La Doctrina de Dios – Los Atributos Incomunicables de Dios 1

 

 

1. Independencia.

La independencia de Dios se define como sigue: Dios no nos ne­cesita a nosotros ni a nada del resto de la creación, sin embargo nosotros y el resto de la crea­ción podemos glorificarle y proporcionarle gozo. A este atributo de Dios a veces se le llama existencia propia.

La Biblia en varios lugares enseña que Dios no necesita de nada de la creación a fin de existir, ni para ninguna otra razón. Dios es absolutamente independiente y autosuficiente. Así lo proclama Pablo a los hombres de Atenas (Hch.17:24-25). La implicación es que Dios no necesita nada de los seres humanos.

Dios le preguntó a Job: «¿Y quién tiene alguna cuenta que cobrarme? ¡Mío es todo cuanto hay bajo los cielos!» (Job 41:11). Nadie jamás ha contribuido para Dios algo que no haya recibido de Dios, quien creó todas las cosas. De modo similar, leemos la Palabra de Dios en el Salmo 50:10-12.

Algunos han pensado a veces que Dios creó a los seres humanos porque se sen­tía solo y necesitaba comunión con otras personas. Si esto fuera cierto, ciertamente significaría que Dios no es completamente independiente de la creación. Significa­ría que Dios necesitaba crear a los seres humanos a fin de sentirse completamente feliz o completamente satisfecho en su existencia personal.

Sin embargo, hay algunas indicaciones específicas en las palabras de Jesús que muestran que esta idea es inexacta, por ejemplo Juan 17:5. Aquí hay una indicación de que el Padre y el Hijo compartían la gloria antes de la creación. Y en Juan 17:24 hubo amor y comunicación entre el Padre y el Hijo antes de la creación.

Estos pasajes indican explícitamente lo que podemos aprender en otras partes de la doctrina de la Trinidad, es decir, que entre las personas de la Trinidad ha habi­do amor perfecto, comunión y comunicación por toda la eternidad. El hecho de que Dios es tres personas y sin embargo un solo Dios quiere decir que no había soledad o falta de comunión personal en Dios antes de la creación.

De hecho, el amor y la comunión interpersonal, y el compartir la gloria, siempre ha sido y siem­pre será mucho más perfecto que cualquier comunión que nosotros como seres humanos finitos jamás tendremos con Dios. Y como el segundo versículo citado arriba habla de la gloria que el Padre le dio al Hijo, debemos también darnos cuen­ta de que hay un dar gloria de un miembro de la Trinidad al otro que sobrepasa con mucho cualquier otorgamiento de gloria que jamás ha podido darle a Dios toda la creación.

Respecto a la existencia de Dios, esta doctrina también nos recuerda que solo Dios existe en virtud de su propia naturaleza, y que nunca fue creado y nunca em­pezó a existir. Siempre fue. Esto se ve en el hecho de que todas las cosas que existen fueron hechas por él (Ap.4:11); esto también lo afirma Jn.1:3; Ro.11:35-36; y 1 Co.8:6.

Moisés nos dice que Dios existió antes de que hubiera creación alguna (Sal.90:2). La independencia de Dios también se ve en la forma en que se designa a sí mismo en Éxodo 3:14: «YO SOY EL QUE SOY». Es posible traducir esta afirmación como «Yo seré el que seré», pero en ambos casos la implicación es que la existencia y carácter de Dios la determina él mismo por sí solo y no depende de nadie ni de ninguna otra cosa.

Esto quiere decir que el ser de Dios siempre ha sido y siempre será exactamente lo que es. Dios no depende de ninguna parte de la creación para su existencia o natu­raleza. Sin la creación, Dios seguiría siendo infinitamente amor, infinitamente justo, eterno, omnisciente, trinitario, etcétera.

La existencia de Dios es también algo totalmente singular. No es simplemente que Dios no necesita la creación para nada; Dios no podría necesitar la creación para nada. La diferencia entre la criatura y el Creador es una diferencia inmensamente vasta, porque Dios existe en un orden fundamentalmente diferente. No es simple­mente que nosotros existimos y Dios siempre ha existido; es también que Dios ne­cesariamente existe en una manera infinitamente mejor, más fuerte, más excelente.

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “Teología Sistemática”

Por Wayne Grudem

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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