Clásicos Cristianos – La Mirada del Alma 2

 

Continuemos.

La Biblia no hace ningún esfuerzo para definir la fe. Aparte de una breve definición en la Epístola a los Hebreos, en la cual se emplean 19 palabras (Hebreos 11:1), yo no sé de ninguna otra definición bíblica, y si la hay, la fe no es definida filosóficamente, sino en manera funcional. Se afirma lo que la fe es en operación, no lo que es en esencia. Se asume la presencia de la fe, y muestra lo que ella produce, no precisamente lo que ella es. Es bueno y sabio llegar hasta aquí, y no pretender saber más. Se nos dice de dónde procede, y por qué medios viene. «La fe es un don de Dios» y «la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios». Hasta aquí todo va claro, y parafraseando a Tomás de Kempis: «Prefiero ejercer la fe, antes que definirla!’

De aquí en adelante, la palabra «fe» debe entenderse como fe en acción, tal como es ejercida por un hombre verdaderamente creyente. Dejamos de lado la idea de definir la fe, y vamos a pensar en ella como se la siente cuando se pone en acción. La naturaleza de nuestros pensamientos será pues práctica, y no teórica.

En una dramática narración que se halla en el libro de Números se le va fe en acción. El pueblo de Israel se desalentó, y murmuró contra Dios, y Dios envió entre ellos serpientes ardientes. «Estas mordían a las gentes, y muchos murieron». Moisés intercedió ante el Señor por ellos y el Señor les dio un remedio. Le ordenó a Moisés que hiciera una serpiente de metal, y la pusiera enroscada en un poste en medio del campamento, de modo que cualquiera pudiera verla. «Será que cualquiera que fuere mordido, y mire a la serpiente, vivirá». Así lo hizo Moisés. «Y fue que cuando alguna serpiente mordía a ¡alguno, miraba a la serpiente de metal, y vivía» (Números 21:4-9).

En el Nuevo Testamento encontramos la explicación de este suceso y nada menos que por el propio Señor Jesucristo. El les explica a sus oyentes como pueden ser salvos. Y les dice que es por medio de la fe. Para hacer bien clara su explicación recurre al libro de Números. «Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:14-15).

El hombre inteligente que lee esto no tardará en hacer un descubrimiento: las palabras mirar y creer son sinónimas. La palabra «mirar» que se emplea en el Antiguo Testamento tiene idéntico significado que la palabra «creer». Mirar la serpiente es lo mismo que creer en Cristo. Pero debemos tener en cuenta que mientras los israelitas tenían que mirar con sus ojos físicos, los creyentes del Nuevo Testamento deben creer con el corazón. La conclusión es que la fe es la mirada del alma que se dirige a un Dios salvador.

Después de haber entendido esto, habrá de recordar otros pasajes cuyo significado comenzará a serle más claro. Por ejemplo: «A él miraron, y fueron alumbrados, y sus rostros no se avergonzaron» (Salmo 34:5). «A ti, que habitas en los cielos, alcé mis ojos; he aquí que como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios, hasta que haya misericordia de nosotros» (Salmo 123:1-2).

He aquí el hombre que busca misericordia, y mira rectamente al Dios de misericordia hasta que halla la misericordia. Nuestro Señor mismo siempre miraba a Dios: «Y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos» (Mateo’ 14:19). La verdad es que Jesús enseñó siempre que todo lo que él hacía podía hacerlo porque se mantenía mirando a Dios. Su poder descansaba en el hecho de que siempre estaba con su mirada interior puesta en su Padre (Juan 5:19-21).

(CONTINÚA…)

Extracto del libro “La Búsqueda de Dios”

Por A. W. Tozer

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Psicólogo, docente, consultor familiar, conferencista y autor (Verdades Que Sanan, Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes). Trabajé con la niñez y la formación de maestros de niños. Fui pastor de adolescentes y jóvenes por más de 10 años. En la actualidad me dedico a enseñar, escribir, dictar conferencias y dirigir www.devocionaldiario.org y www.desafiojoven.com, donde millones de personas son alentadas, edificadas y fortalecidas en su fe. Casado y padre de tres hijos.

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