Clásicos Cristianos – La Bienaventuranza de No Poseer Nada 3

 

Continuemos.

Dios dejó que el afligido anciano fuese hasta el punto en que no había retorno. Luego, impidió que hiciera daño al muchacho. En efecto, le está diciendo al patriarca, «Nunca fue mi intención sacrificar al muchacho. Lo que yo quería era quitarlo del templo de tu corazón para poder reinar yo en él, sin que nada, ni nadie, puedan disputarme ese lugar. Quise corregir la dirección de tu amor. Ahora puedes contar con tu hijo sano y bueno. Regresa con él a la tienda; ya sé que temes a Dios, pues no me has rehusado tu hijo, tu único.»

Después de esto se abrieron los cielos, y se oyó una voz que dijo: «Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único, bendiciendo te bendeciré, y multiplicando multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y como la arena que está a la orilla del mar; y tu simiente poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz!’ (Génesis 22:16-18)

El anciano varón de Dios levantó la cabeza para responder a la voz y se detuvo allí sobre el monte, fuerte, puro y grande; un hombre a quien Dios había elegido para un fin especial, el amigo preferido del Altísimo. Abraham era pues un hombre totalmente rendido a Dios, completamente sometido a él, y sin nada que pudiera llamar suyo. Había puesto todo en su amado hijo, y Dios se lo había quitado. Dios pudo haber comenzado de a poco, trabajando en la periferia de la vida de Abraham, pero prefirió ir derechamente al corazón y hacer la separación con un solo tajo. Así economizó tiempo y dolor, y la acción fue efectiva.

He dicho que Abraham no tenía nada que pudiera llamar suyo. Pero, ¿no era rico este hombre? Tenía siervos, ovejas, camellos, ganado y bienes de toda clase. Además tenía a su esposa, y sus amigos, y lo que era mejor aún, tenía a Isaac, su hijo. Tenía de todo, pero nada era suyo. Este es el secreto espiritual, la dulce teología del corazón que se aprende en la escuela del renunciamiento. Los libros de teología sistemática no hablan de esto, pero los entendidos lo comprenden.

Después de esta amarga, pero bendita experiencia, creo que las palabras «mi» y «mío,» adquirieron otro significado para Abraham. El sentido de posesión que ellas conllevan había desaparecido de su corazón. Las cosas se habían ido para siempre. Era algo externo al hombre. Ya no tenían lugar alguno en el corazón de Abraham. El mundo podía decir, «Abraham es rico,» pero el anciano por dentro sonreía. No podía explicárselos a ellos, pero él sabía que nada poseía. Sus tesoros verdaderos eran internos y eternos.

Sin duda ninguna que el hábito de apegarse a las cosas materiales es uno de los más dañinos de la vida. Hábito que por ser tan natural, pasa tantas veces desapercibido. Pero sus resultados son desastrosos. Con harta frecuencia negamos dar nuestros bienes al Señor por el temor de perderlos, especialmente cuando dichos tesoros son miembros de nuestra familia, o amigos queridos. Pero no tenemos razón para abrigar tales temores. Nuestro Señor no vino para destruir sino para salvar. Todo lo que encomendamos a su cuidado está seguro. La verdad es que no hay nada que esté realmente seguro si no se lo encomendamos a él.

También debemos entregarle nuestros dones y talentos. Debemos reconocer que son simplemente préstamos que Dios nos ha hecho, y no debemos suponer que son propiedad nuestra. No debemos reclamar méritos por] talentos o habilidades como no debemos alabarnos! por el color de nuestro pelo o nuestros ojos. «Porque, ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si no hubieras recibido?» (1 Corintios 4-7).

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “La Búsqueda de Dios”

Por A. W. Tozer

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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