Sectas – El Rito del Gran Oriente de Francia 2

 

Continuemos.

Implacable, sutil o descarado, Luzbel, el príncipe de las tinieblas, no ha cesado desde el principio de los tiempos de tejer su red con el propósito de alcanzar el gobierno mundial. Y para ello, qué mejor que satisfacer la sed del hombre espiritual con rituales que lo alejen del verdadero Dios. Y, por el otro lado, saciar al hombre cuyo único dios está en si mismo, ofreciéndole lo que más desea: El poder y la gloria.

He hecho una breve narración de los grados primero y tercero, sin haber hablado del segundo, ya que, para lo que se pretende demostrar en este libro, este grado no tiene tanta relevancia. De hecho, en la Masonería los tres primeros grados, llamados «Grados Simbólicos», son aquellos cuya esencia es la que posee mayor importancia. Es en estos grados donde se enseña sin rodeos la teórica «pureza» del gnosticismo. Filosofía que se desarrollará con más detalle en el grado «Rosacruz», para finalmente llevarlo a la práctica en el grado 30 de «Caballero Kadosh».

Poco a poco, paso a paso, grado a grado, a través de la ascensión en la escala de la estructura masónica, se va cultivando pacientemente su doctrina fundamental. Esta consiste, como lo estableció Zoroastro, en someter toda creencia a la razón humana para convertir al hombre en un ser convencido de que es un dios en si mismo. Una especie de suprahombre con la capacidad, el derecho y, aún más, con el deber de dictaminar el destino de la humanidad y de crear las más grotescas teorías filosóficas.

Cómo no estremecerse al descubrir una mente tan diabólicamente confundida entre las tinieblas, que es capaz de enarbolar como la gran bandera de su «fe», como su suprema «Verdad», la mescolanza que conforma su dogma: Una suma de todos los ritos paganos a los que se añaden las fantasías de las antiguas mitologías; las más inverosímiles leyendas y novelas literarias; los viajes creados por la desbocada imaginación de Dante; las hazañas de Hércules y las aventuras del Ulises, de la Ilíada y la Odisea de Virgilio.

Cómo no sentir un profundo rechazo y repugnancia por una Organización, que proclama, en aras de levantar el ego del hombre, la gran moral enseñada por Pike en el grado 30 de «Caballero Kadosh»: «Yo, nada más que yo. Todo para mí, y esto por todos los medios, cualesquiera que sean».

El alma incauta que pretende encontrar el sentido de su existencia aniquilando a Dios y separándose de Él, el alma que encuentra su razón vital en la vanidad y en el poder, acaba perdida en el laberinto de las tinieblas. Confundida por la oscuridad se siente rica y sin necesidad de nada. Pero como dice El Señor en el libro de Apocalipsis, no es más que un alma pobre, miserable, ciega, desventurada y desnuda.

¿A dónde conducen estos fundamentos tan llenos de esoterismo y misterio de la Masonería, con sus rituales sacados de las temibles Órdenes de Caballería, para muchos cuentos de hadas, héroes y magos, pero infectados en la realidad de pactos satánicos y demonios vestidos de ángeles de luz?

¿Cuál es el fin de estas ceremonias mágicas llenas de sangre y de crímenes, escondidas tras el falso celaje de un misticismo aberrante?

Una religión fanática y mítica recubierta por los poderes endulzantes y narcóticos de la poesía, la música y el color. Ahí donde los más terribles libros de la antigua alquimia son insensatamente despertados para encadenar el alma y cegar el entendimiento.

Ceremonias dedicadas al encuentro abominable con el mas allá, con el mundo prohibido de espíritus engañadores, que se abren como puertas majestuosas y seductoras, embriagando el espíritu ya cautivo para siempre con la magia de los Caballeros Templarios.

Rituales donde se pierde toda proporción de la lógica y la sensatez; donde la línea entre el bien y el mal se convierte en una densa niebla de conceptos turbios y de símbolos tergiversados en los que el supuesto Santo Grial (copa en la que bebió Cristo en la última cena) se trasforma en una alucinante copa del pacto con el mismo Luzbel.

Cultos en donde el alma, perdida, ciega y encadenada, se entrega fervorosamente a cualquier fantasía desbordante de mágicos sueños de esplendor, de poder y de gloria.

Infernales reuniones donde la Cruz del Calvario se convierte en la representación de los sexos que se han unido para la perpetua generación de todo lo existente.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “GADU: Gran Arquitecto Del Universo”

Por Ana Méndez Ferrel

Lee El Rito del Gran Oriente de Francia 3

Lee El Rito del Gran Oriente de Francia 4

Lee El Rito del Gran Oriente de Francia 5

Artículo anteriorMasonería – EL RITO DEL GRAN ORIENTE DE FRANCIA 3
Artículo siguienteMasonería – EL RITO DEL GRAN ORIENTE DE FRANCIA 1
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre