Mi marido tiene treinta años y llevamos tres de casados. El problema es que todo lo que parece interesarle en la vida es el sexo. Siempre está pensando en “eso”. Quiere hacer el amor todos los días, mientras que a mí me gustaría hacerlo cada dos o tres días. Dice que no quisiera importunarme pero que lo necesita, mientras que yo, a pesar de que me gusta, no siento la misma necesidad. ¿Cuál es la frecuencia “normal” para mantener relaciones sexuales? ¿Es posible que mi marido sea un adicto al sexo? La frecuencia de las relaciones sexuales varía de una pareja a otra y aun dentro de la misma, según las circunstancias que vivan. Si ambos están viviendo una buena etapa, descansados y cómodos, es muy probable que la frecuencia de las relaciones aumente; de igual modo en caso de reencuentro, luego de alguna separación momentánea, por ejemplo, un viaje. Mientras que al experimentar crisis o angustia, las relaciones se tornan, en general, más espaciadas.

La cantidad de relaciones que tendrá la pareja dependerá, en última instancia, del ajuste sexual de los cónyuges. Vamos a un caso hipotético: un hombre que desee mantener relaciones todos los días puede decir que su esposa es “fría” porque ella quiere tener relaciones tres veces por semana. Para otro hombre, una frecuencia de 2 o 3 veces por semana está bien y considera a su esposa perfectamente normal. Pero también puede ocurrir el caso contrario, el esposo quiere tener una sola relación semanal y juzga a su esposa de “insaciable” porque quiere más de una en la semana. No existen ni mínimos, ni máximos. Si el sexo es bueno una vez por semana, entonces es bueno todos los días. Cada persona tiene particularidades y preferencias que la hacen única sobre todo el mundo, dando a su pareja una singularidad también única.

En la película “Annie Hall”, Woody Allen está en consulta con su psicoanalista; mientras que su pareja de pantalla, Diane Keaton, está con el suyo. A cada uno le preguntan acerca de la frecuencia sexual. “Casi nunca”, contesta Woody Allen y agrega con tristeza: “por ahí, tres veces por semana”. Ella responde: “constantemente, tres veces a la semana”.

Este film muestra la realidad de muchas parejas en la actualidad. Cuando existe una discrepancia entre las necesidades e intereses sexuales de los miembros de una pareja, si no se solucionan, pueden aparecer problemas más graves.

Creemos que el consejo bíblico más práctico en este tema es 1ª Corintios 7:3-5: “el esposo debe tener relaciones sexuales sólo con su esposa, y la esposa debe tenerlas sólo con su esposo. Ni él ni ella son dueños de su propio cuerpo, sino que son el uno del otro. Por eso, ninguno de los dos debe decirle al otro que no desea tener relaciones sexuales. Sin embargo, pueden ponerse de acuerdo los dos y dejar de tener relaciones por un tiempo, para dedicarse a orar. Pero después deben volver a tener relaciones; no vaya a ser que, al no poder controlar sus deseos, Satanás los haga caer en una trampa”, BLS.

En el original, el significado de esta frase puede parecernos un tanto graciosa: “el esposo debe pagar lo que le debe a su esposa”. Es como si dijera: “bueno, mi amor, me las arreglaré esta vez para pagarte otra cuota del amor que te debo…”. Esta metáfora cambia radicalmente la manera de ver nuestra sexualidad. En vez de centrar la atención en el propio derecho al placer, la hace recaer en el placer y la satisfacción amorosa del cónyuge. El acto sexual es visto como un deber más que como un derecho. Según la traducción del pasaje, tanto el esposo como la esposa están mutuamente “endeudados” por los votos tomados. En vez de decir: “no se nieguen el uno al otro”, la traducción de C. K. Barret dice: “no se roben el uno al otro”. En otras palabras, el amor y la fidelidad que se han jurado los debería impulsar a satisfacer las necesidades sexuales de su cónyuge. Es nuestro deber y sumo privilegio satisfacer esa demanda. El olvido o la negligencia es cosa muy grave, pues puede conducir a la tentación de adulterio.4 La continencia continuada puede dar paso a una incontinencia desenfrenada.

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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