La mamá de los hijos de Zebedeo se volvió a su casa, no humillada, sino iluminada sobre cómo funcionaría este Reino del evangelio. Un Reino totalmente al revés de los reinos humanos de esta tierra. Un Reino donde el más grande de ellos, Jesús mismo, el Hijo de Dios y Redentor de la humanidad, tomaría una toalla y agua para lavar los pies de Sus discípulos. Un Reino donde, en lugar de buscar visibilidad, buscó servir. Donde en lugar de ser servido, vino a servir y dar su vida en rescate de muchos (Mateo 20.28). Si el más grande entre nosotros hizo esto por nosotros, ¿cual, entonces, será el ejemplo para cada uno de nosotros? ¿cuál lo mismo por aquellos que están bajo nuestro cuidado? Servir y dar nuestra vida en rescate por muchos. Es lo menos que podemos hacer ante este ejemplo puro de servicio que nos ha dado nuestro Señor Jesucristo.

«EN PRESENCIA DE MIS ANGUSTIADORES»

Es interesante que David, siendo pastor, incluya esta frase en ese versículo que habla del servicio. En el cuadro tenemos la mesa, servida por el Buen Pastor, y la oveja sentada, siendo servida, atendida. Siempre que vemos mesas de banquete y comida en la Biblia, es representativo de la provisión divina y abundante por parte de nuestro Señor que ha prometido siempre cuidarnos, alimentarnos y vestirnos mejor que las aves del cielo y las flores del campo (Mateo 6.33). Una mesa servida es el simbolismo teológico que hace referencia a la abundancia eterna de Dios. El mismo David, quien escribe de esta mesa, habla en otro salmo de que nunca ha visto al justo desamparado ni a sus hijos mendigando pan (Salmos 37.25). Dios proveerá para cada una de nuestras necesidades.

En este cuadro, aparte del ambiente festivo y acogedor del banquete que describe el salmista, también encontramos a unos seres tenebrosos que se limita en llamar simplemente: los «angustiadores». En otra versión se traduce, nuestros «enemigos». La palabra en el original significa alguien que oprime, impide (literal o figurativamente), acosa, ataca y encarcela. En otras palabras, es la descripción pura del enemigo de nuestra alma: Satanás. Siempre cerca, merodeando en las sombras para ver cómo nos puede atacar, acosar, reprimir, robar o encarcelar. Observando todo con ese ojo envidioso, agachado y rezagado en una esquina obscura, mientras el Buen Pastor nos consiente, nos ama y nos sirve la mesa con profundo amor y cariño. Todo lo que el enemigo odia. Casi como que podemos escuchar al Señor decir: «Ven acá, Satanás. Mira nada más lo que hago para mis hijos. Mira cómo los consiento. Mira cómo les proveo. No hay nada que puedas hacer para robarles la bendición, abundancia y provisión que les estoy dando. Mira con qué alegría les sirvo. Observa mientras les entrego el pan y les sirvo de tomar. Todo lo que deseas robarles y de lo que les quieres privar, mientras estoy aquí, no hay nada que puedas hacer para quitárselo».

Mientras se mantiene el Buen Pastor ocupado en servir la mesa, los angustiadores no se pueden acercar. Tienen que mantenerse a la distancia. Si por algún motivo el Buen Pastor deja de servir, la oveja es vulnerable a la posibilidad de que sus enemigos la destruyan. Esta es otro gran incentivo del porqué los pastores debemos cuidar bien a nuestras ovejas y no distraernos de la tarea de servirles. Mientras les servimos, los enemigos no tienen acceso a las ovejas. Tendrán que mantenerse en la distancia.

Existe un placer sin paralelo en esta tierra: ver las sonrisas, escuchar las risas o presenciar las lágrimas de una persona que está siendo servida por alguien que ama. ¿Usted lo ha experimentado? Yo no lo cambio por nada del mundo. Uno de los mayores gozos que tenemos como pastores es ver a las personas recibir toda la abundancia de Dios, en presencia de los angustiadores, que solo quieren destruir sus vidas. Recibir el bien y la benevolencia del Señor a pesar de sus difíciles circunstancias. Poder ser portadores de la gracia y bondad de Dios a las personas necesitadas y observar sus reacciones de júbilo al recibir el favor de Dios. Que no nos cansemos nunca de gozar esos momentos de servir a nuestras ovejas en presencia de sus angustiadores. Gocemos al verlas beber y comer de las bendiciones de Dios, mientras sus enemigos no pueden hacer nada al respecto. Seamos quienes les sigamos sirviendo el plato, y llenándoselo una y otra vez, ante la mirada desesperada del angustiador que lo único que desea es destruir a esa hermosa oveja que Dios nos encargó.

UNO DE LOS MAYORES GOZOS QUE TENEMOS COMO PASTORES ES VER A LAS PERSONAS RECIBIR TODA LA ABUNDANCIA DE DIOS.

Extracto del libro “Los 8 Hábitos de los Mejores Líderes”

Por Marcos Witt

1
2
Artículo anteriorLiderazgo – EL LEGADO
Artículo siguienteLiderazgo – EL MISTERIO DE LA TOALLA
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre