“Conocerán la verdad y la verdad los hará libres”.

La Biblia

En sexualidad existen muchos mitos. Los mitos son creencias falsas que, por el peso de la cultura, se aceptan como verdaderas. Cada uno de nosotros posee ciertos mitos sexuales que, queramos o no, determinan nuestro comportamiento.

Mitos sexuales

  1. Existe el sexo seguro. Falso.

Una historia de amor y algo más…

María se enamora de Juan. Poco tiempo después se casan. Ella tiene 23, el 37. Después de dos años, queda embarazada y, entre los exámenes que le hacen, se descubre que es VIH positiva. No puede creerlo. Juan ha sido su único hombre.

Los médicos aconsejan que también él se haga el estudio. Resulta positivo. Algunos meses más tarde, Juan abandona a María porque la acusa de haberlo contagiado.

Con siete meses de embarazo, María aguarda la llegada de su bebé y desea con todas sus fuerzas que se encuentre libre del virus…

¿Cómo entender esta situación? ¿Quién fue infiel?

Juan y María niegan el adulterio, y es verdad. Ninguno fue infiel. Lo que ignoran es que el pasado sexual de cualquier individuo afecta el presente y el futuro de la pareja.

Juan no fue promiscuo ni mucho menos. Mantuvo relaciones sexuales con dos de sus novias, de manera aislada; nunca con prostitutas. Pero una de sus novias, era una mujer divorciada de un varón al que abandonó por las constantes infidelidades.

Juan nunca pensó que su relación con aquella novia incluía a todas las personas con las cuales el ex esposo de ella había tenido contacto sexual. Si lo pusiéramos en términos más concretos y pensáramos que aquel hombre estuvo con al menos cinco personas; que alguna de ella fuera promiscua y hubiera tenido múltiples contactos sexuales, podríamos elevar el número a cincuenta.

Juan recién se entera de que en aquella cama de soltero no sólo estuvieron él y su novia sino todas las personas con las que estuvo el ex esposo de ella. En la sexualidad interesa no sólo el presente sino el pasado de esa vida, porque todo se mira como una cadena de contagio.

Hace tres años que estamos felizmente casados. Tenemos una preciosa niña de dos y estamos buscando nuestro segundo hijo, que no llega. Por ese motivo yo visité al ginecólogo y mi esposo al urólogo quien, después de algunos estudios, le diagnosticó una enfermedad de transmisión sexual. Mi ginecólogo corroboró que yo también la tengo. Él jura que me ha sido fiel y yo también. Entonces, ¿cómo se explica esa enfermedad? ¿Puede haber un error en el diagnóstico o mi esposo me miente? Paula, 30 años, Santa Fe.

El caso planteado es más común de lo que parece. Para comprender la realidad de esta pareja, representaremos su historia de manera hipotética. Supongamos que un hombre, el Sr. “A”, tuvo relaciones sexuales con varias personas (para nuestro ejemplo serán: “B”, “C” y “D”) en su vida de soltero. Años después, se casa con la Sra. “E”, que con orgullo manifiesta que el Sr. “A” es su primera pareja sexual. Desde el casamiento ambos se mantienen fieles; sin embargo, una rutina ginecológica pone de manifiesto que la Sra. “E” padece una enfermedad sexual. Su esposo sigue asegurando que ha sido fiel, y es verdad. Lo que ambos ignoran es que alguna de las antiguas parejas sexuales del Sr. “A” pudo haber estado infectada y contagiarlo, aunque él nunca lo supiera. Muchos intentan mostrar la sexualidad sin consecuencias, pero las decisiones sexuales tomadas en el pasado afectan el futuro de muchas maneras.

Los organismos de salud más prestigiosos en el mundo han recurrido a diferentes técnicas a fin de controlar la propagación de las ITS (Infecciones de Transmisión Sexual); entre ellas, se encuentra la llamada: “estrategia ABC”.

La letra “A” de sigla representa abstinencia sexual. Se apela a la postergación del inicio de la vida sexual activa hasta el matrimonio. Se ha demostrado que la manera más efectiva de impedir una infección sexual es por medio de la continencia. Ni los preservativos, ni las campañas de difusión para la prevención han resultado eficaces, por ello instan a volver a la abstinencia, un valor bíblico.

La letra “B” significa basar la relación en la fidelidad mutua entre los cónyuges. Por medio de este principio se apela a un valor pregonado en cada página de la Biblia.

La letra “C” alude al condón. En caso de que las estrategias A y B no se puedan lograr, se intenta crear conciencia en el uso de condones de manera sistemática a fin de impedir el contagio sexual.

Ningún preservativo lo protege completamente de las consecuencias físicas y espirituales de un comportamiento sexual inmoral. Ni siquiera lo protege de las consecuencias emocionales, ya que usted puede ponerse un condón en el pene, pero nunca en el corazón.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) junto a las más prestigiosas organizaciones internacionales de salud, recomiendan volver a los principios bíblicos dejados de lado.

Concluimos diciendo que no existe sexo sin riesgo. Shannon Ethridge dice: “aunque el uso de un preservativo quizás haga que la relación sexual sea más segura que una que no tiene ninguna protección, los preservativos no hacen de ninguna manera que el acto sexual sea seguro”.1 La abstinencia en el noviazgo y la fidelidad en el matrimonio constituyen la verdadera seguridad.

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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