Propósitos de la sexualidad

Conocer los propósitos de la sexualidad nos libera de viejas estructuras de pensamiento que nos han tenido esclavizados por años.

  1. El sexo es un regalo de Dios. Génesis 1:26-28 y Salmo 139:13.

Se cuenta de un ermitaño que vivía en una cueva junto a su hijo adolescente, quien nunca había conocido el pueblo más cercano ni tampoco había visto otras personas. A fin de celebrar sus 15 años, su padre decidió llevarlo al pueblo para comprarle un regalo.

Salieron muy temprano en la mañana y llegaron a la talabartería donde su papá le enseñó una hermosa montura. Después lo llevó a la tienda de artículos deportivos y le mostró los mejores cuchillos para la cacería. Mientras caminaban en la calle, encontraron a una muchacha como de 15 años. El joven preguntó a su padre: “¿Qué es eso?”. Su padre, tomado por sorpresa, no sabía que contestarle, ya que no quería que su hijo se interesara en una chica todavía. Entonces, rápidamente le dijo: “es un ganso, mi hijo”, y siguieron caminando al tiempo que recorrían otros negocios.

Durante el transcurso de la jornada el muchacho conoció perros finos, rifles y pistolas. Al fin del día el papá miró al joven y le dijo: “bueno, hijo, te he enseñado muchas cosas hoy, estoy dispuesto a comprarte lo que más te gusta. Dime ¿qué has escogido?”. Sin titubear, el muchacho le contestó: “papá, quiero un ganso”.

Dios creó el sexo y él regaló a unos el ser hombres y a otras, ser mujeres. Estos pasajes revelan al sexo como un don o regalo de Dios. De ahí que, en lugar de estar descontentos, bien haríamos en dar gracias a Dios por el obsequio recibido.

Bíblicamente, no se atribuyen a la sexualidad connotaciones negativas, pecaminosas o diabólicas. En la Biblia, la sexualidad aparece como un regalo de Dios. Tristemente, como dijo Abel Martínez Martín: “nuestra sexofóbica civilización… condenó la sexualidad a las llamas del infierno, a la clandestinidad y el pecado, la ignorancia y la oscuridad. La sexualidad se llenó de prejuicios, prohibiciones, mistificaciones, taras y perversiones”.5 Ver anexo B.

Nos cuesta entender que el sexo es un obsequio de Dios. Imaginamos al creador poniendo especial cuidado en el cuerpo de Adán y Eva. Podemos pormenorizar los detalles viendo cómo Dios tomaba barro y daba forma a los ojos, las cejas, colocaba los rulitos sobre la cabeza del primer varón, pero nadie imagina a Dios trabajando en la entrepierna. Más bien suponemos que cuando lo formó, descubrió que en su mesa de trabajo sobraba un pedacito de barro, entonces, muy pudendamente, se tapó los ojos y mirando para otro lado, colocó esa “sobra” entre las piernas de Adán. ¡Nada más desacertado! Dios dedicó tiempo y atención a cada detalle de lo sexual, lo integró a las vivencias más íntimas y lo coronó con sendas cantidades de terminaciones nerviosas para que se asocie a un disfrute muy peculiar.

Mito que eliminamos

  • Creencia de que existen tres o más sexos. Falso.

La sexología, al igual que la Biblia, nos enseña que sólo existen hombres y mujeres que adoptan diversos comportamientos sexuales.

  1. El sexo es algo bueno. Génesis 1:31.

Todo lo que Dios había hecho era bueno, incluso el sexo, “bueno en gran manera”.

Solemos aconsejar a los que se van a casar que oren antes de comenzar su intimidad conyugal. Dios hizo que se conocieran y comenzaran el noviazgo. Dios bendijo ese matrimonio y es Dios quien quiere guiar la etapa de intimidad sexual. Algunos creen que la sexualidad es puramente carnal, que las pasiones del viejo hombre afloran con toda sus fuerzas e imaginan que el Espíritu Santo espera fuera del dormitorio a que termine la relación sexual. ¡Nada más lejos de la verdad! La sexualidad ha sido diseñada por Dios para ser disfrutada en el ámbito del matrimonio.

Divino Morales fue un pintor de la edad media. Se lo recuerda, más que por sus habilidades artísticas, por su conducta aberrante frente al deseo sexual. En un tiempo histórico en que se predicaba la autoflagelación y la abstinencia sexual como valores superiores, totalmente cansado de luchar contra los deseos sexuales propios de todo ser humano, salió a su huerta muy de mañana, colocó sus testículos sobre una gran piedra y, tomando otra en sus manos, se aplastó con todos sus fuerzas los genitales.

Esta idea de que el deseo sexual es contrario a la espiritualidad sigue vigente en muchos lugares. Un ejemplo claro al respecto es la noticia de un joven de 30 años que, en Agosto de 2007, en Salamanca, se cortó el pene y lo tiró al inodoro porque “no quería pecar más”, según publicó el diario “La Gaceta Regional de Salamanca”.

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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