¿Qué es una Buscadora?

Es una mujer que vive buscando afecto en cada rincón del planeta; una mujer que no puede tener una relación de pareja o de amistad que permanezca en el tiempo, porque permanentemente dudará del amor que recibe. Pero en un determinado momento esa búsqueda la frustra, siente que no le importa a nadie y se deprime y se retrae del mundo. Se mantiene a distancia de todos, tratando de protegerse para que nadie la lastime, pagando así un alto precio: la soledad. El precio es la soledad.

Muchas mujeres, con tal de no sentirse solas ni por un instante, se dejan seducir fácilmente. Buscan que alguien las acaricie, que un hombre las haga felices, que un hombre les dé lo que necesitan, sin advertir que lo que necesitan para ser felices está dentro de ellas mismas. Es esta carencia de caricias la que nos lleva a hacer malas elecciones. Nos apresuramos, y pensamos que el otro nos va a dar todo aquello que necesitamos. Tal vez hoy te enamores del profesor de gimnasia, mañana de tu compañero de oficina, luego de tu mejor amigo. Vives enamorándote, buscando que alguien te acaricie y sacie esa soledad inmanejable que sientes.

Puedes pasarte toda la vida estableciendo relaciones para no sentirte sola, pero hasta que no sanes tu necesidad de caricias, aun estando casada, puedes seguir sintiéndote sola. Nada de lo que recibas del otro será suficiente, nada te va a alcanzar. El problema no es el otro; eres tú la que debe sanar su estima y tener un proyecto de vida propio que te llene de pasión, de energía y de esperanza. Mientras busques en los otros lo que sólo puedes encontrar dentro de ti, irás a lugares que no te convienen y elegirás mal.

Las mujeres solemos pasar por tres etapas:

1. La primera etapa: «Me quiero casar, y no sé con quién». En esta etapa las mujeres se angustian profundamente si no están en pareja.

2. La segunda etapa: «Estoy casada y me quiero divorciar». En esta etapa decimos: «No es lo que yo pensaba».

3. La tercera etapa: «Ahora estoy buscando otro hombre y no lo encuentro».

¿Sabes cuál es realmente el problema? Hasta que no puedas sanar esa necesidad de caricias que tienes, no podrás encontrar a alguien a quien amar y quien verdaderamente pueda amarte, porque solamente estarás buscando caricias.

Muchas mujeres dicen: «¿Qué no daría yo por tener un hombre al lado, por sentirme acompañada?». Y en esa necesidad de amor desesperada elegimos mal. Las mujeres solemos levantar imágenes, ídolos, pensando que los otros van a satisfacer todas nuestras necesidades. No comprendemos que ese ídolo exterior que levantamos puede terminar destruyéndonos. Decimos:

  • «Yo voy a una institución y esa institución me va a librar de todas mis angustias».
  • «Yo voy a conseguir a este hombre y con este hombre me voy a parar para toda la vida».

¿Cuál es el precio que estás pagando por no estar sola o por no tomarte el tiempo necesario para encontrar a ese hombre que va a compartir contigo tu proyecto de vida?

Necesitamos ver el precio de esa elección porque, aunque logremos casarnos —si esto no es lo que verdaderamente queríamos—, al tiempo nos volveremos a sentir solas. La continua inseguridad interior nos ha llevado a buscar en el exterior, en «el otro», esa confianza y esa seguridad que deberíamos buscar y encontrar dentro de nosotras mismas.

Si pretendes que ese hombre te dé todo lo que necesitas para ser feliz, vas a depender tanto de ese hombre que el día que él no esté más se habrá terminado tu vida. Pero éste no es tu destino. Querida mujer: Tú naciste para dar a luz sueños grandes, proyectos exitosos; naciste para crear, para dar vida. Nadie puede borronear tu imagen; no dejes que nadie te limite y te diga que ya es tarde para soñar.

Hoy las organizaciones de Derechos Humanos están hablando de la imagen borrada del ser humano. El término imagen borrada se refiere al hecho de que hoy el hombre no tiene dignidad ni autoestima; su imagen está borroneada. Por lo tanto, busca su seguridad afuera, sin saber que toda imagen que se levanta en el otro para sentirse seguro, tendrá el poder de destruirlo: ésta es la autoridad y el permiso que uno mismo les concede.

Extracto del libro Estoy Casada Pero Me Siento Sola

Por Alejandra Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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