Matrimonios Cristianos – Soledad, Incomunicación, Aburrimiento y Falta de Romanticismo en el Matrimonio 2

  

Continuemos.

2. Habiendo estado en la supervisión de empleadas durante años, he observado con asombro cómo las mujeres se despla­zaban entre sí, al más mínimo conflicto que surgía.

Una explosión de repercusiones monumentales, comenzó con un disgusto entre cuatro secretarias acerca de la efectivi­dad de un desodorante. ¿Se imagina usted los enrojecidos rostros de la cuatro mujeres, agrediéndose y discutiendo acerca de cuál era el mejor desodorante? (En realidad el conflicto verdadero era mucho más profundo e incluía viejos resentimientos que nada tenían que ver con el desodorante)

He tenido como empleadas a 2 o 3 antagonistas tan talentosas, que me creaban más problemas en una tarde, que los que yo podía resolver en una semana. Creo que esa misma situación de competencia se presenta entre las amas de casa.

Hay algunas mujeres que sencillamente no pueden compartir absolutamente nada con otras. Unas pocas son menos agresivas cuando so encuentran solas que cuando están reunidas en grupo, y se sienten amenazadas. Tales mujeres no podrían pensar en invitar a «las muchachas» a tomar un café en su casa, a menos que lograsen que ésta reluzca por afuera y por adentro.

Y otras que viven en hermosas casa, jamás serán invitadas por aquellas que se sienten incómodas por sus humildes moradas. Y las que están casadas con profesionales que tienen empleos bien remu­nerados, sufren también el resentimiento de las otras, que deben luchar todos los meses para alcanzar a pagar las cuentas.

En resumen, las mujeres frecuentemente se en­cuentran predispuestas justamente contra aquellas que más necesitan para incrementar el mutuo respeto y el sentimiento de aceptación propia. El resultado es la sole­dad y el aburrimiento.

 

3. Los sentimientos de inferioridad sirven para incomunicar a hombres y mujeres unos con otros.

Y ya expresé lo contrario: La incomunicación acrecienta la inferioridad. Estas dos situaciones frecuentemente interactúan forman­do un círculo vicioso, que se proyecta en desesperación y soledad.

La mujer que no tiene amigas, y estoy hablando de verdaderos amigos, se siente a su vez incapaz para establecer nuevos contactos sociales. Y este fracaso en hacer nuevas amistades, la hace sentirse aún más inferior.

Un ama de casa en estas condiciones es candidata segura para dedicarse a ciertos vicios «secretos» como el alcoholismo, el consumo de drogas, y algunas llegan hasta el suicidio. Deses­peradas por lograr relaciones significativas con otras persona, son a menudo malinterpretadas por sus propios congéne­res que las tildan de «presumidas, frías, retraídas, y auto- suficientes».

 

4. Con frecuencia las mujeres logran menos éxito en encon­trar intereses y actividades fuera de la casa, que su contra­parte masculina.

El hombre común ama el deporte, y sigue con entusiasmo los partidos de fútbol que se transmiten por televisión. La mujer no.

Al hombre le gusta ir a cazar y a pescar, y hacer grandes caminatas. La mujer se queda en casa y espera. El hombre juega al fútbol, al tenis, al básquet. Entre tanto, la mujer bosteza en las graderías.

Al hombre le encanta construir nuevas cosas, y meterse en el garaje a trabajar en el auto. La mujer se queda en la cocina lavando platos. El hombre se divierte en competencias de barcos y de automóviles, y en cual­quier actividad mecánica.

Las mujeres se aburren ante tales quehaceres que para ellas carecen de sentido. Obvia­mente, esto es una generalización, pues existen grandes excepciones, pero el hecho exacto, es que los hombres invierten ciertas cantidades de su tiempo en el desarrollo de algún tipo de actividades, en las cuales las mujeres encuentran difícil entusiasmarse.

Por alguna razón el típico mundo femenino es menos amplio que el de los hombres. Para certificar esta afirmación, escuche las conversaciones de hombres y mu­jeres en alguna reunión social. La charla femenina se centrará en los niños, los cosméticos, y la conducta de los demás. Los hombres, en cambio, tocarán una gran variedad de temas. A base de lo dicho no debe extrañarnos que el aburrimiento surja como una causa importante de depresión entre las mujeres.

 

5. El cansancio y la vida muy apresurada, contribuyen a incomunicar a las madres de niños pequeños.

Simplemente, ellas carecen de tiempo y de energía para abrir las puertas de su vida hacia el mundo exterior.

 

6. Las finanzas limitadas, y la economía inflacionaria también restringen las actividades de las amas de casa.

Hay otros muchos factores que llevan a las mujeres a sentirse solas, aisladas y aburridas. Aunque vivan entre millo­nes de personas se sentirán solas. Un escritor dijo: «Cada ser humano debe signi­ficar algo para otro ser humano«. Estoy de acuerdo con él.

El doctor Williams Glasser, explicó este mismo concepto sicológico: “Necesitamos tener, en todas las circunstancias de la vida, al menos a una persona que nos ame y que nosotros podamos amar. Si carecemos de ese ser humano fundamental, jamás podremos satisfacer nuestras necesidades básicas”.

Extracto del libro “Lo Que Las Esposas Desean Que los Maridos Sepan Sobre las Mujeres”

Por James Dobson

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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