MIENTRAS MÁS ALTO EN VISIBILIDAD NOS LLEVE EL SEÑOR, MÁS BONDADOSOS DEBERÍAMOS SER CON LAS PERSONAS.

Muchos creyentes piensan que el ser confrontativos es la única manera de ganar almas para Cristo. Lo único que consiguen es enajenar y alejar a los necesitados porque en esa confrontación no se percibe ni el amor ni la compasión de Dios. Se nos ha olvidado el versículo que dice que es la bondad de Dios la que nos guía al arrepentimiento (Romanos 2.4), no los golpes de Dios, no las confrontaciones de Dios, sino la bondad de Dios. Por eso envió al Espíritu Santo (el Consolador, no el confrontador) para guiarnos al arrepentimiento. Es la tarea del Espíritu Santo convencer a las personas de sus errores y pecados. Es nuestra tarea acercarlos al Espíritu Santo para que Él haga Su tarea. La falta de amabilidad con las personas únicamente las aleja de Él. Utilicemos el cariño y respeto como herramientas poderosas, ungidas por el Espíritu Santo, para ganar a nuestro mundo que tan golpeado está.

Mientras más alto en visibilidad nos lleve el Señor, más bondadosos deberíamos ser con las personas. Mientras más «posición» gocemos, más amables deberíamos ser con los demás. ¿Por qué hay tantos líderes que por el hecho de tener un poco de éxito en su trabajo piensan que eso les da el derecho de maltratar a la gente? Debe ser todo lo contrario. Jesús dijo las siguientes palabras en Juan 10.11: «El buen pastor su vida da por las ovejas». Si estamos dando nuestra vida a las personas, entonces que se note en la amabilidad que tenemos hacia ellas. Estos son algunos consejos para alcanzar ese fin:

  1. Cuando hable con las personas, mírelas a los ojos. Esto las hará sentir valoradas y escuchadas. Además, lo ayudará a usted a no distraerse mientras le cuentan lo que desean decirle. Conocí a la esposa de un pastor que quise mucho, pero que tenía la malísima costumbre de estar siempre mirando alrededor durante cualquier conversación. Muchas veces tuve que repetir dos y tres veces lo que acababa de decir porque ella se distraía viendo todo y a todos menos a mí. Me sentía tan frustrado, y la única razón por la que nunca la reté fue porque le tenía mucho respecto, además de que me llevaba bastantes más años. Sin embargo, a esta edad de mi vida, seguramente le diría algo porque su hábito lo hacía a uno sentirse desvalorizado y poco importante. Ella ya se fue al cielo. Espero que su nuevo estado glorificado haya corregido esta mala costumbre.
  2. Hágales sentir importante. Que sepan que lo que le están comentando o diciendo tiene importancia para usted. Interésese en lo que le están diciendo. Haga algunas preguntas para conocer más a fondo lo que le cuentan.
  3. Muestre compasión. Muchas veces, sobre todo en el liderazgo cristiano, las personas nos quieren contar sus tragedias o luchas personales. En esas instancias, manteniendo siempre los parámetros de propiedad, abrace a las personas y muéstrese compasivo a su dolor. La Biblia nos llama a llorar con los que lloran (Romanos 12.15).
  4. Organícese de tal manera que su equipo de trabajo pueda darles respuestas y soluciones a las peticiones de las personas. Es imposible, como individuos, suplir todas las necesidades de nuestros seguidores. Sin embargo, podemos organizar a nuestros equipos de trabajo de tal manera que haya quienes respondan en nombre nuestro a sus necesidades.

Gozo de una bella amistad con los gobernadores actuales—mientras escribo— del estado de Durango, el señor Jorge Herrera Caldera y su esposa, la señora Tere. En varias ocasiones he sido invitado por la Primera Dama del estado para salir a ciertas áreas de mucha necesidad en el lugar, a repartir despensas y ropa. Me admiro de la manera en que la señora Tere se mueve entre la gente, abrazando, escuchando, preguntando y respondiendo a las necesidades del pueblo. La acompañan aproximadamente diez personas de su equipo de trabajo con tabletas de papel y plumas, tomando nombres y direcciones de aquellos a quienes la señora les ha prometido algo. Este equipo se dedica a cumplir las promesas de la Primera Dama. Ha sido un gran ejemplo para mí, tanto ella como individuo y ser humano, como su equipo de trabajo, la manera en que se interesan en los problemas de la comunidad y se esmeran por auxiliar al menesteroso. Así debería ser también el liderazgo de fe.

  1. Sonría. Es posible que esta sea una de las herramientas más sencillas pero poderosas que podamos utilizar para mostrar la amabilidad. ¡Tan fácil que es sonreír y tan beneficioso que es! Cuando las personas nos ven sonreír, les da calma en el alma. La sonrisa invita a la paz y la bondad. Nunca ha habido un mejor tiempo para que los cristianos sonriamos más que ahora.
  2. No haga acepción de personas. La Biblia es clara en sus instrucciones acerca de tratar con igualdad a todos. El apóstol Santiago nos advierte que no debemos dar preferencia a los que son ricos y visten elegantemente, y obviar a los que tengan aspecto de bajo condición. Muchas veces he sentido mucha vergüenza al ver a ministros, pastores y esposas de pastores hacer exactamente lo contrario a lo que nos ordena Santiago. Que el Señor redarguya nuestros corazones. Que abracemos a todos de igual manera. Que hagamos sentir a todos igual de importantes. Su estatus social no debería tener importancia alguna en nuestro trato con ellos. Somos pastores de todos, tratemos con deferencia y corrección a cada uno.

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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