La Doctrina de Dios – La Cognoscibilidad de Dios 2

 

Continuemos.

Así que podemos saber algo del amor, poder, sabiduría, de Dios, y cosas por el estilo; pero nunca podemos conocer completa o exhaustivamente su amor. Nunca podremos conocer exhaustivamente su poder. Nunca podremos conocer exhaus­tivamente su sabiduría, y etcétera, etcétera.

A fin de conocer exhaustivamente una sola cosa en cuanto a Dios tendríamos que conocerla como él mismo la conoce; es decir, tendríamos que conocerla en su relación a todo lo demás en cuanto a Dios y en su relación a todo lo demás en la creación ¡por toda la eternidad! Sólo podemos exclamar con David: «Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo» (Sal.139:6).

Esta doctrina de la incomprensibilidad de Dios tiene una aplicación mucho más positiva para la vida. Quiere decir que nunca podremos conocer «demasiado» de Dios, porque nunca se agotarán las cosas que hay que aprender de él, y de esta manera nunca nos cansaremos en deleitarnos en el descubrimiento de más y más de su excelencia y la grandeza de sus obras.

Incluso en la edad venidera, cuando estemos libres de la presencia del pecado, nunca podremos comprender completamente a Dios ni nada en cuanto a él. Esto se ve en el hecho de que los pasajes citados arriba atribuyen la incomprensibilidad de Dios no a nuestro pecado sino a su infinita grandeza. Esto se debe a que no­sotros somos finitos y Dios es infinito y por eso nunca podremos entenderle completamente.

Por toda la eternidad podremos seguir creciendo en nuestro co­nocimiento de Dios y deleitándonos más y más en él, diciendo con David confor­me aprendemos más y más de los pensamientos de Dios: «¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena» (Sal.139:17-18).

Pero si esto es así en la eternidad futura, ciertamente debe ser así en esta vida. De hecho, Pablo nos dice que para llevar una vida «digna del Señor, agradándole en todo», debemos continuamente «crecer en el conocimiento de Dios» (Col.1:10). Debemos ir creciendo en nuestro conocimiento de Dios durante toda la vida.

Si alguna vez quisiéramos hacernos iguales a Dios en conocimiento, o si quisié­ramos derivar satisfacción del pecado de orgullo intelectual, el hecho de que nunca dejaremos de crecer en el conocimiento de Dios nos sería desalentador; ¡nos senti­ríamos molestos porque Dios es un tema de estudio que jamás dominaremos! Pero si más bien nos deleitamos en el hecho de que sólo Dios es Dios, y que siem­pre es infinitamente más grande que nosotros, que somos sus criaturas y le debe­mos adoración y alabanza, esta será una idea muy alentadora.

Aunque pasemos tiempo en el estudio bíblico y comunión con Dios todos los días de nuestra vida, siempre habrá más que aprender de Dios y su relación con nosotros y el mundo, y de este modo siempre habrá más por lo que podemos estar agradecidos y por lo que podemos alabarle. Cuando nos damos cuenta de esto, la perspectiva de un há­bito vitalicio de estudio bíblico regular, e incluso la perspectiva de toda una vida de estudio de teología (si es una teología que está firmemente cimentada en la Palabra de Dios), debería ser una perspectiva muy emocionante para nosotros. Estudiar y enseñar la Palabra de Dios de manera formal e informal siempre será un gran privilegio y alegría.

 

C. Sin Embargo, Podemos Conocer a Dios Verdaderamente.

Aunque no podemos conocer exhaustivamente a Dios, sí podemos conocer co­sas ciertas de Dios. De hecho, todo lo que la Biblia nos dice de Dios es cierto. Es verdad decir que Dios es amor (1 Jn.4:8), que Dios es luz (1 Jn.1:5), que Dios es espíritu (Jn.4:24), que Dios es justo (Ro.3:26), etcétera. Decir esto no implica ni exige que lo se­pamos acerca de Dios o de su amor, o de su justicia, o de algún otro atributo. Cuando yo digo que tengo tres hijos, esa afirmación es enteramente verdad, aun­que no lo sé todo en cuanto a mis hijos; ni siquiera en cuanto a mí mismo.

Es lo mismo en cuanto a nuestro conocimiento de Dios; tenemos conocimiento verdadero de Dios en la Biblia, aunque no tenemos conocimiento exhaustivo. Po­demos conocer algunos de los pensamientos de Dios, e incluso muchos de ellos, partiendo de la Biblia, y cuando los sabemos nosotros, como David, hallaremos que son «preciosos» (Sal.139:17).

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

Lee La Cognoscibilidad de Dios 3

Artículo anteriorTeología – LA COGNOSCIBILIDAD DE DIOS 3
Artículo siguienteTeología – LA COGNOSCIBILIDAD DE DIOS 1
Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingresa para comentar!
Por favor ingresa tu nombre