sanando-el-dueloSanidad Interior – Sanando el Duelo 3

 

Continuemos.

¡Él Abrirá los Ojos de mi Espíritu y Reconoceré la Grandeza!

Cuando Jesús escupió a los ojos del ciego, el vio en lo natural. Si bien recuperó la vista, el milagro más grande es que reconoció a Jesús como Rey. Es decir, vio en lo sobrenatural también.

Otro ejemplo claro es cuando Jesús se encontró con los fariseos. Ellos estaban al lado del hijo de Dios pero no vieron su grandeza. No podían ver en lo sobrenatu­ral. También Saúl es un ejemplo. El caminaba al lado de David pero nunca vio su unción. Por el contrario, Eliseo caminó doce años con Elias, y él si vio su grandeza.

Dios te va a abrir los ojos para que sepas reconocer cuándo está la gloria de Dios.

Hay cristianos que le piden a Dios algo que desean. Pero, por otro lado, existen cristianos que ven lo que Dios hace (porque Dios siempre está haciendo algo). Disciernen dónde está la nube, cómo se está moviendo el Espíritu Santo.

Hay gente que en la adoración sabe lo que Dios está haciendo; gente que camina en la calle y sabe cuando la Gloria baja; gente que está en el trabajo, se le abren los ojos y ve la grandeza divina.

¡Tenemos que aprender a caminar viendo lo que Dios está capturando para nuestra bendición!

Lo que Él Empezó en mi Vida, lo Terminará.

Cuando Jesús hace algo, lo hace de cualquier manera… Cuenta la historia que Jesús escupió a los ojos del ciego. Esto nos dice que Dios va a hacer lo que menos esperamos para restaurarnos de una pérdida, sanarnos y librarnos del apego. Di­cen las Escrituras que le puso la mano y le preguntó: «¿Qué ves?». El ciego respon­dió: «Veo la gente como árboles». Es decir que veía borroso. Entonces Jesús le volvió a poner la mano y le declaró sanidad.

Le dijo: «¿Qué ves?» El ciego dijo que veía claramente de lejos y a todos. Esto nos enseña que hay dos toques que Dios te va a hacer.

Por otro lado, el número dos en la Biblia es profético. Cada vez que Dios hace algo dos veces, es porque viene un cambio grande en tu vida. Por ejemplo, Jesús lo llamó a Saulo diciéndole: «Saulo, Saulo», dos veces lo nombró. Además, David dice: «Una vez Dios habló, dos veces escuché su voz».

Cada vez que Dios te da el segundo toque, es porque va a venir un cambio grande y poderoso. En otras palabras, hoy ves borroso en tus finanzas, en tu salud, en tu vida afectiva; pero vendrá el segundo toque y un cambio grande de parte de Dios a tu vida. ¡No te desesperes!

¡Tranquilo! ¿Estás viendo borroso? Seguí cerca de Jesús. Porque el que comen­zó la obra la va a terminar. ¡Viene un segundo toque a tu vida!

Dios me Dará una Herencia Nueva, Iré a Casa.

El ciego vivía en la aldea. La aldea representa lo conocido, el apego, tu vieja mentalidad, lo que te enseñaron en otras iglesias, tus ritos religiosos, tus pecados, tu vida cuando hacías lo que querías aún cuando no lastimabas a nadie; tu vieja manera de vivir.

Cuando Jesús lo sanó, le dijo: «Nunca más vas a ir a la aldea, ahora vas a ir a tu casa». Tu casa, es tu vida junto con el Señor. Tu casa, es tu vida adornada donde el Señor habita, donde vivís con él. Nunca más vuelvas a la aldea. Tu hogar con el Señor es tu herencia.

Tu herencia no es tu vieja manera de pensar. Tu herencia es caminar con los príncipes y sen­tarte con el rey. Esto es debido a que Dios nos trasladó del reino de las tinieblas al reino de su amado hijo. Ahora vivimos con El.

«¡Cuán amables son tus moradas! Las an­hela ardientemente mi corazón» decía David. La palabra que más repite David es «quiero», «anhelo» «te busco». David era muy ciclotímico pero tenía firme, sabía que quería recibir de Dios.

Tu vida debe ser un templo para el Señor. Sal de tu aldea y entra en la presencia del Señor. Él vino por vos, rompé tu frasco, reconoce su grandeza. Además, cuando tocas fondo, ya no podés caer más bajo. Entonces tu fondo será el punto de apoyo para que vuelvas a levantarte.

El que te salvó te dice «Por acá quiero que camines». Es el que te ama, y te dice: «Sal de la aldea», del apego, del dolor, de la vieja mentalidad, de los pecados, de la crítica. Sal de la aldea…Y vuelve al hogar, que estaré en ese hogar. Te bendeciré, te honraré y te levantaré.

Lo que fue tu dolor está a punto de transformarse en tu fortaleza. Lo que te quiso destruir, ahora es un arma de Dios para ganarle la batalla al enemigo.

Extracto del libro «Emociones Lastimadas»

Por Bernardo Stamateas

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