Artículos Para Líderes – Permítales a Sus Líderes Libertad de Movimiento 2
Continuemos.
John Osteen, de Houston, Texas, antes de morir solía decir: «Salgan del libro de los Números y métanse en el libro de los Hechos», como una frase humorística que significaba dejar atrás los «detalles» y entrar en la presencia del Espíritu Santo. Si usted se detiene en todos esos detalles, nunca podrá tener un ministerio más grande.
«En aquellos días, como creciera él número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra» (Hechos 6:1-4).
Los apóstoles decidieron escoger diáconos precisamente porque ellos necesitaban libertad. Si nunca permitimos libertad de movimiento estaremos siempre atados a los detalles y no podremos crecer.
Puedo imaginar que los diáconos le mandaron un ‘e-mail’ al apóstol principal que decía: «Estimado apóstol Santiago, ¿cómo le gustaría que estén decoradas las mesas que vamos a servir a las viudas? ¿Le gustarían rosas, claveles o margaritas en los centros de mesa?». Puedo imaginar al apóstol decir: «A mí me da igual si me ponen mesas con flores. Lo que quiero es que le sirvan a las viudas. Para eso los comisionamos. Si yo hubiera querido estar en los detalles lo hubiera hecho personalmente. Los puse a ustedes para que decidan».
Les aseguro que los apóstoles no estaban preocupados si las mesas eran redondas o cuadradas, altas o bajas, si servían con cucharas o si agarraban los alimentos con los dedos. A los diáconos les había sido asignado el trabajo… para que ellos se encargarán.
Una historia chistosa que ilustra cómo opero este principio en mi propio ministerio, fue un día que llegué al CCDMAC en Durango. Cuando entré al salón principal que acabábamos de construir, me di cuenta que estaba pintado de color naranja mexicano. Era ese tipo de color tan fuerte que parece envolverlo de «unción» y lo tira al piso. Entonces pregunté al joven que estaba conmigo: «¿Quién escogió este color?». La respuesta del muchacho produjo en mí una hermosa sensación. Él se sacudió y dijo: «Marcos, en realidad fui yo». Entonces pensé decirle que cambie ese color. Pero si lo hacía, esto no coincidía con lo que predicaba. Si yo le había dado la autoridad para escoger esos detalles, debo de estar tranquilo ante sus decisiones. Entonces cerré los ojos y dije: «Bien hecho».
Cuántas veces decimos «te doy la libertad», pero cuando nos toman la palabra, vamos detrás de ellos y cambiamos todo lo que hicieron. Entonces, les estamos demostrando que en realidad no creemos en ellos. Mi responsabilidad es desarrollar al máximo el potencial de aquellos que están bajo mi autoridad, y al permitirles libertad de movimiento, estoy permitiendo su desarrollo.
Extracto del libro «Cómo Ejercer la Verdadera Autoridad»
Por Marcos Witt