1. Falta de preparación.

Es más sencillo contraer matrimonio que ser recolector de residuos. Para ser basurero hay que tomar un cursillo de dos semanas, mientras que los enamorados no toman tiempo para aprender lo que implica el matrimonio. Lea algún libro con su pareja. Converse con él o ella acerca del futuro, de qué tipo de matrimonio desean, cómo lidiarán con los problemas, manejarán las finanzas o como buscarán soluciones cuando no logren llegar a un acuerdo. Oren juntos, busquen la dirección de Dios y el consejo de personas maduras. No desperdicien las observaciones de los que ven de cerca la relación: padres y amigos. No se muevan únicamente por la emoción, también usen el sentido común.

  1. Violencia.

UNICEF afirma que al menos una de cada cuatro familias padece maltrato físico, emocional o sexual.2 Algunas personas tienen el “complejo mesiánico”. Creen que el amor que ellas prodiguen transformará a una persona violenta e irascible en dulce y apacible. ¡Mentira! La violencia es una conducta aprendida, elegida y sostenida en el tiempo. Es una elección voluntaria y pensada, ¿por qué se elige golpear a la esposa y a los hijos y no al jefe o al vecino? Si alguien es violento en el noviazgo no busque razones en la niñez, no justifique sus arrebatos y ni piense que su amor quitará la violencia; más bien la convertirá a usted en víctima de su ingenuidad.

Marisa nació en un hogar cristiano. Recibió amor, cariño y una buena educación. Al cumplir los 18 años, comenzó a salir con un chico un poco mayor que ella. Aunque sus padres le advirtieron de ciertos comportamientos pocos saludables, Marisa no tomó en cuenta tales consejos y terminó cometiendo dos errores: casarse con un hombre no creyente y, al mismo tiempo, golpeador. Hoy tiene 3 hijas preciosas. La conducta repetitiva y violenta de aquel hombre se acentuó con los años. Quien maltrata a su novia en el noviazgo, lo hará aun más en el matrimonio.

  1. Persona vaga e irresponsable.

Dios siempre llama a su servicio a personas ocupadas, nunca a vagos. Jesús mismo dijo: “mi padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. El trabajo es una bendición y el mostrar diligencia es una marca del carácter cristiano. La holgazanería y la indisciplina son condenadas en la Biblia. Proverbios dice: “perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir?…un poco de sueño, un poco de dormitar… así vendrá tu necesidad como caminante y tu pobreza como hombre armado…”, Proverbios 6:9-11. Si alguien sistemáticamente no consigue trabajo o tiene problemas en el área laboral, no espere que cuando se case vaya a convertirse en emprendedor, proveedor o responsable. El matrimonio no tiene ese poder y su cariño tampoco.

  1. Ausencia de atracción física.

El comienzo del noviazgo significa algo especial. Existe una euforia anormal. Cada uno está emocionalmente obsesionado con el otro. Un buen matrimonio es difícil sin la emoción y atracción que surgen del enamoramiento. Ahora bien, es posible que esa subida emocional profunda llamada enamoramiento no haya existido al comienzo de una relación entre un hombre y una mujer. Hay muchos matrimonios que nacieron simplemente con una amistad. No existieron sentimientos apasionados, salvajes y descontrolados al principio de la relación, pero sí se fueron gestando gradualmente a medida que la relación crecía. El enamoramiento produce atracción física, indispensable para un matrimonio con futuro. No puede funcionar una pareja en la que sus integrantes no se deseen físicamente; no deseen abrazarse, besarse y expresarse sexualmente.

  1. Genética espiritual diferente.

Fabiola se había puesto de novia con un joven del barrio, no creyente. Ella tenía una meta, convertirlo para luego casarse. Por otra parte, no tenía otra opción. Ella sabía las reglas de su iglesia, para recibir la bendición era indispensable tener un novio bautizado. Lo intentó todo. Oraba y ayunaba por él dos veces a la semana, lo llevó a empujones a la iglesia, arregló una cita para que conversara con el pastor, lo llevó a una campaña evangelística con Annacondia. El muchacho permanecía indiferente. Cambió su estrategia. Lo amenazó con abandonarlo si no se convertía a Dios. Aquel muchacho la deseaba con locura y en lo más íntimo de su corazón estaba dispuesto a hacer cualquier concesión que fuera necesaria para no perderla. Por lo tanto, fue a la iglesia, simuló una conversión levantando la mano cuando el predicador hizo el llamado y luego fue bautizado. El día del casamiento fue la última vez que entró en una iglesia evangélica. Pasaron 10 años; en medio de una profunda depresión de Fabiola y un matrimonio en ruinas, aquel muchacho se convirtió de corazón a Dios; sin embargo, ella siempre recuerda: “fueron los diez peores años de mi vida”.

“No se unan en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”, 2ª Corintios 6:14. En otras palabras, noviazgos desiguales, matrimonios fracasados.

En los tiempos bíblicos los campesinos ponían yugo a pares de animales para que juntos araran la tierra. Obviamente, los animales debían caminar en la misma dirección y tener aproximadamente el mismo tamaño y fuerza para que funcionara la yunta.

Unirse en yugo desigual es como querer ayuntar a un elefante con un ratoncito, ¡imposible!

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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