Matrimonios Cristianos – El Amor es Amable

 

 

La amabilidad es el amor en acción. Si la paciencia es la manera en que el amor reacciona para reducir al mínimo una circunstancia negativa, la amabilidad es la manera en que el amor reacciona para aumentar al máximo una circunstancia positiva.

La paciencia evita un problema; la amabilidad crea una bendición. Una es preventiva, la otra es dinámica. Estas dos caras de amor son las piedras anclares sobre las cuales se construyen los demás atributos que trataremos

El amor te hace amable. Y la amabilidad te hace agradable. Cuando eres amable, las personas quieren estar cerca de ti. Perciben que eres bueno con ellas y que fe haces bien. (Prov.3:3-4).

Separaremos la amabilidad en cuatro ingredientes esenciales:

A. Dulzura. Cuando obras con amabilidad tienes cuidado de cómo tratas a tu cónyuge y jamás eres demasiado severo. Eres sensible y tierno. Aún si es necesario decir algo difícil harás lo imposible para que tu comentario o desafío logren ser tan fáciles de escuchar como sea posible. Dices la verdad

 

B. Servicio. Ser amable significa que cubres las necesidades del momento. Si se trata de tareas domésticas, te pones a trabajan ¿Hace falta un oído dispuesto? Lo proporcionas. La amabilidad adorna a la esposa con la capacidad de servir a su esposo sin preocuparse por los derechos propios. La amabilidad hace que un esposo tenga curiosidad de descubrir ¡o que su esposa necesita, y lo motiva a ser el que dé un paso al frente y se asegure de que esas necesidades se satisfagan… aun si las propias quedan en espera.

 

C. Buena Disposición. La amabilidad te inspira a estar dispuesto. En lugar de ser obstinado, reacio o terco, cooperas y te mantienes flexible. En vez de quejarte y poner excusas, buscas razones para llegar a un acuerdo y adaptarte. Un esposo amable termina miles de posibles discusiones con su disposición de escuchar antes de exigir que se haga lo que quiere.

 

D. Iniciativa. La amabilidad piensa de antemano y luego da el primer paso. No se sienta a esperar que la impulsen u obliguen a salir del sofá. El esposo o la esposa amable será el que salude primero, el que sonría primero, el que sirva primero y perdone primero. No necesita que el otro haga las cosas bien para demostrar amor. Cuando obras desde la amabilidad, ves la necesidad y das el primer paso.

Jesús describió de manera creativa la amabilidad del amor en la parábola del buen samaritano (Lucas 10:30-37). A un hombre judío lo atacan unos ladrones y lo dejan moribundo en un camino apartado. Dos líderes religiosos, respetados entre su gente, pasan y deciden no detenerse. Estaban demasiado ocupados. Eran demasiado importantes. Les gustaba demasiado tener las manos limpias. Sin embargo, un hombre común de otra raza (de los odiados samaritanos, cuyo desprecio por los judíos era tanto amargo como mutuo) vio a este extraño necesitado y se conmovió con compasión. Cruzó todas las barreras culturales y se arriesgó a hacer el ridículo, pero se detuvo a ayudar al hombre. Vendó sus heridas, lo colocó sobre su propio burro, lo llevó a un lugar seguro y pagó todos los gastos médicos de su propio bolsillo.

En donde años de racismo habían causado conflictos y división, un acto de amabilidad unió a dos enemigos. Con dulzura. Por medio del servicio. Con buena disposición. Este hombre tomó la iniciativa y demostró la verdadera amabilidad en todas sus formas.

¿Acaso al principio no fue la amabilidad algo clave que los unió a ti y a tu cónyuge?

Cuando te casaste, ¿no esperabas disfrutar de su amabilidad durante el resto de tu vida? ¿Acaso tu pareja no sentía lo mismo con respecto a ti? Aunque los años pueden mitigar ese deseo, tu placer en el matrimonio sigue estando ligado al nivel diario de amabilidad expresada.

La Biblia describe a una mujer cuyo esposo e hijos la bendicen y la alaban. Entre sus atributos nobles se encuentran: «Abre su boca con sabiduría, y hay enseñanza de bondad en su lengua» (Proverbios 31:26).

¿En qué lugar del medidor de amabilidad te colocaría tu cónyuge?

¿Cuán severo eres?

¿Cuán dulce y servicial?

¿Esperas que te pidan las cosas o tomas la iniciativa para ayudar?

Es difícil demostrar amor cuando tienes poco o nada de motivación. Sin embargo, el amor en esencia no se fundamenta en los sentimientos; sino que toma la determinación de manifestar amabilidad aun cuando parezca no haber recompensa. Nunca aprenderás a amar hasta que aprendas a ser amable.

 

El Desafío de Hoy

Hoy también, además de no decirle nada negativo a tu cónyuge, realiza al menos un gesto inesperado como acto de amabilidad.

¿Qué descubriste hoy sobre el amor?

¿Qué hiciste, en concreto, en este desafío?

¿Cómo demostraste amabilidad?

Extracto del libro “El Desafío del Amor”

Por Alex y Stephen Kendrick

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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