubrir y destronar los principados que han estado trabajando.

Entonces, una vez que el pastor comunica a la iglesia los pecados de sus antepasados y los pecados grupales actuales, la iglesia entera se arrodi­llará y se identificará con los pecados de sus antepasados, confesándolos como si fueran propios. Entonces las fuerzas espirituales cósmicas que habían tejido redes contra nosotros, serán cortadas. Nehemías y Daniel constituyen un ejemplo de este tipo de esta identifica­ción: ambos se hicieron cargo del pecado de su pueblo (Neh.1:6 y Esdras 9:6).

 

Damos un Modelo de Oración:

«Señor, renunciamos y pedimos perdón como iglesia por el pecado de…………………………….. que hemos cometido como cuerpo y nos identificamos con este pecado cometido por generaciones anteriores. Ahora en el nombre de Jesús, tomamos autoridad y nos volvemos contra ti, principado de…………………………….., inmundo que gobernaste durante años sobre esta iglesia. Te decimos que ya no tienes más autoridad porque como pueblo de Dios hemos pedido perdón al Señor. Te ordenamos que te vayas leeos y fuera de nuestras vidas. Dios del cielo, prometemos ser una iglesia… (nombrar lo opuesto al pecado). Nos colocamos bajo el Señorío de Cristo. Adoramos y exaltamos tu nombre porque sólo tú eres digno de adoración y alabanza. Llénanos de tu presencia, renueva nuestra mente, nuestro corazón y toda nuestra vida para agradarte con todo nuestro ser. Te declaramos nuestro dueño absoluto en el nombre de Jesús. Amén».

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “6 Niveles de Guerra Espiritual”

Por Bernardo Stamateas

Lee La Guerra Espiritual a Nivel Iglesia 3

Artículo anteriorGuerra Espiritual – LA GUERRA ESPIRITUAL A NIVEL DE IGLESIA 3
Artículo siguienteGuerra Espiritual – LA GUERRA ESPIRITUAL A NIVEL DE IGLESIA 1
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre