Sentirnos correspondidos es una necesidad humana básica y si no se satisface, puede inducir a una persona acometer actos desesperados. Muchas mujeres tienen relaciones extramatrimoniales sólo por no sentirse solas, por tener un poco de compañía aunque sea por un rato. Sólo allí encuentran un poco de alivio momentáneo a esa soledad que sienten, aunque lo que hagan, evidentemente, no sea lo que verdaderamente deseen o esperen.

Muchas mujeres necesitan un hombre para sentirse atractivas, jóvenes, útiles, importantes. Mujeres de mediana edad establecen parejas momentáneas con jóvenes de muy corta edad y viceversa. Chicas muy jovencitas comprometidas en relaciones con hombres mayores buscan saciar esa necesidad de estar con otro, porque es el otro el que las hace sentir vivas o «seguras».

Y esto no sólo sucede por el patrón cultural que dice que si estás en pareja eres más seductora y más inteligente que aquella mujer que decidió estar sola, sino porque muchas mujeres no han tenido la validación de una figura masculina que las apruebe, es decir, no han recibido la aprobación de un papá. Jamás una demostración afectuosa o una felicitación, por lo que tratarán de buscar y encontrar en el sexo opuesto ese reconocimiento mínimo que necesitan suplir, esa carencia que llevan escondida dentro de ellas mismas a través del tiempo.

En una conferencia para mujeres que organicé hace un tiempo atrás, pedí a un médico que hablara sobre sexualidad femenina. El médico me dijo que había pensado colocarse en el lugar de los hombres que habían maltratado a esas mujeres y pedirles perdón en nombre de ellos. La idea me pareció excelente y le pedí que le agregara al acto del perdón un abrazo para cada una de las mujeres que así lo quisieran. Las mujeres, una por una, se fueron acercando, lo abrazaron, lloraron y comenzaron a restaurar sus emociones. Pudimos comprobar que ese contacto físico era ciento por ciento sanador. Luego de terminado el encuentro, las mujeres comentaban esa conferencia y ese momento como lo mejor de todo.

El contacto físico humano suspende la soledad sólo de manera temporaria. Muchas mujeres casadas creen amar a otro hombre, cuando en realidad lo único que están haciendo es un intento desesperado por aliviar esa tremenda soledad que sienten. Por esto se permiten cometer errores sexuales que sólo aumentan su soledad y terminan lastimándolas aún más.

1. Después de la Luna de Miel.

Pasado el período de la luna de miel, muchas parejas comienzan a tener una vida rutinaria. Muchas mujeres, a pesar de llevar muchos años de casadas (veinte o veinticinco años), con hijos o sin ellos, nunca disfrutaron sexualmente. No saben lo que es un orgasmo, porque no saben o no se permiten ellas también disfrutarlo. Creen que su función es darle sexo a él, y si él está bien, ya está, porque con eso él se va a quedar tranquilo y no irá a buscar a otra mujer. Las mujeres no podemos dejar de lado el sexo. Este tema es tan importante dentro de nuestra vida en pareja como cualquier otro tipo de atención que pudiésemos darnos. Los conflictos sexuales son fáciles de resolver, pero da pudor hablar de ellos. Por eso, si queremos disfrutar de nuestras relaciones y crecer en ellas, necesitamos romper con aquellos mitos y creencias erróneas que nos han enseñado. Veamos algunos mitos que por años hemos creído las mujeres, o nos hicieron creer:

A. Ya sabemos todo lo que hay que saber.

FALSO. Tú y él deben disfrutar de su intimidad y de la relación sexual que tengan. Dios creó al ser humano incluyendo el sexo, y lo creó para que podamos disfrutar de él.

No es verdad que «ya sabemos todo acerca del tema» porque, tal como queremos madurar en otras áreas de nuestra vida, necesitamos también hacerlo en el área sexual. Y no se trata de aprender una serie de pasos o técnicas (que se pueden aprender leyendo cualquier libro de sexualidad o consultando a un sexólogo o médico) sino de conocer un proceso que comprende actitudes, pensamientos y sentimientos.

B. Los hombres tienen necesidades sexuales y las mujeres, no.

FALSO. ¡Esto es mentira! Hay miles de mujeres que dicen: «Yo lo hago para darle el gusto a él, para que no se vaya con otra, pero en realidad, me da lo mismo». Es mentira que los varones tienen más deseo sexual que las mujeres. Lo que sucede es que culturalmente al varón siempre se le ha permitido tener sexo, porque un varón que no tiene sexo es considerado homosexual o raro, y el que tiene mucho sexo es un piola bárbaro, pero a la mujer que tiene mucho sexo se la llama de muchas y malas maneras.

Extracto del libro Estoy Casada Pero Me Siento Sola

Por Alejandra Stamateas

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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