Llega un momento en la vida en que todos, hombres y mujeres, nos preguntamos: «¿Cuándo voy a trabajar por lo mío?» No queremos estar pendientes del carácter de otros: «Voy a ver cómo llega él y de acuerdo a cómo esté sabré si le puedo decir que tengo ganas de comprarme esas botas, esa campera para los nenes…», «de acuerdo a cómo le haya ido en el trabajo, le voy a decir que tengo ganas de ir al cine» o «depende de con qué humor esté le pediré que me lleve a la casa de mi amiga; si no, voy en colectivo». Y de esa manera vivimos dependiendo del servicio o del carácter de los demás y tú, querida mujer, no naciste para depender de las ganas, del humor y del dinero de los demás, ni siquiera del marido que está a tu lado.

Sin embargo, aunque el mayor deseo que tenemos es el de ser independientes, sin darnos cuenta, nos boicoteamos y nos decimos: «Si yo no tengo con qué, cómo voy a ser una mujer independiente, yo dependo de mi marido». Y esas palabras que nos decimos a nosotras mismas actúan como una creencia de freno, de limitación:

  • «No tengo con qué».
  • «No tengo inteligencia».
  • «No tengo ganas».
  • «No tengo dinero».
  • «No tengo fuerzas».
  • «No tengo empuje».
  • «No tengo capacidad».

Estas falsas creencias, tal vez culturales, que hemos desarrollado interiormente y que hemos creído, hoy nos producen angustia y nos hacen manejarnos equivocadamente. El mundo nos ha hecho creer que para comenzar un proyecto necesitamos asociarnos con otros, ya sea una amiga o nuestro marido. Sentimos que no estamos preparadas para dar vida a un proyecto propio. Por eso, inconscientemente, buscamos que alguien se sume para compartir nuestro sueño.

Unirse a otro para lograr un sueño no está mal, pero hay que tener en cuenta que: «Yo soy el ciento por ciento de lo que necesito y la persona a la que me uno también lo es, entonces, al unirnos, resultaremos un doscientos por ciento». Si creo que «no soy nada» y busco al otro para que me dé lo que yo no tengo, quedaré expuesta al abuso y a la manipulación.

Es decir, me uno al que tiene dinero, capacidades, inteligencia, fuerzas, ganas, entusiasmo, y cuando «ése» me deje, volveré a «ser nada» otra vez, y así es como, una vez más, volveremos a la dependencia. Si piensas que la otra persona es como la nafta que necesita tu auto para seguir funcionando, cuando no esté volverás a la nada. Solamente podrás unirte a otro cuando tengas en claro que eres el ciento por ciento, que tienes inteligencia, entusiasmo y capacidad; y cuando puedas decir: «Hoy no tengo dinero, pero mañana lo tendré». Y el otro tendrá, como tú, entusiasmo, dinero y deseos de hacer todo bien, y así se potenciarán y obtendrán buenos resultados. Si te unes a otra persona es para potenciarte, no para que el otro complete lo que no tienes.

Extracto del libro Estoy Casada Pero Me Siento Sola

Por Alejandra Stamateas

(CONTINÚA… DALE CLICK ABAJO EN PÁGINAS…)

1
2
Artículo anteriorMujeres – APRENDIENDO A QUERERME
Artículo siguienteMujeres – ¿QUÉ DEBO HACER PARA NO SENTIRME SOLA?
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre