UNO DE LOS FRUTOS DEL AMOR ES QUE CUBRE UNA MULTITUD DE ERRORES.

Dese cuenta de algo: si yo hubiera contado aquella historia antes de conseguir la aprobación de la oveja, hubiera sido lindo y tocaría vidas, sin duda. Sin embargo, hubiera corrido el riesgo de apenar a una persona a la que quería aplaudir por lo que había sucedido. Sin su permiso, el haberlo relatado se hubiera sentido más un golpe que un aplauso, más una traición que un halago. Pero con el permiso de ellos, lo pudieron disfrutar como uno de los domingos más memorables en su historia. A causa de la ética que protege, le hice sentir orgulloso de lo que Dios había hecho, en lugar de causarle pena o vergüenza de lo que había sucedido. Esa es la fuerza de la protección. El pastor protege, no descubre. Cuida, no destapa.

En 1 Pedro 4.8 leemos que uno de los frutos del amor es que cubre una multitud de errores. Una de las traducciones, de hecho, usa la palabra «pecados». Piense detenidamente en la acción de cubrir. Debería entristecernos enormemente cuando los pecados y errores de nuestras ovejas son conocidos por otros. Deberíamos tomar en serio nuestro voto de confianza delante del Señor. Qué bueno que Dios no va divulgando y diciendo todos los pecados de todo el mundo a los cuatro vientos. Qué bueno que existe la poderosa cruz de Jesús, donde la sangre perfecta fue derramada para cubrir todo pecado, para jamás ser descubierto. Usted ni yo, como pastores, tenemos ningún derecho de descubrir algo que la sangre de Jesús ha cubierto. De la misma manera, no tenemos el derecho de traer el pasado al presente, bajo ninguna circunstancia. Si en verdad creemos que «todas las cosas son hechas nuevas», entonces ¿por qué hay tantos pastores recordándoles a sus ovejas los errores que cometieron en el pasado, utilizando esa información para manipular o subyugar a esas personas? Cuentas daremos por esa falta de protección y cuidado para las ovejas.

En Ezequiel 34 hay un versículo que me cimbra cada vez que lo leo. Dice textualmente: «Yo estoy en contra de mis pastores» (Ezequiel 34.10, NVI). ¡Qué palabras tan fuertes! Que Dios mismo se oponga a los pastores que Él instituyó (dice «mis pastores»). Uno tiene que preguntarse por qué Dios está opuesto a sus propios pastores. La respuesta la encontramos en los versículos del 2 al 6.

Son varias las cosas que Dios registra como detalles que le molestan. Sin embargo, el común denominador en toda la lista es: «No cuidaron de mis ovejas». No las protegieron. Se nutrieron de ellas, dice, pero no tuvieron cuidado de ellas. Dios lo toma en serio. Tanto así que dice: «Estoy en contra de mis pastores».

Le pido a Dios que me cuide de estar en esa lista de pastores descuidados. Que me dé la gracia de saber proteger y cuidar de las vidas de aquellas personas que Él ha puesto bajo mi delicado cuidado, y que pueda rendirle cuentas como un buen mayordomo. Deseo con todo mi corazón ser la clase de pastor que cuando las ovejas tienen algún problema, pecado, indiscreción o malestar, con humildad y discreción pueda restaurarlas con todo amor y consideración, como si fuera yo mismo quien necesite de Su misericordia (Gálatas 6.1).

Parte del cuidado o la protección que ofrecemos como pastores es conseguirles la ayuda que necesitan para sus desafíos. Ponerlos en contacto con profesionales que les puedan ayudar a superar sus pecados. Llevarlos a un encuentro espiritual o enviarlos a consejería para salvar su matrimonio o familia; son parte de las estrategias que utilizamos para proteger y cuidar de las ovejas. En ocasiones nos tocará escuchar algunas historias muy complicadas y tendremos que pedir sabiduría de Dios para saberlas manejar. En verdad que si usted ha pastoreado por cualquier cantidad de tiempo, se dará cuenta de que aun a las telenovelas más bárbaras les falta la creatividad que la gente tiene para meterse en problemas. Hay situaciones que requieren manejarse con absoluta delicadeza y cuidado. Siempre, aun en esos casos de extrema sensibilidad, se les pide a las personas el permiso para incluir a otros dentro del círculo de los que saben su información, con el fin de orientarlas mejor. Asegúrese, en ese caso, de siempre incluir solamente a aquellas personas que usted, con el tiempo, ha comprobado que son discretas y maduras con la información conferida. Si usted comparte información delicada y sensitiva con ciertas personas, especialmente aquellas que no tienen la madurez suficiente para procesarla con sabiduría, simplemente no podrán con esa carga. Las abruma. Por lo que, en la mayoría de los casos, una persona inmadura que recibe información confidencial no se tardará en regarla por todos lados. Como pastores, tengamos cuidado al escoger a quiénes les contamos los detalles.

Existen algunas situaciones aún más difíciles en las que tenemos que accionar con decisión y cautela. Son aquellos casos en los que una persona nos ha confesado que está por matar a alguien, o que discernimos honestamente que la vida de otro está en peligro, a causa de lo que ha declarado el confesante. En estos casos, debemos actuar asertiva y atinadamente. En Estados Unidos, por ejemplo, la ley obliga a los pastores a reportar tanto estos casos como cualquier situación que conozcamos de algún menor de edad que ha sufrido una violencia física o sexual. Al no reportarlo, dicta la ley, nos hacemos cómplices en el crimen y habrá consecuencias para aquel pastor que supo la información y no hizo nada al respecto. Sería recomendable que se tome el tiempo y la molestia de conocer cuáles son las leyes al respecto en su país. Sería triste que por no conocerlas, infringiera alguna ley que lo exponga a una responsabilidad y consecuencia indeseada.

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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