«Algunos piensan que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse” (Gabriel García Márquez)

Eres tan predecible. Siempre quieres saber más acerca del amor, pero nunca quieres abordar el tema de la muerte. El gran tema es que hasta que no te des cuenta que tu paso por esta vida es breve, tampoco tendrás la capacidad de amar apasionadamente.  El ejercicio puede darte algunos latidos más. La medicina algunos respiros extras. Pero aunque no lo creas, la mejor manera de enamorarte de verdad, es sabiendo que hay una muerte.

De hecho, el único salmo atribuido a la pluma de Moisés dice: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmos 90:12). El que es sabio tiene en cuenta la brevedad de la vida. Dejando en claro esto, solo tienes tres formas de encarar el amor:

La primera es con una vida de reacción, o sea, avanzas hasta que alguien te obliga a cambiar de dirección. Amas siempre y cuando te amen primero. Siempre estás dependiendo de la iniciativa de otras personas. Si no te dicen que te aman, jamás te permites decir lo que sientes, por miedo al rechazo o a no ser correspondida. (Si a esto le sumas que los hombres audaces son casi una especie en extinción, realmente tienes un grave problema).

La segunda forma es una vida de conformismo. Con esa predisposición mental, vives amoldándote a la soledad (sea como sea que la estés viviendo). El actor Robin Williams dijo la triste y célebre frase: “Solía pensar que la peor cosa en la vida era terminar solo. Pero no lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien que te hace sentir solo”. No existe peor fracaso que no haberlo intentado. Si eliges amar, has ganado media batalla. Si no eliges nada, has ganado media derrota.

La tercera manera es una vida de intencionalidad. Es la manera en que eliges amar. Si no haces esa transición, estarás en apuros. De automático a manual. De dejarte llevar a provocarlo. De involuntario a intencional. El amor requiere intencionalidad. Necesitas dejar de pensar a quien le corresponde amar o arriesgarse primero, y decirle que lo amas con toda tu alma. Las relaciones afectivas nunca son estáticas, siempre están en movimiento, o cada día lo amas más o cada día lo amas un poco menos. Las frases: “Todo está igual que antes” o “Nada cambia”, suenan románticas pero suelen ser el certificado de defunción del verdadero amor.

Por eso es vital que tengas en cuenta que el tiempo pasa rápido y los recuerdos se desvanecen. La gente se va, pero el corazón nunca olvida.  Te olvidas de las cosas que te dicen pero nunca de cómo te han hecho sentir. Y a veces las cosas más pequeñas son las que ocupan más espacio en el corazón de una mujer.

Quiero que sepas que estoy consciente que te sientes plena cuando conoces a alguien que siempre escucha como fue tu día, que soporta tus cambios de humor, tus locuras, tus enojos, tu risa y tus preguntas raras. Después de todo, ser mujer es ser princesa a los 15, bella a los 20, pasional a los 35, inolvidable a los 45, dama a los 60 y hermosa toda la vida. Por eso es muy importante que recuerdes que hay gente con la que perderás el tiempo, y otras con las que perderás la noción del tiempo (y esta última es la que realmente vale la pena).

Cuando amas sabiendo que la vida es una sola y no admite una segunda chance, puedes mirar a quien amas directamente a los ojos y decirle: “Puedes reprocharme muchas cosas, menos que no me entregué completamente, menos que no me dediqué a ti, menos que no fui honesta, menos que no entregué lo mejor de mí, menos que no confié en ti, menos que no te di libertad, menos que no te respeté, menos que no dije y demostré mis sentimientos, menos que no fui yo, porque no puse máscaras, no utilicé estrategias, no guardé apariencias, en cada momento fui yo, con miedos sí, con dudas también pero sin embargo seguí siendo yo…y desnudé mi alma ante ti”.

Por eso, cuida de no enamorarte solo de quien abre las puertas de tu corazón, sino de quien tire las llaves y se encierre contigo. La vida es corta. Perdona rápido, no discutas por tonterías, besa lento, ama de verdad, cela un poco, ríete sin control y nunca dejes de sonreír, por más extraño que sea el motivo. Puede que la vida no sea la fiesta que esperabas, pero mientras estés aquí, tienes que bailar. Después de todo, la vida no se mide en minutos, sino en momentos.

El genial escritor Max Lucado supo escribir: “Vive como un niño; juega mucho, ríe mucho y déjale las preocupaciones al Padre”. No te olvides que todo lo bueno en esta vida siempre te despeina: Correr, saltar, ducharte, bailar, dar a luz, nadar, las montañas rusas, el viento del verano, reír a carcajadas y hacer el amor. Así que, Dios quiera que vivas la vida con el cabello hecho un desastre.

En resumen: Una vez que te des cuenta que algún día vas a irte de esta tierra, apúrate en conocer a esa persona que logre hacerte feliz con cualquier tontería, y apenas la veas dile: “Te apuesto un beso a que vas a querer otro. Vamos a enamorarnos… yo invito”.

Por Dante Gebel

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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